Hoy toca injusticia grande. De esas que nos topamos en la historia del rock, a poco que rasquemos en ella. En los primeros 70, y desde New London (Connecticut), un ilusionado quinteto pone en marcha Baxter.
Banda tendente al hard rock que destaca por su área y es fichada por Paramount en 1972. En 1973 les edita su homónimo debut, al que no he tenido acceso, ni he localizado en "internez". Algo me dice que era bueno de cojones. Pero las pobres ventas, traen las consabidas presiones de la compañía. "Queremos algo más pegadizo", "os ayudará en la composición gente externa al grupo" y otras frases de mierda que no hacen más que hundir la autoconfianza de una buena banda. Sin embargo, el siguiente movimiento de Baxter, me recuerda poderosamente al que hicieran Rush tras la pobre respuesta de "Caress of Steel". Y la calcada reacción de la compañía. Queréis comercialidad? Pues toma dos tazas de lo contrario! En el caso de Rush fue para bien, con aquel "2112" que les llevó a la fama. En el de los pobres Baxter, todavía se complicó más. Paramount es vendida a ABC en 1974 y se pulen a todo aquel que flojea en ventas. Baxter a la calle. Y su mucho más progresivo "Dance of Delight", en un estante criando polvo. Así que la separación no tardó en venir.
Doug Arioli y Steve Belgrade (guitarras, voces), Edwin Damus Parry (bajo, voz), Steven "Kaye" Kirshenbaum (teclados) y Lawrence "Larry" DiNatale (batería), abandonan definitivamente. Hasta que este último y el productor Doug Clark, remasterizan ambos álbumes en 2005 para una futura edición en cd, que no se llega a producir. Aún así se comercializan algunas copias. A día de hoy, lo de Baxter sigue siendo un misterio. Los rescatadores hispanos Guerssen, lo intentaron de todas las maneras posibles, sin éxito. Sigue en el limbo.
Aquí traemos ése segundo grial que todavía no tiene forma física. Sólo su sitio digital en Youtube......con el beneplácito de la banda. Curioso es que se muestren reticentes a una edición oficial, pero lo regalen en la red. En fin, escuchado y asimilado, "Dance of Delight" es una exhibición desorbitada de esencias hard prog.
"Start Don't What You Say" (6'26) juega al equilibrista entre los dos estilos, y su balanceo también lo mantiene en éste tema en la psych music ya pasada. Aunque influyente en el contexto de Baxter. Como el gran Philippe Petit sobre las Torres Gemelas, así de equilibrado se mantiene el estilo de seguro sonido de Baxter. Con guitarras en constante movimiento y Hammond de guardaespaldas, voces grupales y un cantante (que no sé quién es), muy agradable. "Lines" (5'02) entra en el alumnado Yes. No se aleja de Infinity, Pre, Starcastle o Druid, por su raíz afirmativa. Voz andersoniana, retozón mini-moog y solvente garantía vocal.
Siguiendo por ésos ricos senderos, "Toward Sucess" (7'09) lanza también cálidos rayos jazzy. De nuevo la pugna guitarras-teclas es todo un glorioso pique, del que el oyente sale ganador. Se moldea al modo teatral, recordando a los Demian de "Rock Star Farm", (de ese mismo 1974). Y de superior nivel similar. El ritmo es apisonadora inteligente, las líneas de guitarra me entusiasman y esto es hard rock con el cerebro de un experimentado tenista/ajedrecista. Más proggy se muestra "Tasha" (7'53), en una dirección Yes del "Relayer" (otro del 74!). Con cambios imprevisibles de humor, y bipolaridad de arreglos que sorprende. Con otro trabajo rítmico y guitarrero excepcional, y fraseos de teclados y vocales llenos de sensibilidad Squire. Sobrenatural.
Vuelve el lado Mr. Hyde-hard rock con "Point of Blue", y esto podria estar en cualquier álbum de Styx, etapa John Curulewski. Mismo riff nervioso, cuidadas voces y tensión electrificada bañada en elegancia. Finaliza ésta visita al Museo de las Causas Perdidas con "Dance of Delight" (15'32) y su colosal instrumentación, calidad vocal y dramática interpretación casi de Broadway. Vale cada segundo de su escucha. Aquí todo es pluscuamperfecto. Incluido un sólo de batería tan bestial como el de un joven Neil Peart. Y un clímax final perfectamente equiparable a los Rush de los tres primeros discos. Solo de guitarra, sólo de verdad, sin nadie más. Que más parece un duelo entre Ronnie Montrose y Neal Schon. Para terminar en absoluto sinfonismo abracadabrante.
Si éste álbum no es el primer artefacto pomp de la historia, poco le falta. Un monstruo del género por pleno derecho, que se grabó en 1973. Sigue sin edición. Qué pena.
J.J. IGLESIAS