Casi sin tiempo de asimilar totalmente el anterior mundo de aventuras me llegó este nuevo CD con una pequeña nota que decía… “igual necesitas algo de tiempo para preciar nuestro nuevo trabajo”.
Bueno no necesité mucho tiempo para descubrir que éste músico sueco se había empapado como una enciclopedia de todos los artilugios sonoros de los años 70, pero a diferencia de los grupos pseudo progresivos del neo, este señor tenía una calidad y una técnica muy por encima de aquellos. The Flower Kings aparecieron en la década de los 90´s como una banda sinfónica retro. Su música estaba cocinada con muchos más ingredientes e inteligencia. Así mismo venían precedidos por una reciente crítica entusiasta de la que yo me hice partícipe rápidamente. Yo buscaba eso precisamente: una banda retro con música elaborada y perfectamente tocada. Recuerdo también que todo lo que venía de Escandinavia por entonces gozaba de un prestigio que las bandas inglesas de segunda generación no tenían. Stolt por otra parte se había rodeado de músicos muy competentes como sería su teclista Tomas Bodin. Un músico de mente abierta que se ajustaba perfectamente a las composiciones del guitarrista. La banda me sonaba como un enorme puzzle de las mejores influencias, algo parecido a lo que serían The Tangent algunos años después. Lógicamente los que están siempre buscando algo original dentro del género progresivo lanzaron las críticas habituales, sin darse cuenta de que un estilo determinado de música siempre tiende a parecerse a las mismas estructuras. Nadie hoy en día crea algo absolutamente nuevo en este género. A lo más que se llega es a las mezcolanzas: las nuevas bandas son en realidad metaleros o neo-psicodélicos que ponen etiquetas para despistar o vendernos algo trillado con maquillaje diferente como la palabrita “post” o “alternative”. Pero lo peor es la falta de imaginación en las composiciones y el escaso encanto melódico.
Recuerdo que Steven Wilson y sus Porcupine Tree sonaban a todo menos a moderno y sin embargo se habló de una revitalización del progresivo y se creó un círculo de fans snobs en torno a aquello que se dio en llamar “head music” que no era otra cosa más que un “space rock” con ingredientes electrónicos y viejos ecos psicodélicos a la Pink Floyd, Hakwind o Gong. Naturalmente a mí como a otros muchos me encantan los primeros Porcupine o el tremendo pulso eléctrico de los Ozric Tentacles pero precisamente porque enlazan completamente con el pasado por muy “punch” o modernos que quieran sonar. The Flower Kings representaba para muchos de nosotros el “renacimiento” de la clásica escuela del rock sinfónico. Eso era lo importante. Me da igual que la música suene a tiempos pasados de otras glorias siempre y cuando esa música sea buena. Los Flowers cubrían ese “hueco” olvidado por Genesis, Yes, ELP, King Crimson, Camel o Gente Giant. Solo los Crimson mantienen a día de hoy un interés respetuoso, aunque difícilmente creen algo nuevo a estas alturas. Los demás pertenecen al polvo de la historia. Yo defiendo a las bandas “relevo” que respetuosamente siguen la estela de aquella música y no son precisamente una copia por el hecho de que tengan las inevitables influencias. Son composiciones nuevas dentro de un estilo y eso es todo.
“Retropolis” es más complejo que su álbum debut ciertamente. Posiblemente más rebuscado. Pero como todo lo que está bien hecho no importan las repetidas escuchas. El puntillismo y el detalle abundan en la música de los Flower Kings, sobre todo en los primeros discos llenos de imaginación y buenas melodías. Roine Stolt componía rápido y su cabeza era un enjambre de ideas. Aquello en los 90´s era un lujo. Este disco como los que le precedieron fue generoso en tiempo y en largas composiciones. Casi 70 mtos en once cortes y pocas lagunas donde aburrirse y al igual que el anterior con atractiva portada.
A años luz de los pendragones y los marillions y demás acólitos, colocan al rock sinfónico en la categoría que se merece y bienvenido sea. El alto nivel conseguido en estas composiciones se evidencia en temas como el propio “Retropolis” (11.10), la jubilosa “There is more to this world” (10.15) o esa maravilla llamada “The road back home” (8.55) por citar algunos, aunque realmente todos son un excitante paseo con los juegos que permiten construcciones instrumentales densas y complejas. En realidad, todas tienen la suficiente emoción y carga para disfrutar de una audición exigente y atractiva. Piezas muy cambiantes y llenas de energía positivista que sin duda requerirán echar mano de tu personal archivo musical.
Alberto Torró
Temas
01. Rhythm of Life
02. Retropolis
03. Rhythm of the Sea
04. There is More to this World
05. Romancing the City
06. The Melting Pot
07. Silent Sorrow
08. The Judas Kiss
09. Retropolis by Night
10. Flora Majora
11. The Road Back Home
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