Desde Arrakeen en Francia al británico Casino de la ruina londinense, Sylvain Gouvernaire, recorrió un camino en el quizá tuvo que vitaminar el mar despojándose de grasientos pelillos aprendiendo de errores excomulgados, porque a fin de cuentas el pasado, es simplemente pasado, y ciertos capítulos deberían de estar actualmente más que enterrados.
El arco perfilaba un Iris idóneo para que Gouvernaire cruzase un desierto de árida humedad, en el que el galo materializa el temperamento perdido en los años de auto búsqueda en la estrecha sala del desencuentro, a pesar de que tras los burladeros de un ruedo tan amargo como picante, Clive Noland entre otros bandoleros de la antiprogresión, contribuyesen a que Gouveirnare ignorase un salto vertiginoso hacia un vacío cuya red sita bajo el trapecio no lograría amortiguar el impacto de la decepción. A pesar de que en aquel entonces, Cozy Powell y su contundente sencillez pasional y personal, alertasen a Gouvernaire de que el mejor vuelo, es aquel que provoca la elevación con los pies firmes sobre el más equilibrado de los suelos.
Durante un largo proceso de elaboración aplicado a ocho temas que se registran durante el año 1995, en un momento en el que la Neo Prosgnosis vírica se expande por USA y Europa de forma descontrolada y sin un tratamiento eficaz capaz de combatir su inapetente propuesta y excesiva expansión, Sylvan Gouvernaire le da el trabajo prácticamente hecho al bajista Peter Treawavas y al baterísta Ian Mosley (el pulso vital de Marillion) para que ambos contribuyan con una lectura más apropiada al bolillo de encaje, para grabar con total fluidez y escasos arreglos (innecesarios) una obra aplastada despiadadamente por la apresurada producción de la misma, cometiendo un falta en ataque jamás señalada por un colegiado que aplico la ley de la ventaja, en tiempos de un cólera de leves excesos con descarada trayectoria hacia la hecatombe de la vanguardia.
Peter Treawavas prescindió a lo largo de su trayectoria profesional del empleo de técnicas como el Pizzicato, apostando por un concepto limpio en el uso del Plectro, para definir el cuerpo de un Groove que le ha servido como modo distintivo dentro y fuera de Marillion, Transatlantic o inclusive en el proyecto que nos ocupa, Iris. ¿Y dónde está su presencia, en esta experiencia de ocho pasajes instrumentales? ¿Quizá la ilógica compresión analógica engulló sometida por las prisas a condena las líneas de Peter?
Ian Mosley, desde sus inicios ha desarrollado viejas técnicas de precisión de notas sobre platos, con predominio de la sutil y elegante técnica de dedos en el apoyo de notas dinámicas sobre los platos ¿Dónde está la presencia cobriza de Mosley, y el cuerpo de sus distintivos desplazamientos. O el Heel Toe de ambos pies, o el cuerpo de una imperiosa caja de 14 X 8 en este cruce sobre un desierto de ilustre imaginación en la caza y captura de la evocación emocional?
Sylvain Gouvernaire ha ido dándole prioridad al aprendizaje para asumir la evolución sobre la lógica vampiresca de manera anti amorfa, pero sin eludir pecados estridentes cometidos sobre elementos tecnológicos de apatía simétrica. Y esto le sucede en el mejor de sus momentos como compositor.
A Crossing The Desert y su integro mensaje de placenteras moderaciones, alejadas de obstinaciones dominantes, le ha faltado un cuerpo de seguridad, para enriquecer lo que posiblemente hubiese sido una de las producciones discográficas más redondas de un año 1996, del que... Válgame Dios si la ancestral escuela de la república de la reinvención hubiese asomado la cabeza no sólo en aquel año, sino desde 1993... Hasta un 2020, en el que la reinvención aquí, y allá en el otro mundo, menos gloria encuentra de todo, por eso mi memoria retrocede puntualmente a lo que más ha destacado en Gran Bretaña y el resto de un medio mundo Neo Progresivo de caderas fracturadas.
Lástima de un cuerpo coherente para el remate final de un disco nada embarazoso, de genuina vanguardia que por otro lado, ha esquivado toda retaguardia tanto fucsia como sepia.