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GALADRIEL: Llámalo realidad (Entrevista con Jesús Filardi en 2009)

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España. Años 80. Entre Movidas varias, esa Nueva Ola con “neón de color rosa” que “se hace cargo de las cosas”, que diría Miguel Ríos, los aires de hard glam y otros inventos, todavía quedaban soñadores que se embelesaron con las posibilidades de una corriente como la tildada de neo progresivo. Creadores inquietos que habían adorado a Genesis y todo ese alarde sinfónico de sus contemporáneos, y que una década después veían en diferentes propuestas británicas una segunda oportunidad para un género al que muchos hicieron por enterrar. Galadriel resultó una de esas bandas que se permitió soñar más allá de las modas patrias. Su cuarto Calibrated Collision Course, una de las grabaciones más punteras de 2008, dejó a la vista de todos unos planteamientos tan abiertos como sinceros. Jesús Filardi, vocal y letrista del conjunto, me cuenta su particular carrera de obstáculos por defender junto a Galadriel una música con la que nuestros sentidos se puedan congratular.


Sergio: Galadriel se puede considerar la formación española hermana de todos aquellos grupos que en los años 80 recuperaron el gusto por el rock progresivo de tintes melódicos y arreglos intrincados, ese neo progresivo que pronto se puso de moda de la mano de Marillion, Pallas o IQ. En 1988 aparece Muttered Promises From An Ageless Pond, ¿cómo se sentía Galadriel en ese momento y cuál era vuestra percepción de la escena en nuestro país finalizando aquella década?

Jesús:En aquella época no teníamos apenas contacto con las demás formaciones musicales del momento en España, ya que a decir verdad no había muchas. Vivíamos en nuestra pequeña isla intentando montar nuestro proyecto de forma que durase en el tiempo. Fueron momentos de grandes promesas y esperanzas. Estábamos muy ilusionados con componer y grabar. Eran nuestros principios. Costó arrancar pero había tanto entusiasmo y empuje que nos sentíamos capaces de superar cualquier tipo de barrera. Recuerdo que por el año 84 visité Londres por primera vez y me compré todos los vinilos que pude de IQ, The Enid, Pallas, Marillion, Twelfth Night. A mi vuelta los iba devorando uno a uno y convenciéndome a mí mismo con cada canción de que esto era a lo que me quería dedicar. Compraba las revistas Popular 1, Vibraciones, especiales de progresivo y estudiaba a todos los grupos sajones que disfrutaban de su revival sinfónico ochentero. Los admiraba a todos. En una de las revistas, que aún conservo, hablaban de Twelfth Night y de su nuevo cantante Andy Sears. Incluso aparecía una foto suya al lado de fotos de Fish o The Enid. Cómo podría imaginarme yo que veinticuatro años más tarde aquel cantante participaría en nuestro último disco haciéndome voces de apoyo. ¡La vida es la hostia, macho!

 

Sergio: Es llamativo que, manteniendo un sonido tan característico, una idea artística tan compacta e ingeniosa, un carácter tan personal y poco grabado en España, al final vuestros discos se distanciasen tanto en el tiempo. Vuestro anterior Mindscapers data de 1997. Se os echaba de menos. ¿Cómo se ha constituido este regreso?

Jesús: A medida que te haces mayor la vida se va complicando mucho. Te vas dando cuenta de lo mucho que te va exprimiendo el trabajo diario de 8 a 5 y que cada vez cuesta más simultanearlo con el grupo. Luego te comprometes con una chica, tienes hijos y si antes hacías malabarismos con tres piezas de fruta en el aire, de repente se convierten en cinco. Para evitar que no se caiga toda la fruta al suelo empiezas a dividirte, pero cuesta un cojón. Mucha gente lo va dejando porque comprueba que escasean los bolos, que no hay pasta y que cada mes hay que pagar el local de ensayo. La formación se rompe en pedazos mil veces y en más de una ocasión te preguntas “para qué coño seguir”. Este estado de ansiedad es justo lo que pretendía reflejar en las letras del tema Mindscapers. Si acabas metiendo todas esas cosas que te han acompañado durante tantos años en una caja de cartón para subirlas al trastero porque parece que han perdido el valor que tenían… ése es el momento, tío, cuando estás realmente jodido y te rindes ante el sistema. El sistema no quiere soñadores, quiere mano de obra barata para enriquecerse. Al sistema le da igual tu colección de muñecos de Star Wars o los cuadros que solías pintar cada verano en el pueblo de tu novia. Acércate mucho y te acabará engullendo. No hay que dejar de soñar.

Sergio: Galadriel es un proyecto que siempre le ha dado gran importancia a sus letras, y eso es algo que los neófitos podrán comprobar al descubrir que en Calibrated Collision Course incluís en su libreto los textos tanto en inglés como en castellano –como ya veníais haciendo–. ¿Utilizáis alguna balanza simbólica para buscar el punto exacto en el que música y letra consigan iguales puntos para la suma final de lo que sería cada nuevo tema?

