A partir de este momento los reyezuelos floridos y hermosos van a dar una de cal y otra de arena. Me explico: grandes composiciones de carácter épico y super progresivas por un lado. Por el otro, temas que se infiltran en otros estilos, a veces bien y otras regular y canciones probablemente insípidas de relleno.
Roine quiere acaparar tanto que mete la música a toneladas. Unas veces acierta de pleno. En otras no entiendes nada ni por qué. Hay que entender una cosa y es que los gustos del guitarrista sueco son muy amplios. Roine Stolt empezó muy joven y aunque generalmente se le asocia con el prog rock lo cierto, es que ha tocado todo tipo de música durante los últimos 40 años. Sé, de buena tinta, que le gustan un montón de músicos y guitarristas de lo más variado y a veces antagónicos en estilos y ello se refleja y de manera mucho más acusada en sus propios trabajos en solitario. Un tío de su nivel se lo puede permitir eso está claro, pero también se expone a que la gente no trague fácilmente sus propuestas porque normalmente todo individuo en sus gustos tira principalmente hacia un estilo determinado y evidentemente no se puede dejar a todos contentos.
Dentro del estilo sinfónico siempre ha habido cierta tendencia hacia la metafísica y hacia temas religiosos, incluso incluimos el llamado “rock cristiano” y bíblico que con tanto énfasis está desarrollando la Neal Morse Band y su actual ópera alabando a Jesucristo. Esa puerta no voy a traspasarla. Se puede valorar la música, pero no el trasfondo a no ser que seas un convencido creyente. El simple hecho de que el creacionismo y las alabanzas místicas se apoderen de la música o del arte ya me crea un profundo rechazo personal y conste que por estética visual me encanta la arquitectura religiosa. No voy a dar pie a esto porque mi cabeza es completamente racional y científica y va a chocar con cualquiera que crea en un dios imaginario. Pero es cierto que me encanta la música coral y los réquiems y cantatas de muchos compositores clásicos y en concreto las sinfonías de Anton Bruckner a pesar de que sin embargo toda su música estuvo dedicada a dios porque era un beato ingenuo y un católico radical de ideas infantiles. Ese oscuro mundo del siglo XIX de rigideces morales y ranciedad agónica. Yo no puedo entender que la música inteligente esté fuera de los parámetros evolucionistas y de la lógica de la razón científica y matemática, pero siento que la música de Bruckner traspasa extrañas dimensiones de grandeza cósmica. Este es otro debate. En definitiva, me da igual que a un disco se le ponga Adam y Eva o blancanieves y los siete enanitos o se dediquen composiciones al unicornio superdotado follador mítico. No me interesan en el mundo musical las temáticas fantasiosas ni las gilipolleces literarias. Me interesa la música. Esa extraña dimensión sonora.
Me es indiferente si en el caso de los flower hay alguna connotación religiosa o simplemente lo han cogido como material fantástico. De entrada, me gusta la alegoría de la portada: Eva, tía guapa, buenorra y refinada. Y Adam, gañán bruto, iletrado y troll de pasta. El jefe de la tribu protegiendo la valiosa mercancía. Me vienen montones de ejemplos de la actualidad. La relación humana de matrimonios de la alta sociedad en toda su crudeza. Independientemente de esta visión haced las variaciones que se os ocurran en la condición social que os apetezca y seguro que acertáis.
La primera pieza “Love Supreme”… ¿se han inspirado en John Coltrane?... lo dudo. Vuelve a ser un ejercicio de hippies agradecidos por estar vivos en un mundo de mierda. La música es lo suficientemente entretenida en la línea que los FK nos tienen acostumbrados. También empieza a haber la cocktelería musical de estilos: mantras a lo Yes andersoniano, hard rock metido por la cara, pop indescifrable, pasajes pseudo-intelectuales, parte bluessy floydiana y caprichos varios. Ahora intenta digerirlo sin omeprazol o cualquier otro protector gástrico y pide confesión antes de morir. Son los Flower Kings, el mejor marqueting musical que el prog ha dado.
Lo curioso del caso es que después de darnos casi 20 mtos de música bien ilustrada, aparecen sencillas baladas de 3 mtos como “Cosmic Circus” o la bonita instrumental pero breve “Babylon”. En la siguiente les da ahora por los vampiros y son 8 mtos de película de terror de bajo presupuesto para seguidores de Strange Things o similares seriales. No tiene nada que ver con lo anterior y es como si estuvieses escuchando otra banda diferente donde han comido algo que les ha sentado mal y el cantante va buscando un sitio porque le ha dado un apretón de tripas y tiene que aliviarse donde sea. Al final parece que lo consigue, pero aún tiene episodios de gastroenteritis aguda. Bodin aprieta al Hammond hacia el final y los retortijones de guitarra son del propio Roine. Una vez aliviados y habiendo dejado un oloroso recuerdo, aparece un breve vals de piano decadente y llegan Adam y Eva con prometedor inicio de los teclados, pero un coro de demonios nos llevan al trallazo metalero sin ninguna misericordia. Los pasajes de guitarra solista son buenísimos lo reconozco, pero la pieza entra en otro estilo musical completamente ajeno a lo acostumbrado. Alguna alabanza para disimular hacia el final y apiadarse del pobre nosferatu y poco más.
Otra baladita como “Starlight Man” porque ahora el vampirillo es un buen tipo que ha visto la luz y nos vamos a “Timelines” para machacar a lo crimson desesperadamente y terminar en una especie de rock blues lentorro cantado por Roine en “la cara oculta de la luna” con mellotrones de fondo para hacerlo más bizarro todo y más cojonudo. No está mal, pero tira a disolvente Floyd que huele demasiado y siete mtos para esto es mucho incluso terminando a lo Fripp.
“El asiento del conductor” es la otra pieza larga del programa que entra efusivamente a lo grande y con poderosa base melódica. La guitarra estoltiana vuelve a deleitarnos con esas partes tan emotivas típicas de los Flower y la cosa promete. Luego entra Bodin para marcar un cambio de ritmo medio funk muy atractivo realmente y la música desborda ganas de entretener a base de bien y que va alternando con otras pinceladas ya sean hard o medio hippy baladísticas a lo Crosby Stills y Cia porque los reyes floridos quieren presumir de que dominan todos los estilos alternando ácido lisérgico por aquí, space music por allá etc. Como siempre para que el oyente esté lo suficientemente entretenido. Hacia la mitad de suite hay un silencio que solo el sinte juguetón y la guitarra acústica van llenando para ir subiendo poco a poco hacia una especie de Uriah Heep extraño o a mí, me lo parece al menos. El wah wah está tremendo emulando al mejor Hendrix y luego para variar volvemos a los sinfonismos precedentes con innumerables cambios como tirando la ficha al azar para ver por donde vamos. Yo creo que es la mejor pieza del disco y hay intervenciones solistas magníficas tanto de la guitarra como del teclado sin olvidar el tremendo trabajo del bajista Jonas.
Acaba el disco que es bastante largo como todos con “la espada de Caín” y ya estamos de vuelta a los pasajes bíblicos pero esta vez con final dramático-lírico y ampulosidades variadas. Este disco puede gustar a gente de gustos muy variados. Hay de todo: fuerte, lírico, extraño y peculiar. Pero es un buen trabajo en términos musicales. Como siempre vamos.
Alberto Torró
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