Lord Of The Rings, la grabación instrumental pergeñada por el sueco Bo Hansson, salió al mercado en 1972 –dos años antes ya había aparecido en Suecia como Sagan Om Ringen, luciendo un diseño de portada diferente– cual materialización musical de la obra de igual título que había revolucionado el campo de la literatura de fantasía y aventuras. Aquel mundo de magia y seres extraños e inquietantes, con una inspiración a medio camino entre la Edad Media y las leyendas de diversos folclores a lo largo del planeta, espacio en el que bien y el mal están totalmente diferenciados, reportaría a su autor J.R.R. Tolkien la mayor de las famas.
La seudo banda sonora, por decirlo de alguna manera, que plantea Hansson tiene bastantes concomitancias con la escena germana experimental. “Leaving Shire” atmosférica y un tanto tribal, en la línea de los Popol Vuh más calmados y evocadores de imágenes, es la apertura del LP y la que subraya el hecho de que Bo no se sitúa a muchos metros de Florian Fricke o Joachim Heinz Ehrig. “The Old Forest / Tom Bombadil” no pierde el tempo pausado pero se ve complementada por unos teclados alla Keith Emerson en su originalidad, que no en rimbombancia. Y eso es algo que debe quedar claro, debido a que en Hansson prima el hecho de poner tierra de por medio entre los estilos de aquél o de Rick Wakeman con respecto al suyo cual solista. “The Black Riders / Flight To The Ford” y “Shadowfax” contienen algo de fusión y arreglos con lazos atados a diferentes formas de entender el folclore tradicionalista del Norte y Europa Central. Algo así como lo que dibujaba con sus arreglos musicales Eroc en el LP Eroc 4.
“At The House Of Elrond / The Ring Goes South” casaría con los Genesis de vena introspectiva y muy meditada de sus primeros cuatro discos, pasando de los aires psicodélicos a los progresivos, mientras “The Grey Havens” podría ser una reinvención de aquel “Albatross” de los Fleetwood Mac en etapa blues, aunque con un teclado juguetón. Todo ello hace que este disco choque con uno de sus trabajos futuros igualmente basado en una creación literaria: Music Inspired By Watership Down. Y es que, aunque para rellenar pentagramas teniendo en mente el Wathership Down de Richard Adams asentó unos cimientos similares, el grueso de la obra de 1977 es más complejo y florido en ideas; más progresiva, si se quiere ver así.
Escrita en tres volúmenes, El Señor De Los Anillos partió del cerebro del escritor John Ronald Reuel Tolkien como la recreación de un mundo de fantasía sin parangón en la literatura del género. Para ello creo un mapa desde cero, colmándolo de habitantes de toda índole. Con sus versiones para la gran pantalla, llevadas a cabo por el director neozelandés Peter Jackson, es difícil que aún quede alguien sin conocer –o que al menos le suenen– los nombres de Aragorn, Frodo, Gandalf o Gollum. Sin embargo, tal vez sea más esclarecedor destacar el fondo de la obra, núcleo de trabajo que sirvió a Tolkien para rebuscar en sus pasiones por la mitología, la filosofía y ciertos aspectos de la religión. De igual manera se asegura que le cautivó, al igual que al compositor Richard Wagner, la saga Völsunga, uno de los textos finlandeses que más a impactado en todo tipo de creadores dentro del género fantástico y que data del siglo XIII. De allí salió El Anillo Del Nibelungo al igual que seguramente una marcada influencia que cautivaría a John Ronald Reuel –aunque él siempre lo ha negado–. Sí parece que se confirma la fuerza que ejercen en la imaginación de Tolkien las narraciones que hablan de Beowulf o Macbeth.
Y todo ello lo tuvo muy en cuenta Bo Hansson a la hora de enfrentarse a tan impresionante reto –que sería escrutado con lupa por los seguidores de la saca de los anillos–, deseando por tanto ir más allá de la historia llegando al mismo corazón de sus personajes o tramas. Aun así, el instrumentista no salía de la nada. Guitarrista y, ante todo, virtuoso teclista, Bo montó un dueto de lo más revolucionario con el baterista Janne Karlsson. Era la segunda mitad de los 60 y su calidad como apuesta artística les sitúa en posición de telonero para la formación británica Cream. Ellos bebían de esa original psicodelia, sin hacerle ascos a lo que grababa el trío The Jimi Hendrix Experience.
Tras Lord Of The Rings seduciría a su audiencia gracias a The Magician’s Hat, más jazzy y con unas guitarras que tomaban un nuevo sentido en cuanto a hegemonía de notas o arreglos se refiere, al igual que a Mellanväsen (Attic Thoughts); el segundo de los citados, extraña edición que los suecos escucharían en el 73 pero que el resto de los compradores no pudieron adquirir hasta dos años después. Y así continuó, ya fuese aceptando retos paridos desde su cacumen como desarrollando música inspirada en novelas o libros –Music Inspired By Watership Down–.
por Sergio Guillén
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