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Channel: ROCK LIQUIAS
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CAN - Soundtracks (1970)

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Con muy poca diferencia de tiempo y muy poco habitual en una banda de “rock”, CAN es requerido para “musicalizar” bandas sonoras de películas “experimentales” o de “arte y ensayo” como se decía en mis tiempos.  


Teniendo en cuenta que los propios Pink Floyd, también se iniciaron en estas disciplinas relativamente temprano, a este respecto recordemos “More” o “Zabriskie Point”, no sorprende que sonidos tan especiales atrajeran la atención de aquellos directores de films “extraños”. La músicas bizarras, son especialmente atractivas para autores “outsider” o raritos para entendernos. En 1970 todo arte raro era inclasificable. Hoy nos ponemos a etiquetar todo con el fin de dar un sentido. Los que vivimos aquellas épocas revolucionarias que afectaban a todos los movimientos artísticos por igual, no éramos tan determinantes en la hora de las calificaciones. La enciclopedia histórica se ha encargado de ello y ha facilitado, con mayor o menor acierto, el cocktail surrealista que bombardeó nuestras mentes adolescentes y curiosas. Tened en cuenta que las “familias” musicales que hoy admitimos como progresivas y todos sus movimientos asociados, no existían como tal. Un músico en 1970, no etiquetaba su música. Los que se iniciaron en el “rock sinfónico” por ejemplo, el Canterbury, la fusión, lo espacial y hasta el krautrock, nunca denominaron su música de tal manera. Fueron los críticos y los “snobs” de siempre los que inventaron las etiquetas. CAN, en palabras de Holger Czukay realizaba “composición instantánea”, no creo que en su pensamiento existiese la palabra “Kraut” como podéis suponer. Cuando yo le pregunté a Pyp Pyle (National Health era) en 1979 si eran la última banda de “Canterbury”, me miró extrañado diciendo que eso era una zona al este de Inglaterra…(¿?) bueno igual se quedó conmigo, muy británico por otra parte. Cuando a Tony Banks de Genesis le dijeron en España en 1975 que hacían “rock sinfónico” le hizo mucha gracia y no comprendía el término. Os puede sorprender esto a los más jóvenes. Ni siquiera los primeros músicos de jazz llamaban jazz a aquella música “novedosa”…curioso verdad?. Esta es la realidad. Hoy día si alguien monta un grupo nuevo ya está definido de antemano. Hacemos “este o aquel estilo” a no ser que tu mismo te lo inventes.

 En “Soundtracks” CAN grabó música para películas que no llegaron ni a estrenarse y si así fue yo lo desconozco. En un momento dado los músicos alemanes vieron a un joven chaval japonés cantando en la calle. Lo de “cantar” era un decir. Damo Kenji Suzuki era un tipo raro que abandonó su país y se perdió por Europa en busca de la utopía “hippy”. En 1970 CAN tenía a un cantante negro y a otro japonés. Ninguno de los dos dio una nota musical en su sitio. No tenían ni puta idea. Esto es fascinante. El segundo LP del grupo se grabó con los dos. De las siete piezas Damo canta en todas salvo en dos que son de Mooney. El afroamericano estaba completamente zumbao y terminó con problemas mentales. Damo cogió el micrófono. Poca voz pero chillona y aguda. Perfecto para CAN. Tu gruñe y nosotros improvisamos lo imprevisible.  La música de CAN no se ajusta a estilos y no es “rock” por mucha bronca que organicen. Hasta un tango o lo más decadente que puedas imaginarte tiene cabida en lo que hacen. Pero hablando en términos actuales gastronómicos todo está “deconstruído” como una tortilla de vanguardia. La esencia se pulveriza. A veces parece una broma y hasta te ríes, pero no sé qué narices hacen que acabas atrapado por un sonido de lo más cabrón y adictivo que puedas imaginarte. 

La guitarra de Karoli inaugura “Deadlock” y ninguna nota parece estar en su sitio. Es la música que más se parece a un sarpullido o a un ezcema. Pica que te rascas. “Tango Whiskyman” es Liebezeit y su toque de caja y timbal que me lleva por la calle de la amargura. Nada parece tener sentido salvo que te fumes un porro, comas un taco con chile habanero y te bebas media botella de mezcal. Dios te asista en tal caso. Esa “dejadez” extraña con una música que quiere molestar más que agradar. “Soul Desert” es una pieza cantada-destrozada por Malcolm Mooney. Has pisado una culebra y te ha picado. Te retuerces, hace calor…mucho. Te rascas y vuelves a rascar…pica de la hostia. No hay agua solo tequila o güisky. Lo tienes jodido. 


La pieza clave de este disco es “Mother Sky” y sus 14 minutos de salvajismo CAN. Para escuchar en condiciones esta salvajada ponte en pelotas, embadúrnate con barro o caca como hacían los antiguos celtas para acojonar a los romanos, hazle un calvo a tu jefe de empresa y jura y grita maldiciones, pero no vuelvas a trabajar al día siguiente porque habrán llamado al psiquiátrico o a la ley y el orden. La batería en vena de Liebezeit destroza tus neuronas, saca tu yo ancestral y primitivo y eres el animal más feliz del mundo que goza como una bestia salvaje.
Alberto Torró





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