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KLAUS SCHULZE - Rheingold: Live At The Loreley (2008, Synthetic Symphony / SPV) (DVD)

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 Las leyendas, cuentos y cultura popular germana que hipnotizó una vez a Richard Wagner vuelven a cobrar sentido gracias a este Rheingold, un directo en el que Klaus Schulze se muestra más onírico y evocador que nunca. Las cinco piezas que componen el show ofrecido en Loreley, St. Goarshausen, plantean ese sentido mítico que lo mismo toma inspiración narrativa de la primera ópera, Das Rheingold, de las cuatro paridas para conformar Der Ring Des Nibelungen (Alberich, Wotan), como trae a la mente actual los cantos malsanos de la desafortunada Lore moradora de la peña Ley (Loreley), aquella que como las damas sirena de La Odisea, traían desgracias a quienes se dejaban mecer por sus cuerdas vocales.



En facto, y aunque Schulze es el que firma el trabajo, nuevamente hay que sacar a la palestra a Lisa Gerrard tras aquel doble Farscape. La forma de involucrarse de la ex Dead Can Dance con el artista alemán es encomiable, no dudando en viajar centenares de kilómetros para estar al lado de esta leyenda aunque sólo sea como complemento de escasos minutos. Gerrard únicamente aparece en ocasiones puntuales durante la actuación de Klaus. La gran dama, ataviada cual diva del bel canto, añade una espontaneidad a sus pequeñas odas vocales que transforman esos instantes en verdaderos momentos para guardar en el espiritual cofre privado; pues, según nos descubre el documental del segundo DVD incluido en este lanzamiento, Lisa gusta de improvisar con un sentido del gusto supremo sobre creaciones recién hechas. Su talento musical le hace ser capaz de adelantarse a lo que llegará y, por lo tanto, fluir libre adaptándose a cada nuevo pasaje de la pieza.



Y ese punto es otro de los esenciales en Rheingold, su disco extra que tanto narra el periplo de montar el trabajo en los estudios Real World (propiedad de Peter Gabriel) obtenido de la actuación pertinente en el Open Air Stage Loreley, como nos deja ver a un Schulze sosegado compartiendo parloteo en una seudo entrevista con el Porcupine Tree Steve Wilson. Klaus comienza la velada retrotrayéndose a sus primeros discos progresivos de Pink Floyd o Camel y a la forma en la que descubrió a Tangerine Dream. Recordemos que el joven guitarrista alemán Edgar Froese funda la agrupación Tangerine Dream en 1967, año en el que la banda se muestra como un quinteto con ganas de evolucionar. Dos estudiantes de arte, un pintor, un escritor y un aspirante a director de cine unen sus fuerzas para dar vida a un conjunto musical. Kurt Herkenberg, Volker Hombach, Lanse Hapshash, Charly Prince y el mismo Froese, suelen amenizar con su música “happenings” de artistas tan renombrados como Bernhard Hoeke, John Cage o Salvador Dalí. Pero el proyecto no termina de cuajar y Edgar se queda solo en su intento de desarrollarse como músico. Durante meses practica y colabora con todo aquel músico que quiera compartir sesión con Froese. De aquellos días data su primera banda sonora para una película. La cinta se titula Never Shoot The Bathroom Man y contiene un extraño metraje en blanco y negro dirigido por Jurgen Polland.



En 1969, y tras meses buscando colaboradores por diferentes bares o salas de música berlinesas, Edgar se topa en el club Zwiebelfisch con el baterista Klaus Schulze. Junto a este percusionista y a un organista invitado conocido como Psy, Froese regresa a la escena de pubes alemana. Aunque todavía se mostraban como instrumentistas amateur, Klaus enseguida llamó la atención de Edgar. El fundador no dudó en elegirle como nuevo pilar para recuperar su sueño de juventud. Un mes después entraría Konrad Schnitzler en el trío, quedando así rematado el combo que llevaría a buen puerto la primera grabación oficial del proyecto Tangerine Dream. Electronic Meditation se publica en 1970 y es considerado por muchos como el primer trabajo de anarquía electrónica. Grabado en una antigua fábrica berlinesa en las sesiones de ensayo, este trabajo se convierte en poco tiempo en una verdadera revelación para los oídos más aventurados. En ese mismo año Schulze se casa y al poco decide bajarse del carro Tangerine Dream, ocupando su puesto el adolescente baterista Christoph Franke. En 1972 publicaría bajo su nombre el vinilo Irrlicht y ya no pararía durante décadas, llegando a grabar varios discos por año.



Resumiendo, todo lo desglosado ya, junto con el concierto alemán tan sobrecogedor que se valora sin lastres superfluos gracias a un Klaus que es perro viejo y se las sabe todas –aunque tal vez serían recomendables algunas pantallas en las que proyectar escenas visuales que representasen con imágenes la magia de esas notas, como hace Jean-Michel Jarre o el maravilloso grupo tributo The Australian Pink Floyd Show–, es contenido suficiente para aquel comprador que busque disfrutar de una sesión placentera de sonidos cósmicos, como catalogaban a los Tangerine Dream en sus inicios.

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com


 










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