Jesús: Efectivamente, todos nuestros discos incluyen las letras en los dos idiomas. Yo me crié en Toronto. Pasé diez años de mi vida en Canadá y el inglés se metió en mi cerebro cuando era bien pequeño. Me siento muy cómodo leyendo, escribiendo y cantando en inglés, como es evidente. Pero por otro lado, somos una banda española y me esfuerzo en ofrecer el equivalente de las historias en castellano. No todo el mundo está obligado a saber inglés, así que me lo curro el doble –a ver qué grupo hace algo parecido– e intento satisfacer al mayor número posible de personas. Normalmente arrancamos primero con la música y, según lo que me sugiera, le busco el traje que más le conviene. Envolver una canción con una historia tiene su miga. Pero es un ejercicio muy saludable. Es como un puzle, le voy colocando las palabras según me va pareciendo, y luego le doy más y más vueltas. De repente un buen día parece que tiene vida propia y se va adueñando de ti. Es muy gratificante. La única canción que arrancó al revés fue “Las Piedras Grises De Escalia”. La idea base la tuve en la cabeza varios años antes de componer la música.


Sergio: Tras vuestro espectáculo en el II MAMFest uno de los comentarios que más se repetía entre los asistentes es el detalle de que canciones como “Calorie Street” fuesen interpretadas en castellano.

Jesús: Esto me produce una gran satisfacción. Estoy cada vez más orgulloso de cómo planteo mis letras en castellano. Creo que he tardado mucho en convencer a la gente de ello. Disfruté tremendamente con “Calorie Street” cuando empezamos a meternos con ella. La razón es muy sencilla: la mayoría de los grupos de rock progresivo (nosotros incluidos) hacen/hacemos temas híper dramáticos y muy serios. Lo raro en el rock progresivo es encontrar un poquito de humor. Un poco de humor de vez en cuando viene bien. Cuando “Calorie Street” empezó a tomar forma lo vi enseguida y sabía que podíamos hacer algo bueno. Ahora estamos preparando un vídeoclip y estoy seguro de que lo vamos a pasar bomba. La gente cuando lo escuchó en el MAMFest pudo meterse inmediatamente en la historia porque no tenía que salvar la barrera del idioma. Eso es fundamental.

Sergio: Igualmente vuestra forma de plantear la teatralidad de cada concierto tiene esos tintes del Peter Gabriel dado al disfraz y las múltiples personalidades escénicas en Genesis, algo que posteriormente tomaron vocales cual Euan Lowson, cantante que junto a Pallas recreaba las fechorías de un criminal destripador con “The Ripper” –incluyendo casquería– o se montaba todo tipo de mascaradas, algo que ya tenía como norma el propio Fish, dado a los maquillajes más impresionantes. Galadriel mete mucho atrezo y gran cantidad de veracidad para que el show cobre una nueva dimensión, para acercar la escena al público. ¿De dónde surge todo ese universo escénico? En cierta manera, lo que se pudo ver en “Calle Caloría” me retrotraía a unos años atrás, cuando en sus últimas giras Meat Loaf recuperaba “Dead Ringer For Love” haciendo con Patti Russo un montaje parecido. ¿Qué otros artistas tenéis como influencia en cuanto al apartado visual de cada nueva interpretación en directo?

Jesús: Bueno, no es ningún secreto que Genesis siempre ha sido un referente fundamental en mi carrera, sobre todo la época de Peter Gabriel. El cantante es la persona que más poder tiene para conectar con el público e invitarlo a formar parte de las canciones. Pero hay más artistas que me han influido, como por ejemplo Kate Bush o Jethro Tull. De pequeño sentía una especie de respeto reverencial cuando iba a un teatro o a una sesión de cine matinal en donde la atracción del escenario era superior a mí. Hoy en día me sigue hechizando la magia que sale de un escenario cuando voy con mi hija a alguna función infantil. No olvidemos que la humanidad se ha construido alrededor de una fogata contando historias. Se pueden hacer muchas cosas con sólo un poquito de imaginación. Si encima lo respaldas con una música como la que hacemos, el entretenimiento está garantizado. Mucha gente nos ha comentado que deberíamos de ofrecer nuestra música para películas o documentales porque es muy descriptiva. Es algo que si ocurre algún día, seguramente no defraudaremos.

Sergio: La aparición en el segundo año del MAMFest de Manolo Macia en el escenario me imagino que significó algo muy especial para la banda, ya que para los seguidores fue algo así como el momento mágico de la velada. La química se olía a kilómetros. Jesús, ¿cómo os conocisteis Manolo y tú? Me pareció muy emotiva tu introducción para presentarle, recordando aquellos inicios de la agrupación.

