A pesar de que Dakila era una banda de Filipinas, no los encontrarás en ninguna lista del llamado Pinoy Rock, o rock filipino. Esto es porque estaban basados en San Francisco, sitio ideal para su música en los primeros 70.
Latin jazz rock hippie a imagen y semejanza de Santana y, ciertamente, seria competencia para Carlitos y su banda de chicanos. Tanto, que la subsidiaria de su compañía, Epic, les haría un contrato. Del que sólo saldría este fabuloso único álbum. Dakila no son conocidos fuera del área de San Francisco, (siguen actuando con un miembro original, y mucha nostalgia). Pero en su día hacían temblar el Fillmore o el Winterland como la más famosa banda del momento. Circuitos de clubs, festivales o universidades fueron devastados por la potencia irrefrenable de ésta banda. La componían Fred Ancheta (bajo), Frank Magtoto (batería), Bert Ancheta (guitarra solista), Romeo Bustamante (órgano) y Michael Gopaul (timbales). Cosa fina, estos Dakila.
Como entrante a su bacanal de ritmos frenéticos, "Makibaka/Ikalat" (11'15) invade con percusiones dignas de zombificados en Tahití, y poseída batería espectacular. Los diablos del inframundo van a salir sin remedio, con este ritual coral y rítmico, guitarra y órgano plenamente psych, los simbolizan fidedignamente. Aquí huele a peligro, y me encanta. Rock tribal salvaje y sin reglas, a sudor y frenesí lujurioso de aquelarre en trance y paroxismo. Bien guarro. Esto es vida. Santana se come las uñas de envidia. El Hammond no se acuerda de Greg Rollie, y la guitarra pertenece al mismo club libertario de los caminantes salvajes de Haight Ashbury. Bert Ancheta es un fiera anónimo de las seis cuerdas. Y Dakila en vivo tenían que equivaler a una bomba de megatones. A una brutal fiesta sin ley de Hells Angels de los de verdad, aquellos de entonces. No el postureo burgués de hoy día.
"Persiguiendo" (5'07) continúa el ritual vudú con incandescentes teclas, ritmos amazonicos bañados en speed y ése mástil escupiendo watios cabreados con la furia de Vulcano. Jam enfebrecida en narcótico cuelgue que desprende sexo grasiento y lascivia descontrolada. Puro porno rock. Un aparente remanso de tregua, con arreglo de tímidas cuerdas, y una voz muy soul, (que no sé a quién pertenece), nos trae "Make me a Man" (4'33). Ahora con la guitarra invitada de David Bustamante (no el hortera de los cojones), hermano del organista y actual líder de los Dakila del presente. Imagino que en vivo formaría parte de la banda.
La cara B entra con otra cossa bruta, en la más pura línea de "Oye como Va", llamada "Gozala" (7'01). Letra en espanish y descontrol latin -hard rock con la misma rabia que el Sr. Barragán (Don Carlos Humberto Santana, en su segundo apellido). Monstruosa avalancha rítmica, afilada, puro acojone jivaro que no deja títere ni cabeza reducida. "El Dubi" (8'26) fue el single extraído como cara A, un infalible instrumental jazz rock para levantar la discotheque de 1972 sin mayor problema. Con frenetismo eléctrico, torrenciales percusiones y un solo de bajo fuzz, que ríase usted de las hordas de Jerjes I. Termina el party animal éste, puro desfase, con "Searchin for my Soul" (6'27), otra andanada de hostias percusivas y latin rock brutal, con cruel organada y santanera guitarra en infalible efectividad.
Un disco sin tregua, que apaliza al oyente, literalmente. Te deja echo polvo. Sin dudarlo, está en lo más alto de un top de latin libertinos junto a El Chicano, Bandolero, Malo, Azteca, Sapo, Ocho, Mandrill, War, Osibisa, Demon Fuzz o Barrabas. Dakila y su único disco está a la altura de los tres primeros de Santana. Sacrifica tu alma.
J.J. IGLESIAS