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WOBBLER - From Silence To Somewhere (2017)

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Hubo un tiempo en que la música era un arte respetado y todo aquel con sensibilidad y una buena formación podía incluso vivir de ello. La música no es una cosa que se “aprenda” o se “obligue”. Se nace con ello.

 Nunca que se ha “forzado” la música ha dado buenos resultados. Padres empeñados en que un niño toque un instrumento o machacarlo para que un día sea un futbolista de élite o un prestigioso médico o abogado no sirve absolutamente para nada. Las capacidades en la vida nos son innatas, y o nacemos con ellas o no nacemos. Por qué un niño o una niña con poca edad sin apenas conocimientos puede tocar con fluidez un instrumento. El que sea. Y otros machacados con horas y horas de férrea disciplina jamás llegarán a nada, es un verdadero misterio. En la vida nada se impone, todo surge de manera natural. Se puede llegar a odiar una cosa si te obligan a ello. La disciplina es un absurdo si no existen capacidades para la materia que sea. Ahora bien, si le perdemos el respeto a esas capacidades humanas y no allanamos inteligentemente el camino para esos individuos que realmente valen, la mediocridad y el desastre la tendremos asegurada. Hoy ese desastre lo podemos ver en todo lo que la inútil mano del hombre ha creado. Nada que no sea negocio importa: políticos iletrados y poderes públicos solo interesados en que nadie piense. La cultura no interesa porque es mala para el negocio y las humanidades un peligro para quienes ostentan el poder. Pan y circo. 

El siglo XXI en el que nos encontramos, es y será la panacea del mal y la imbecilidad congénita. Y no tienen solución ninguna. Se avecinan guerras,horrores y represión sin límites. Ni el arte, ni la literatura, ni la filosofía, ni la música van a salvarnos porque el plan del mundo es cargárselos para siempre. Esta perfectamente diseñado por el neoliberalismo y los fascismos emergentes del signo que sean. Los gobernantes actuales dan miedo porque su coeficiente está por debajo de cero coma cero. Son ridículos ciertamente pero también peligrosos. ¿Y a qué viene todo esto que os cuento y que probablemente os aburra…? A que aprovechéis el tiempo que nos queda. La música que queda y lo poco de hermoso que queda en este mundo como este álbum final, al menos de momento, de los noruegos Wobbler.


Cuando uno escucha un disco espera una chispa que lo ponga en funcionamiento. Pocos lo consiguen a día de hoy y este “From Silence To Somewhere” es uno de ellos. Desde el primer corte con sus 20 mtos hasta el final de esta aventura sonora, parece que todo lo tremendamente pesimista que os he relatado en líneas anteriores solo ha sido un mal sueño. Ojalá así fuese. La música de éste álbum es preciosa, exquisita y una inflexión incluso superior a sus anteriores discos.  Como un buen vino envejecido y grandioso. La música te lleva a donde quiere de manera amable, emocionante. Los ecos del pasado de la humanidad y de su música más hermosa están presentes. No quieren estar “al día” como tampoco yo quiero. Detesto los tiempos que nos tocan vivir y al igual que toda la buena música de siempre, intento escapar mientras lo escucho. Lo he hecho siempre, ya sea con Mahler o con Coltrane, con Copland o ELP, con Sibelius o Yes, o con Stravinsky o Soft Machine o con Ravel o Anthony Phillips. En realidad, todos nos llevan al mismo sitio o a la eternidad o a la miseria. A lo que “es” o a lo que podría “haber sido”. El eterno misterio de la música y de la vida.
 Alberto Torró









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