Jesús: Un día me llamó una persona llamada Ángel Romero, quien había escuchado hablar del grupo Algor en el que estuve cantando durante un par de años. Mi misión era sustituir al cantante titular que estaba en el servicio militar. En Algor se hacía rock sinfónico y Ángel, que ha sido un gran amante de este género, pretendía dar apoyo a cualquiera que se atreviera con una propuesta musical semejante. El primer día que conocí a Ángel fue en el concierto de Marillion en Madrid cuando estaban presentando Misplaced Childhood. Hablamos de Algor, pero también le expliqué como mi corazón estaba en un proyecto propio al que le faltaba aún nombre. Me preguntó por la formación y le dije que necesitaba un guitarrista más aparte de Manolo Pancorbo. Él fue quién me habló de Manolo Macía. En aquella época, Manolo por su cuenta ya le había escrito a Ángel contándole que tenía un grupo pero que estaba haciendo la mili en Melilla y que pensaba trasladarse a vivir a Madrid muy pronto. Como si de magia se tratara, mi familia decidió ir a visitar a un hermano mío que también estaba haciendo el servicio militar –joder cuánta mili se hacía antes, ¿no?–. Aproveché la visita de mis padres para conocer a Manolo. Me acerqué al cuartel que me indicó y pedí verle. Me dejaron pasar y a partir de ahí empezó nuestra relación. Le llevé una maqueta que habíamos empezado a montar del tema “Summit” con David Aladro. Lo escuchó y cayó en mis garras a la primera. Desde entonces, y a pesar de su marcha en el 88, después de grabar juntos Muttered Promises From An Ageless Pond, seguimos siendo grandes amigos. Entre nuestros planes está grabar juntos algún día un disco.

Sergio: ¿Sobre qué basamentos se fundamenta Calibrated Collision Course? Qué motivaciones guían las canciones para sentirse tan actuales y a la vez intemporales, abriendo puertas para la nueva camada de oyentes progresivos.

Jesús: Desde el punto de vista de las letras hay un poco de todo: estados de ánimo diferentes que se enfrentan al mundo tan loco en el que vivimos. La soledad de los más desfavorecidos, el paso del tiempo, adicciones al consumo y a la notoriedad. La creación del universo y los distintos períodos por los que atravesó nuestro planeta antes de que llegara el hombre y amenazase con cargárselo todo. Musicalmente diría que demostramos un cierto aperturismo para compaginar el rock progresivo con otros elementos musicales igual de válidos. Lo que hacemos no me suena antiguo sino bastante contemporáneo y personal. La búsqueda siempre ha de estar presente y sólo así se puede evolucionar a otros niveles. Si solamente compusiéramos en la línea, por ejemplo, del Muttered Promises From An Ageless Pond, seguramente agradaríamos a ciertos sectores del rock progresivo pero estaríamos dando vueltas sobre lo mismo. Esto no nos conviene. Es como si comieras todos los días lo mismo, al final acabarías estreñido. Al cuerpo hay que darle de todo un poco y variado; pero con ingredientes de primera, claro.

Sergio: ¿Tenéis en mente otras vías de escape creativo para un futuro próximo o habéis decidido retomar Galadriel con afán de continuidad?

Jesús: La aventura de Galadriel acaba de empezar, tenemos muchas ideas en el tintero. La música para nosotros es como respirar, y si no respiramos nos morimos claudicando frente al sistema. No hay vuelta atrás. El camino es siempre hacia delante, experimentando y pasándonoslo bien. Aunque posiblemente demos salida a otras inquietudes musicales, creo que queda Galadriel para rato. Nuestro bajista y compositor, José Bautista, por ejemplo, acaba de grabar su primer disco en solitario. Pretende editarlo junto con un libro donde incluirá fotografías suyas de un viaje muy interesante que realizó a Japón hace años. Lo recomiendo a todos los de paladar exigente.

Sergio: Jesús, me gustaría preguntarte por tres influencias culturales que a mi entender casan con tu forma de expresarte cual creativo: el mundo de la música, la literatura y el séptimo arte, ante todo por ese pensamiento tan visual. ¿Qué disco, novela y película te han marcado como artista a lo largo de tu carrera?

Jesús: Es muy difícil resumirlo todo en algo tan escueto, pero lo intento: 1) Durante el verano del 81, pasé unos días en Barcelona, en casa de unos amigos de mis padres. Tenían un hijo tres años mayor que yo que escuchaba rock progresivo. Yo aún no me había metido en este terreno musical. Por las noches, al acostarnos dejaba puesto el A Trick Of The Tail de Genesis en su giradiscos hasta que nos dormíamos. Las puertas de la terraza las dejaba abiertas de par en par y se colaban de vez en cuando todos los sonidos de la vida nocturna de Barcelona. Para mí fue como una revelación, como una experiencia espiritual difícil de explicar. Me transmitió tantas cosas. 2) La ciencia ficción es junto con la fantasía mi estilo preferido para libros y pelis. Libros como 2001: Una Odisea Espacial o El Señor De Los Anillos de Tolkien me han influido mucho. 3) En cuanto a pelis, Alien ocupa un puesto alto sobre todo porque me pilló en una edad muy impresionable. Pero a medida que me hago mayor, voy prefiriendo una magia más sutil como Delicatessen o tantas otras que son imposibles de incluir aquí. Sobre todo las pelis que te hacen pensar, como Leolo.
por Sergio Guillén
sguillenbarrantes.wordpress.com





 





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