La rica escena sintetista francesa vio florecer en los 70 a uno de sus grandes exponentes, Cyrille Verdeaux. Pero lo hizo desde Londres, y bajo los auspicios del sello de vanguardia de moda, Virgin. El viejo zorro de Richard Branson, jefe de la compañía, quiso repetir la jugada que le había salido redonda dos años antes con "Tubular Bells". Una jugada improbable y arriesgada, cuando se trata de música progresiva de vanguardia. Pero así es Branson.
Clearlight sería el alter-ego de Verdeaux. Y una sinfonía cósmica instrumental compuesta de dos partes de 20 minutos sería el cuerpo de trabajo. Para la primera cara, contó con Tim Blake al VCS3 y percusiones. Steve Hillage en las guitarras. Y Didier Malherbe al saxo tenor. Es decir, prácticamente a Gong sin Daevid Allen. Por su parte Cyrille Verdeaux destacaba brillantemente al grand piano. Orientando la obra hacia territorios de clásica contemporánea. Ademas de agregar órgano, mellotron y sintetizador de bajos.
La parte primera, o cara A, es un sueño pesadillesco en aquelarre frenético. Música goyesca donde las guitarras de Hillage planean en escobas a la luz de una hoguera. De llameantes órganos, sintes de LSD, mellotron en espiral y alaridos esquizofrénicos de un saxo en trance. El piano se muestra más cuerdo, y guía a tal maremagnum sonico con la certeza de la llegada a buen puerto. Un viaje lleno de vicisitudes, pero con final feliz. Muy Julio Verne.
El resultado está en algún lugar indefinido entre Pink Floyd, Soft Machine, Gong, Philliph Glass y Steve Reich.
Tim Blake y David Vorhaus (el alquimista de White Noise) están tras los controles en la consola de sonido.
La "Symphony Part 2" cambia de equipo. Aquí acompañan a Verdeaux Christian Boule (luego músico de Hillage) en las guitarras. Gilbert Artman en batería, vibráfono y percusiones varias. Y Martín Isaacs al bajo. Si bien no lo pone en los créditos, imagino que también repite Didier Malherbe, pues el saxo continúa en esta cara.
Aquí el progresivo electrónico, space psychedelia y teutonismos influyentes ganan la partida al minimalismo y contemporánea. Es una suite más reposada, de agradable escucha. Con pasajes líricos sintetizados de parecido a Schulze o, más acertadamente, a Peter-Michael Hamel por el predominio pianístico, en conjunción con poético mellotron y bellos solos de guitarra eléctrica.
Paradójicamente, la "suite francesa", es mi favorita frente al "dream-team" de la cara A.
Indagando más en la historia de este disco, ,me enteró de que inicialmente la cara B iba a ser la A, y viceversa. Pero visto el incremento de éxito que por entonces disfrutaba Gong, decidieron hacerlo a la inversa. Sin embargo, y así sí que cuadra, se puede entender el frenetismo de esta "primera parte" como el clímax y conclusión final de la sinfonía. Embrollos y ñapas de Virgin aparte, éste es un discazo que se puede disfrutar por cualquier lado. Eso sí, a Richard Branson no le salió esta vez la jugada. Aunque sí que editó un disco de triunfal creatividad electrónica.
P.D.-"Suena increíble, pero incluso un grupo de música electrónica como nosotros era perseguido a menudo por admiradoras". WOLFGANG FLUR (KRAFTWERK)
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