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ROZ VITALIS: Discografía-Inicio. “L´ascensione” (2002)

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Cuando uno escribe sobre música exclusivamente por placer y nada más a cambio, es algo parecido a cuando se pinta, se dibuja, queda con su banda para aporrear la batería, realiza música virtual que solo escucha él, se sienta en una terraza a beber cerveza, tomar vermú, charlar con otro outsider de lo irreverente, reírse del mundo y de la vida, o simplemente el día que no quieres ver a nadie, que en mi caso son muchos, tumbarse en el sillón mirando al techo sin hacer nada pensando en lo imbécil que ha llegado a ser el mundo y sus gentes yo mismo incluido en muchas ocasiones, porque de la idiotez nadie está completamente vacunado. 


Si piensas en política te entra un malestar terrible porque solo ves esvásticas en un futuro próximo y psicópatas organizando la vida de los demás. Te preguntas donde están el espíritu crítico, el librepensador, el hombre de la ilustración. Todos son cada vez menos. La tecnología de hoy en manos siniestras diseñada especialmente para embrutecer o zombificar porque pensar es malo para el negocio. El fin está claro: eliminar la inteligencia. La importancia hoy de no creer absolutamente en nada ni en nadie es absolutamente vital. Desconectar por completo porque el programa de vaciar las mentes de contenido se extiende como la peste y la mentira absoluta que es la vida puede complicarnos la existencia si no llevas un traje de amianto. La música y las artes es al menos lo que nos amortigua en algo los letales efectos de esta aberración biológica y absurda. La música es un mundo paralelo a la realidad y al desastre. Siempre lo ha sido. Algunos dicen que es el mejor analgésico que existe para el dolor del espíritu, pero no para el dolor de cabeza que siempre es algo contra indicado. Hay músicas con contenido social y “físico” y otras exclusivamente para la evasión e imaginación. Estas son la que importan.

Roz Vitalis es una banda creada en San Petersburgo por el compositor y teclista Ivan Rozmainsky en 2001. Al principio era él solamente. Un caso parecido a Gennady Ilyin de los Tragedies, aunque su música es muy diferente. Ya vengo apuntando desde hace tiempo que el futuro de la música progresiva más inteligente se encuentra en las bandas que han adaptado la tradición clásica, académica o contemporánea o de vanguardia en una nueva forma etiquetada como “Chamber Rock”. En realidad, la fórmula inicial para definir esto se llamó hace décadas con mucho menos cuidado y refinamiento: rock in opposition, zeuhl, avantgarde y otras denominaciones ariscas por su tendencia sonora corrosiva y nada comercial. Esto creó un abismo entre el oyente y el intérprete. Generalmente yo como músico veía disfrutar a esos otros músicos en el escenario haciendo cosas extravagantes y sonidos extraños y por el otro lado caras de aburrimiento en la platea salvo a cuatro snobs dando el cante y haciéndose notar de “enteradillos”. La línea entre música y “tortura” no estaba ni está bien definida. El subir a un escenario a hacer un “happening” o una “performance” fue muy común en las esferas pseudo-intelectuales de mi época. Daba igual lo ridículo o lo genial, términos ambos vacíos de contenido. Una propuesta musical debe captar la atención, pero generalmente se buscaba más la provocación y el malestar como fórmula “contracultural” como se decía entonces. Yo generalmente me pregunto que si no hay cultura ¿cómo puede existir una contracultura?. Ya solo la palabra contracultura es una aberración. Contracultura es dedicarse a la política para engañar. Contracultura es también la TV y toda su materia orgánica de contenedor unido a los periodismos digitales y su ponzoña de crueldad. Contracultura son las creencias de todo tipo y sus perniciosos e infames mensajes contra la inteligencia. Contracultura es maltratar a los animales. Contracultura es todo lo que no es cultura y la cultura como bien sabéis es todo lo contrario a estupidez, retraso, ignorancia y sobre todo maldad. ¿Por qué no estudian la estupidez en psiquiatría que es el origen natural del ser humano? Hacer buena música que sea interesante o que toque nuestra fibra es la cultura que aquí nos toca lo demás son flatulencias que arrastran materia fecal.

A Roz Vitalis se los etiqueta como Avant Prog y RIO. No es tan simple. Conocéis mis reticencias a clasificar la música. No todo lo que suena “raro” o complejo pide un cartelito o una definición. Conforme vaya escuchando sus discos, tarea que no he realizado previamente, porque no pretendo ser el Larousse en musicología y me pica la curiosidad hacer las críticas y comentarios sobre la marcha. “L´ascensione” es en trabajo previo de esta extraña propuesta. Veo que las críticas que he visto por ahí no son muy positivas. No parecen gustar mucho. En toda mi vida siempre he hecho caso omiso de las críticas musicales ajenas. Al staff de esta revista digital le ocurre algo parecido. Llevar muchos años en esto te da una perspectiva diferente y adquieres cierta frialdad analítica. El hecho de que en mi caso me deje llevar por la emoción en la música que más me gusta que es lo sinfónico, no implica que no pueda realizar un análisis objetivo que no valore otras opciones musicales completamente válidas. Evidentemente si tienes contacto con las músicas de vanguardia que se desarrollaron varias décadas atrás lo tendrás más fácil. Con la música hay que tener siempre apertura de mente. Otra cosa son los gustos personales de cada uno. 

Ivan Rozmainsky keyboards, programming, soprano recorder. Nadezhda Regentova keyboards, vocals. Vladimir Polyakov  keyboards. Vassily Raskov  programming vocals y  Ekaterina Sophronova vocals son los créditos de esta grabación de 2002. La música aquí realizada no es fácilmente clasificable. Por lo escuchado me recuerdan más a las bandas alemanas de kraut electrónico de inicios de los 70´s pero exento casi completamente del concepto rock. Todo son teclados y baterías cibernéticas o procesadas con algún elemento acústico y no tan vanguardista como parecen indicar algunos. No hay ausencia melódica. Está ahí y no es un paseo por un desierto de espinos disonantes. En absoluto. No es un caos sonoro y yo diría que está más cerca de la limpieza minimalista y de la simplicidad, aunque se empleen extraños acordes y tonalidades. La grabación es algo opaca y soy consciente de que es algo que nunca ayuda. Es trasfondo clásico y cierto ambiente de claustro en las voces que se combinan a veces con caprichosos elementos épicos cinamatográficos. Las incursiones de órgano pueden recordarte a unos cuantos prog pero también hay mucho sonido electrónico demodé curioso que puede recordarnos a Popol Vuh y a las bandas sonoras de Werner Herzog.


Los ocho cortes de esta grabación son pinceladas sonoras que no implican demasiada complicación en su escucha, aunque a priori puedan parecer terriblemente intelectuales. Si te gusta la electrónica de los 70´s con alguna incursión de instrumentos acústicos como flauta o piano no te parecerán una cuesta demasiado empinada.
Alberto Torró







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