Este disco fue lo primero que escuché de ellos hace un par de años y atrapó por completo mi atención. Desde la preciosa portada hasta la última nota del disco todo está hecho con cariño y sensibilidad como bien apuntan en el título del CD.
Estas cosas deberían editarse ya en vinilo porque muchos “reenganchados” de nuevo por el plástico negro con agujero pequeño ahora en 180 gr, lo piden cual atractiva morbosidad. Como soy un maniático de los delicados cover-art en este caso merecería la pena. Si os soy sincero en realidad mi vuelta “parcial” al LP es por este motivo, más que por su sonido, que también. Las miniaturas artísticas de los CD´s siempre las vi como de juguete. Portadas maravillosas eran un desperdicio por la pérdida de detalles y que decir de los vinilos que se abrían con su cartonaje interno. También se malgastó mucho cartón en horrores gráficos, pero hay que entender que lo cutre y grotesco es siempre infinitamente superior en todos los aspectos de la vida. Me diréis que todo es relativo y que una mierda colgada en un cuadro también se ve hermosa. La verdad es que si está bien pintada en plan hiperrealista con bonitos tonos ocres, contrastes de marrones y buena perspectiva con trasfondo lírico (la mosca es optativa) hay que valorarla positivamente. Solo se pierde el aroma, pero la imaginación es capaz de todo. Evidentemente todo cover art de calidad debe ir acompañado de una buena música. Hay casos, muchísimos, de trabajos gráficos maravillosos y mala música y viceversa. Encontrar el punto no debería ser tan difícil.
Al primer trabajo de los Zeno le siguió éste viaje sinfónico con un equipo de 10 músicos si incluimos colaboradores en violín, violonchelo, flauta y mellotrón. Las composiciones casi neoclásicas en muchos pasajes nos retrotraen a la memoria a todos los grandes del género tanto italiano como británico. El arsenal instrumental empleado es lo suficientemente recargado y jugoso para que no se pierda nada de majestuosidad. La lista de teclados analógicos, incluido el nostálgico Solina Ensemble lo certifica y prácticamente un grupo de rock sinfónico genuino como este no podía hacer menos. Hay un nivel de exigencia en esta música que precisa de un desembolso económico grande en un buen material de instrumentos que no se justifica salvo que estés enamorado de este tipo de música y la hagas por puro placer. Hacer lo que te gusta no es negocio. Nunca lo ha sido y es un placer caro. Es injusto que un grupo de rock corriente con cuatro trastos se haga millonario y el que invierte en música de verdad corra el peligro de arruinarse. La broma de la vida y el ínfimo estado de las cosas.
La buena voz del cantante Alessio Calandriello ayuda mucho, porque para hacer rock sinfónico no vale cualquier voz. Los imaginativos y fantasiosos pasajes de teclados son la otra parte importante de este grupo que los miman a placer. La sensación de bienestar y encanto melódico a través de toda su escucha marcan la frontera entre lo que es un grupo excelente de uno insípido. Un oído veterano se da cuenta de ello inmediatamente. El universo lineal y alienante del etiquetado prog actual con el multiverso del prog clásico está a años luz uno de otro y no hace falta ser muy listo para percatarse de ello. Sensibilidad es la palabra. Una palabra ajena a muchos que solo ven en la música un ruido molesto o un aburrimiento eterno y ya no entro en terrenos más prosaicos de la superficialidad barata y molesta en la que vivimos.
Alberto Torró
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