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Channel: ROCK LIQUIAS
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MAL GRAY - Spooky Sukey (2008, American Music Connection)

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Durante los primeros años de la década de los 60, formaciones respetuosas prendadas por el rock and roll primario, el rockabilly, al igual que la estética de los rockers, los greasers o los teddy boys –según al lado del océano que les pillase–, reforzaron un revival olfateado desde las postrimerías del decenio anterior. Los norteamericanos Sha Na Na clavaron su pendón en el evento hippie por excelencia, un festival de Woodstock que en 1969 escuchaba a unos plateados chicos con tupé desgañitarse en melodiosa conjunción reproduciendo himnos de las jukebox cincuentas como el “At The Hop” de Danny And The Juniors.  


A Mal Gray se le ha querido repescar, biográficamente hablando, por su estancia en los engominados de George Leonard; algo meramente circunstancial, debido a que Gray venía de la escena británica con otros parámetros perfectamente consolidados y su paso por Sha Na Na resultó pura anécdota. Si Mal merece respetos de chaqueta de cuero y camiseta sin mangas es por poner sobre las tablas la banda Wild Angels, un sueño rockabilly que posteriormente hallaría naves continuistas en formaciones como Rocky Sharpe And The Razors. 

Spooky Sukey materializa un flotador en medio de un mar repleto de patinetes, tablas y colchonetas, el banderín que avisa al acólito de la vieja guardia que Gray sigue vivo. Ni más ni menos. El disco es tanto una afirmación de los gustos del impecable Mal como la extensión del espectáculo que le ha estado reportando su buen dinero en el teatro, ese American Pie: The Ultimate Rock ‘N’ Roll Show! en el que, junto a Julia Galliers (participante en este CD, a la par que pareja creativa si de estampar los créditos se trata) y otros cantantes e instrumentistas, le da un repaso a tonadas imperecederas como “C’mon Everybody”, “Dream Lover” o “Sea Cruise” –canción imperdible firmada por el tándem Ford y Smith por la que se decide como uno de los doce cortes de Spooky Sukey–.  



Aun así, la obra que presenta como labor de estudio sólo tiene peros en el momento en que se cierra en versiones a las que no consigue aportar la gracia o el magnetismo que merecen –del “Spanish Stroll” que escribiese Willy DeVille se esfuma la entonación canalla y chulesca–. Gray, sin embargo, se mantiene en la superficie tan campante y con brillo en los ojos al cantar material propio como “Rock ‘N’ Roll Man” (muy Buddy Holly), “We Got It” (siguiendo el ritmillo tex-mex de “Dance The Night Away” de The Mavericks) o “Down The Line” (recreación a lo Fats Domino). 


Mal Gray acompañó en su día a varias estrellas del rock and roll de base, configurando bastón de apoyo en su retiro dorado de conciertos por el recuerdo; figurones que se hundieron tras el cambio de modas, la explosión de la psicodelia y, ya en los 70, el imperio de movimientos como el hard rock. Gray, como sucumbieron aquellos mitos, tampoco puede ofrecer a día de hoy una carrera activa que prometa álbumes cada dos años, pero al menos tiene el buen gusto de editar una grabación con la que los que aún fantaseamos con los coros de The Jordanaires nos retrotraeremos a las tardes de asueto. 

por Sergio Guillén  

sguillenbarrantes.wordpress.com











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