Estoy escribiendo este artículo unas horas antes de que mañana día 28 de abril los sufridos españoles hagamos el gilipollas una vez más con nuestra cita en las urnas.
En realidad y como siempre, para que todo siga igual y nada cambie. Aunque con la gloriosa excepción esta vez, de tener aguerridos y armados salva patrias salidos del armario en el cual estaban encerrados desde 1975. Así pues, el rock & roll y las hostias están más que aseguradas. Como gane ese anacronismo repulsivo que es bastante probable, van a hacer bueno a aquel general bajito y campechano que nos controló durante cuarenta años con ternura, cariño y encanto paternal. Cuando leáis esta página el viernes día 3 de mayo el desastre ya estará configurado y gane quien gane será probablemente para peor. No sería de extrañar que si salen los masacra toros, odiamujeres y cruzados cristianos enloquecidos de la reconquista de don Pelayo, ya no podamos ni siquiera escribir sobre música ni cagar tranquilos y contentos, así que confiemos en la suerte que la vamos a necesitar. De todas formas y en ese caso, tampoco hará falta la música y la cultura en un país condenado al medievo o incluso a las cavernas, pero nos estará bien empleado por listos.
Muchas veces me pregunto por qué hablamos de la vida y de la música que no escucha casi nadie. Esa sensación de dar un mitin en el desierto me ha pasado desde que escribo sobre música desde hace más de cuarenta años y me pregunto a quién cojones le interesa el rock tan minoritario del que hablamos. Me perdonareis aquellos que sé que nos acompañáis cada día desde diversas partes del mundo pero en parte no os ocurre lo mismo…?. La sensación de soledad no la notáis …? de rareza…de exclusividad…? de indiferencia del resto…?
Bueno el caso es que los italianos Syndone nacen en Turin en 1989 a las puertas del despertar progresivo de los 90’s. Aquél fue un año donde la basura de los 80´s no tenía ya un contenedor tan grande de reciclaje. Se hizo todo lo peor que se pudo, pero aquello encandiló a las masas. Nada raro ni anormal. Es lo que procede siempre en el currículum de las modas y las corrientes.
Nik Comoglio el teclista y líder probable de Syndone iba para arquitecto, pero le picó el gusanillo y estudió piano y composición. No es una mala opción estudiar música, pero lo cierto es que históricamente casi nadie del mundillo del rock lo ha hecho. No es necesario para el que tiene un talento natural y una capacidad de aprendizaje fuera de lo normal. No lo necesitan. Mozart aporreaba el piano a los 6 añitos y acertaba cada nota por intuición natural. Tenía un oído perfecto, pero casi nadie tiene históricamente esas capacidades. Si alguien que no ha tocado un piano en su vida y la primera vez es capaz de hacer una melodía instantánea, que se dé bendecido por los dioses.
Syndone es el claro ejemplo de inició, parón y resurgir tiempo después. Graban “Spleen” en 1992 y lo primero que escuchamos es el inicio de la consagración de la primavera de Stravinsky pronto modelado a la manera emersoniana. El desarrollo de la pieza es algo desconcertante y mezclan muchas cosas aparentemente antagónicas. Más Emerson sigue en “Padre” y se muestran más frívolos en otras piezas. El toque hammond está en su punto de cocción sin embargo noto cierta equidistancia con los sonidos desenfadados de la reciente década de las hombreras y el pelopincho. No disgustan lo tengo que decir, aunque parezcan en ocasiones un tanto verbeneros pero que bien tocan los cabrones. “Spleen” es un trabajo ecléctico. Un híbrido bien hecho pero disperso. A veces genial otras displicente. El teclista impresiona por su calidad técnica, pero a la obra le falta cohesión temática. El sonido orquestal de resto de teclados y el cantante sobre todo, suena a ratos demasiado a su época de neón plastic deluxe ochentera pero cuando se emplea lo analógico es deslumbrante. No va a ser así en los años siguientes. Hay que tener en cuenta cada época y sus influencias. Ojalá la próxima semana pueda deciros que mi país no se ha ido por el desagüe donde confluyen la fetidez y las aguas fecales.
Alberto Torró
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