El elepé Rumours, que pisaba las tiendas estadounidenses el 4 de febrero de 1977, contaba como el número once en el haber de Fleetwood Mac en cuanto a álbumes de estudio se refiere; sin embargo, era este disco el segundo que grababan con el grupo sus dos nuevos miembros: la cantante Stevie Nicks y el excepcional guitarrista/vocal Lindsey Buckingham. Ambos formaban pareja sentimental y artística antes de aceptar la oferta de ser las nuevas piezas del engranaje Mac, llegando a publicar en el 73 el pobre en ventas Buckingham Nicks bajo el auspicio de Polydor Records.
El primer álbum en el que participaron ya como miembros oficiales del conjunto británico fue la obra homónima de 1975 –no confundir con el vinilo de debut de igual título que data de 1968–. Entonces eran las recientes adquisiciones y debían seguir en cierta manera la línea establecida. No hay que olvidar que la banda comenzó sus días siendo un combo de blues de los más reputados a finales de los 60 y poco a poco, por medio del que luego se consideró periodo de transición –los años con la guitarra de Bob Welch en sus filas–, fueron facturando piezas más tocantes con el rock elegante y de tintes pop. En cualquier caso, lo que Lindsey quería para Rumours era dar la campanada reorientándose hacia el pop rock/rock melódico/soft rock con mayúsculas. Pero, ¿estaba el por entonces quinteto preparado para el reto?
Parece una pregunta baladí, pero pongámonos en situación: John McVie y su esposa Christine, bajista y teclista-vocal respectivamente, se acababan de divorciar y no se podían ver ni en pintura. Por su parte, Buckingham y Nicks andaban a la gresca desde hacía meses y la separación estaba a la vuelta de la esquina. La cocaína se convirtió en el pan de cada día y la música en el único refugio por el que poder expresarse con cierta libertad. Sólo cuando hablaban de cuestiones relacionadas con la composición del álbum lograban centrarse; aun así, realmente sería Christine McVie al piano, apoyada por las seis cuerdas de Lindsey, la que pondría en pie los basamentos del grueso del elepé en cuanto a canciones se refiere.
De aquellas sesiones resultaron once temas inmensos de pop detallista a la par que efectivo, con esa esencia del soft rock costa oeste que aportaba el natural de la californiana localidad de Palo Alto Buckingham. Stevie, Christine y Lindsey escribieron para las canciones unas letras que no temían en tratar la montaña rusa sentimental en la que estaba montada la banda por aquel entonces.
Hay aquí momentos de redención en brazos de otra mujer, como narra el guitarrista sobre su ruptura con Nicks en “Second Hand News”, o mensajes pesimistas como el tratado en la por otra parte muy animada “Go Your Own Way”; “Gold Dust Woman” lleva al oyente por un sendero de folk y esencias fronterizas en el que se ven pasar las drogas y las relaciones sentimentales fracturadas, mientras “Don’t Stop” nos anima a no hundirnos ante las adversidades, a darnos cuenta de que el ayer se ha marchado y de que es tiempo de pensar en el mañana. Un disco que les consiguió el primer puesto de las listas norteamericanas, británicas, australianas, canadienses y neocelandesas.
por Sergio Guillén
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