Esta agrupación catalana captura en todo su esplendor el relajo del Mediterráneo con una suerte de jazz fusión anclado en las raíces del noreste patrio.
Diumenge de 1975 será su primer elepé, la gran muestra de valor de los hermanos Esteve, Joan y Josep Fortuny. El carácter étnico de su primer parlamento instrumental se funde con las imágenes renovadoras que en los estilos experimentales ya se están pariendo en el extranjero. Una hipnótica base rítmica aporta sabor a un inusual despliegue de saxos, guitarras, tanto eléctricas como españolas, y teclados. Llegan a tratar aires de funk y subliman composiciones como “Euforia”. Hay una mezcla inicial de ambientaciones que terminan desatando la sensacional tormenta de montaña rusa sonora.
En su segundo vinilo L’Oucomballa (1976) continúan la labor de emparejamiento entre la música del folclore catalana y el jazz más atrevido. Aun así, este disco es todavía más evolutivo que su antecesor si nos fijamos en su clara intensidad a la hora de plantear los desarrollos creativos. Se potencia el medioambiente como fuente de música dispuesta a mutar desde el simple ruido genérico. Se juega con el “jamming” de una forma salvaje, y mantienen interesantes sortilegios sobre destellos como “Mater Maritima”.
A la tercera va la vencida. La culminación es cosa hecha para 1977. Tramuntana representa la consagración de los primeros Dharma. A esas alturas estaba claro que no eran los únicos en enarbolar la bandera del progresivo catalán, que no parecían primeros en hacer que se cruzasen las dos líneas estilísticas que caracterizaron a dicha vertiente, pero sí se podían sentir orgullosos de ser uno de los nombres que mejor estaba dando forma al invento. Sin embargo, y lejos de querer desmarcarse de sus anteriores grabaciones, en cierto modo las reivindican. Tal vez la idea correcta sea la del lazo de unión, o por lo menos eso entiende el oyente al descubrir que el “Tiru-Tiru-Ritu” final de L’Oucomballa es recuperado para iniciar la nueva obra, aunque ahora a más revoluciones.
En este vinilo surge una extraña connotación vanguardista, sobre todo en creaciones como “Focs De Sant Joan” en la que el saxofón se encarga de mantener el colchón folk tradicionalista para agradecimiento del resto de la guardia Dharma que ataca a la fusión de ramalazos rock. Destacable es el tema que titula el elepé, creación que hace sus gorgoritos desde la improvisación más descarnada. Fundamentos catalanes para crecer en centímetros a sus algo más de diez minutos de duración. Fuegos de artificio tan reales que se convierten en fiel paleta de colores para extrovertidas diabluras musicales. Para los más exigentes en cuanto a solos se refieres, Companyia Elèctrica Dharma guarda en sus filas a Josep Fortuny, un preciso baterista que luce su arte en “Festejada (De Timbals)”. Cava de exquisito sabor para recrearse con una escena que ya tenía su propia denominación de origen.
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