Hay que reconocerles que tal como estaba ya el “black panorama” setentero le echaron narices para grabar el que sería el último trabajo clásico en su discografía. 1978 pudo ser un año cojonudo para que todas las bandas del prog rock y del symphonic prog hubiesen terminado su carrera de manera digna y sensata. No fue así claro. La mayoría habían ganado mucha pasta y la posibilidad de hacer mala música para la década que venía y encima ganar más pasta tecno pop con dos acordes y sin necesidad de romperse la cabeza fue un camino que tomaron la mayoría. La lógica del negocio. Porque cuando uno entra en este mundillo se le van todos los pajaritos de la cabeza y si por tirarte un pedo te dan más pasta que por hacer una sinfonía se acabó toda duda y remordimientos.
Cuando nos acercamos a 1980 la lista de traidores a la causa “progresiva” es interminable: Genesis, Yes, Pink Floyd, King Crimson, ELP, Jethro Tull, PFM, Banco, Gentle Giant, Caravan, Moody Blues, BJH, Renaissance y por supuesto Ange entre muchos otros que no cito por no alargarme más. Aquello fue un fraude generalizado para los amantes del estilo, pero como músico entiendo que si quieres seguir en esto debes adaptarte o la empresa te manda a tomar por el culo sin vaselina. Los que os formasteis musicalmente en los 80´s y en adelante tenéis lógicamente otra visión menos radical que la mía. No puedes acostumbrarte a una cosa de cierto nivel y que luego te la quiten de repente y eso es lo que a mí me pasó.
“Guet – Apens” tiene la particularidad de que tiene composiciones ligeramente más largas que de costumbre. La música es exactamente igual de sonoridades que sus anteriores discos, pero acuso un mejor sonido y producción. Algunos incluso afirman que este es el mejor disco de toda su discografía. Debo apuntar que para 1978 muchos de los fans que yo conocía de Ange no hicieron ni caso de este disco, probablemente porque ya se estaban apuntando a las nuevas modas del imperdible en el nabo y el pezón y empezaban a renegar de mellotrones y pasajes en los que había que poner atención. Si tengo que valorar en algo a los sonidos de los 80´s es que no hacía falta pensar, solo mover el culo y naturalmente el éxito estaba asegurado. Todo oyente con encefalograma plano feliz de la muerte.
Las piezas de este álbum no entran tan fácilmente. Es más sinuoso y armónico que los demás y salvo algunos pasajes, sin tantos aspavientos en voces y cambios. Más ondulante y refinado en el tratamiento de la composición de las canciones. Para mi gusto bastante mejor y menos verbenero que los malandrines equilibristas del disco anterior. Las guitarras tienen buenos momentos en este disco por parte del sustituto Claude Demet, mucho más fino que Brezovar. El inconfundible sonido del mellotrón y el órgano orquestan todo el programa. Todo parece tener más cuerpo. Los 14 mtos de la dramática “Capitane Coeur De Miel” son posiblemente de los mejores momentos musicales de esta banda francesa que a partir de aquí perdería completamente norte hasta casi los 90´s. Del resto de su amplia discografía hablaré tan solo de dos trabajos que aparecieron en 1989 y 1992 respectivamente. Eso será las próximas semanas.
Alberto Torró
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