Consulto la lista de Progarchives sobre rock progresivo chileno, y del cerca de centenar de bandas, (87 concretamente), no aparece Zeptelar. Clama al cielo. Y no me vale lo de "es que son recientes", porque éste disco ya tiene sus 8 años.
Desde Santiago de Chile, un sexteto formado por Camilo Acevedo (guitarra y compositor de todo el material!), Tomás Carrasco (flauta travesera y saxo alto), Edmundo Castro (bajo), Javier Portilla (teclados), Valentina Mardones (voz solista y sintetizador) y Andrés Ibañez (bateria). Lo de Zeptelar es directo, contundente y a la mandíbula, Canterbury sin concesiones. Bueno sí, alguna, a estilos hermanos, lo que se agradece. Una gozada de casi una hora de frenesí maravilloso. De bacanal de los sentidos, de amor por la música y la vida.
"De la Esquina a la Plaza" (4'50) toma saxo, piano y ritmos en hipnosis, casi recordatorios de late 70s Magma o Zao. Y junto a la voz de Valentina, siempre como un instrumento más, (nada de palabras, no son necesarias), nos llevan a los tiempos en que la investigación era bien vista y acogida. Apoya una tímida y eficaz guitarra. De igual modo, ahora con travesera en jugueteo vocal, comienza "Futuros Recuerdos" (4'45). Pensar en Hatfield & the North o National Health se hace inevitable. La Mardones es fiel al modus operandi de las Parsons/Gaskin, y la banda es un equilibrio constante entre acústico - eléctrico jazz rock inteligente. Mucho.
El obligado Fender Rhodes dibuja fractales para presentar "5 de 3" (5'21), con ése portentoso scat vocal, absoluta delicia, que se une a los demás instrumentos en armonía amistosa y jolgoriosa. Flauta a la Jimmy Hastings al unísono, conjuga vibraciones olvidadas. No se hace ya música así. No habitualmente. Con arreglos tan ricos, imaginativos, de frescura sorprendente. Inauditas piezas para un no tan nuevo siglo. De joya en joya, "El Color de las Cosas" (4'37) consigue ése aire de positividad tan necesario en estos días. Lástima que nadie vaya a disfrutarlo, es una droga que recomiendo. Y revive.
Otra delicia, "Estrellazos" (5'02) con ése cántico surrealista y exquisito, adornado por un laberinto de sonidos provenientes de rítmica algebraica, Rhodes en bilocacion y flauta/guitarra que hacen daño al alma por su sensibilidad desmesurada. "Sangre" (8'18) es cosa aparte, y no por larga, que también. Con un bajo digno de Jannick Top y ecos de Stella Vander, aquí los rasgos Zehul toman forma profusamente. También la guitarra de Camilo Acevedo exige protagonismo, que va del jazz a la psicodelia. Con unos guiños finales a Nucleus y Soft Machine. Es una pieza monstruosa, para entendernos. Y lo mismo se puede decir de lo que queda hasta el final de éste irreal "El Color de las Cosas". Casi una hora que se hace muy corta, porque el contenido es absolutamente mágico. Como si se hubiera cocinado en una de las estancias del Colegio Hogwarts.
J.J. IGLESIAS