Permitidme un salto en el tiempo de 16 años, tiempo éste en el que tan solo grabaron 3 discos muy mediocres, a saber: “Piccola Rapsodia dell´ Ape” (1980), “Venerdi” (1982) y “Orme” (1990) Incluso se dice que incomprensiblemente participaron en el trasnochado Festival de San Remo, quintaesencia de la canción italiana retro más comercial y primo hermano del hortera deluxe repulsivo y politizado Festival de Eurovisión. De las tres bandas principales del RPI que llevamos, ninguna se salvó de hacer el ridículo popero y vulgar y de cambiar de look en los 80´s. Los tres intentaron colar el mensaje de “esos tiempos modernos” y justificarse ante lo injustificable. De la misma forma que con las orejas gachas y el rabo entre las piernas intentaron tímidamente al principio de los 90´s volver al redil después de haber gestado la “alta traición” a sus viejos fans. En el caso de Le Orme, estos al menos volvieron y grabaron nueva música tan buena o más como la de sus inicios setenteros.
Absueltos pues de pecado regresan al estudio en 1996. Ya no está Tony Pagliuca a los teclados. Siguen Tagliapietra y Dei Rossi y se incorporan dos teclistas: Francesco Sartori y Michele Bon. Esta formación grabaría “Il Fiume” el primero de una serie de discos bastante buenos y agradables.
En este regreso el sonido ha cambiado sustancialmente. El armazón sonoro ya no es tan débil y ha ganado cuerpo. Estamos en otra época y si había cierta “debilidad” en el sonido antiguo, las nuevas tecnologías permiten más empaque y claridad. Tagliapietra sigue cantando con la delicadeza que le caracteriza y nuevamente vamos a encontrar sencillas y bellas melodías, pero con unos arreglos mucho más consistentes que antaño. Sea como fuere Le Orme siempre han sido una banda de fácil escucha, independientemente si un álbum era más prog que otro. Como iremos viendo en la segunda temporada dedicada al RPI con otras bandas italianas de la época, no serán los únicos que adopten esa característica del país mediterráneo por excelencia. En realidad, nos encontramos con un álbum-concepto en toda regla que debe escucharse como tal. Lo primero que nos viene a la mente es una música amable, delicada. Como siempre probablemente, pero encuentro incluso una elegancia más acentuada que antaño. La guitarra (sintetizada en este caso) es absolutamente determinante y mucho más activa que antaño. El añadido del sitar le da una magia especial al disco.
“Madre Mia” es una melodía preciosa completamente italiana en el sentido más natural y poético del término que se quedará en tu cabeza de forma deliciosa. Como siempre todo es breve, preciso, pero engancha a la primera por su claridad y elegancia. No hay que tener prejuicios con lo sencillamente bonito. Las partes de sinte y piano son hermosas y no pretenden otra cosa como en “Prima Acqua”. Hay cosas más rock desenfadadas como “Chiesa d´asfalto” pero que tampoco desfiguran la línea de escucha y están bien ensambladas como la “Danza dell´aqua”. Todo es agradable: “Lungo il Fiume” con su bonito estribillo. “Dove l´acqua si ripossa” con sus ribetes clásicos de piano que desembocan en nuevas melodías y canciones: “Il Vechio” o la “Grande Acqua”. Todo huele a flores frescas, limpio, hermoso y sin malicias, con coros incluidos. “Il Fiume, parte seconda” cierra un disco brevísimo como siempre que pasa sin casi darte cuenta. Pero repito, es sencillamente bonito como el olor a flores y fresas, pero sin llegar a lo cursi, aunque a veces la línea sea muy fina y muchos lo confundan.
Alberto Torró
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