El confinamiento famoso (e ilegal) trajo mucha música que se suponía no iba a aparecer. Algo de bueno tenía que tener. Como en el caso del tercer álbum de Kant Freud Kafka. Que tras una crisis de creatividad, vieron resuelto el problema a causa del encierro. Estoy deseando ver nuevos trabajos hechos por desencantados y telecreyentes indignados con la GRAN MENTIRA (o medio verdad).
Pero hoy nos centraremos en el proyecto de Javi Herrera (toda la música, batería, voces, VST instruments), que con Alia Herrera (voz y letras) y Dani Fernández (bajo) constituyen el núcleo de ésta banda-ensemble. Integrada por un numeroso grupo de colaboradores al violín, viola, cello, piano, teclados, guitarras, saxo, clarinete u oboe. No se privan de nada, y su riqueza musical resulta, como de costumbre, abrumadora. Todavía recordamos con sumo agrado su trabajo anterior. Ahora es "Voz de metal" (10'18) la que nos trae de nuevo su particular mundo. Con sonido de campanas de iglesia, que era lo único que escuchaba su creador en su obligado encierro. Música de cámara con orientación progresiva, de pálida belleza, un tanto melancólica (depresiva?)......con toda la razón. El nivel compositivo de KFK no se discute a éstas alturas. Esto podría ser perfectamente música contemporánea (lo es), de la que se escucha en círculos "serios". Las letras inciden en ése aislamiento que nos hizo parecer "Omega Man", o algo peor que empieza por "g". Bueno es pensar que alguien lo utilizó para dar forma a algo tan poético y lírico.
En "Carta de Gaia" (13'05) reflexionan sobre el origen de todo esto. Las intimistas acústicas tras el recitado inicial, nos llevan a Yes en su paisaje musical. Junto a la inspirada voz de Alia Herrera, es como asistir a un cruce de los afirmativos y Renaissance. Sensibilidad y belleza sinfónica old style, que sin duda es la mejor. Con una base de teclados insuperable, realmente pictórica y acogedora. Todos los arreglos han sido estudiados a conciencia. Para "Conspiranoia" (4'44) el lenguaje entra en una reiteración evolutiva de piano, cercana a Philiph Glass, con sintetizadores planeadores y cello en equipo crispante. Sabiamente se ha dejado instrumental, sin tomar partido en el tema. Aunque la música habla por sí sola.
"My Baby just Scares for me" (8'41) persiste en lo instrumental introspectivo. Es música progresiva de cámara tratada con tanto cuidado, que se convierte en frágil y delicada. No se corresponde con éstos terribles y zafios tiempos. Demasiado duros como para que sea entendida por un amplio sector de ésta idiotizada sociedad. Demasiado humana y pasional para una época donde ser robot o borrego es condición necesaria.
Finalmente "El Acantilado" (15'00) refleja, como todo el álbum, ésa sensación apocalíptica que no desentonaría en una composición camerística de Brahms, Schubert o Bartok. Incrementada con sintetizadores a lo Rick Wakeman y esencias de Mike Oldfield. Me parece el tema estrella del álbum y el que mejor llega a ése estado que nos tocó vivir. Dentro de un envoltorio de terciopelo, forrado de exquisitez refinada. Una pequeña obra maestra fruto de éstos raros tiempos. El disco en sí les ha salido oscuro y fatalista , llegando a lo depresivo. Pero es que no es para menos. Hasta en la más profunda incertidumbre se puede extraer positivismo. Y KFK la han aprovechado al máximo, con un hermoso trabajo. Al final nos dejan un último y esperanzador mensaje en la letra: "Hay que despertar, hay que reaccionar". Veremos...
J.J. IGLESIAS
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