Teclista para la historia del rock británico, Morgan Fisher no ha parado de evolucionar desde los 60. Por entonces con Love Affair. Pero será mundialmente conocido por ser el teclista de Mott The Hopple, y sus spin-offs como Mott o British Lions. Existe conexión constante que lo acabará uniendo a Queen. Primero con los progresivos Morgan (su "Nova Solis" es obligado), y su cantante, Tim Staffel (vocalista de Smile, banda pre-Queen). Mott The Hopple llevaría abriendo conciertos a unos primerizos Queen. Y finalmente acabará como teclista de sus majestades, en la gira europea de 1982. Aún podríamos agregar en su CV a Third Ear Band (influencia que percibo en éste disco), Medicine Head y algún que otro proyecto 70s.
En los 80 se enamora de Japón y de la fotografía. Hasta hacerse un nombre en círculos artísticos del gremio, con innumerables exposiciones, sobre todo por Tokyo. Inevitablemente entra en la new age que rige el mundo por entonces. Ya tenía yo ganas de elegir un ejemplo válido de de disco new age perfectamente digno, progresivo y de interés para nuestra causa. Haberlos, haylos. Aunque haya que pisar como en un campo de minas. Éste "Re-Fresh" fue una nueva versión de otro que hizo en el 92. Aquí recluta al virtuoso violinista eléctrico japonés, Aska Kaneko (ex-Mekong Zoo), y se marcan un bellísimo álbum que circula seguro sobre la cuerda equilibrista de la new age primigenia, el prog delicado y la electrónica de asimilable experimentación. La estrategia consiste en ir intercalando y numerando los temas "Bright Song" y "Shine Sound". En un hilo conductor muy agradable, sorpresivo e innovador. El protagonismo de Kaneko nos remite a trabajos de David Cross, y los teclados ajustan sonidos con inteligencia ajedrecista.
No es blando, es sensible. No es hortera, sino emotivo. No es comercial, sino un experimentalismo fluido, que entra bien en cualquier momento. Que podría ser una obra de los 70 cercana a Jade Warrior, Mike Oldfield (con increíbles campanas tubulares, por cierto), Harmonia o La Dusseldorf. A veces es un minimalismo impresionista, para nada cargante, que fluye en hermosos pasajes de sinfonías bonsais tratadas con detalle y esmero. Philip Glass, King Crimson, Cluster, Eno o los referidos son buenas guías comparativas. Violín eléctrico y sintetizadores en perfecta conjunción astral. Que en ocasionales momentos hasta podrían ser los actuales Tangerine Dream (también con violinista japonesa).
Una sesión relajante que no cae en la modorra, el aburrimiento o la caraja mental tan habitual en aquellos días. Aquello de la new age fue un hábil anzuelo de la industria para recoger feligreses perdidos del prog 70s. Y algunos acabaron idiotizados e hipnotizados, haciendo la gallina o lo que les pidiese el hipnotizador de turno. Morgan Fisher no es de esos, y como prueba, ahí están sus colaboraciones con Hans-Joachim Roedelius en "Neverless" (2005). Componiendo o "descomponiendo" música improvisada, es elegante, fino y exacto. Acertadamente, "Re-Fresh"cante.
J.J. IGLESIAS