Cuando no tienes una multinacional o una gran compañía detrás y requieres del mecenazgo de tus propios seguidores para poder editar tu siguiente disco, hay que recortar gastos al máximo y parece de primeras difícil poder ofrecer un resultado tan completo y brillante como uno habría deseado.
Sin embargo, Eldorado supo amortizar la inversión e hizo de su nuevo disco de 2015 una preciosa obra. Sí, tal vez no cuente con libreto, pero el artwork de Karma Generator es impresionante, con unas ilustraciones del artista Aleks Sánchez realmente meritorias.
Si a lo recién citado le sumamos una producción, mezcla y masterización de primerísima división –me quito el sombrero ante Richard Chycki, profesional baqueteado en los mil y un frentes que ya había trabajado con la banda– y una ejecución por parte del cuarteto a la altura de sus magníficos trabajos anteriores, el resultado tiene que ser positivo, sí o sí.
Pero ante todo están las canciones, ¡esas canciones!, temas que mantienen unas letras poco oídas en la escena rock y cuyo sonido ya es totalmente marca de la casa Eldorado; efectivamente, siguen sus querencias por el retro rock o classic rock, pero la banda ya es más que reconocible en cuanto escuchas el primer minuto de cualquiera de sus composiciones.
La entrada del baterista Christian Giardino (hijo de Walter Giardino, famoso guitarrista de Rata Blanca) no fracturaba el enfoque de las bases rítmicas que ya tenía Eldorado hasta el momento y, de hecho, se conjunta lleno de garra con el bajo de César Sánchez. Por lo tanto, César, Christian, Andrés Duende y Jesús Trujillo no deben más que alegrarse pues lo lograron, redondearon un álbum de alta nota.
por Sergio Guillén
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