Anclados en los 80 pero editando su obra debut en 1996, los holandeses de Odyssice son todo un caso para ser estudiado con detenimiento. Lo curioso es que su estilo no está tan desencaminado si descubrimos que las primeras semillas plantadas por el guitarrista fundador, Bastiaan Peeters, se remontan a 1987. En dicho año editó la primera maqueta de la banda, Track One, junto a dos compañeros instrumentistas de nacionalidad norteamericana. Durante casi diez años vagaron por las escenas y las tablas más variopintas, descubriendo Peeters que no todos los miembros del combo pensaban involucrarse de la misma manera en la apuesta. Cuando en aquel 96 aparece Moon Drive, un mini CD apabullante, las cosas comienzan a cambiar. Bastiaan se rodea del baterista Bart Kuhne, el teclista Jeroen Van Der Wiel y el bajista Pascal Van De Pol, grabando así para Legend Records su necesario grito de salvación.
En 1997 aparecen como invitados de excepción en el festival Progfarm, presentándose como la felicidad reencarnada tras largos años de no pisar la oficialidad discográfica. El éxito conseguido con su espectáculo en el citado evento les pone en la parrilla de salida para satisfactorias novedades. La primera había llegado con la entrada de Menno Boomsma, baterista que reemplazaba a Kuhne debido a que el anterior miembro de Odyssice prefería centrarse en una vida más austera. Cuando en 2000 sale a la venta Impression, el público holandés apenas lo puede creer. El cuarteto había luchado contra las adversidades, superado obstáculos, madurado su propuesta, y más de diez años después de su nacimiento se desenvolvía con un larga duración de tintes étnicos aunque netamente emparentado con los británicos Camel.
Sus creaciones, todas instrumentales, son la ideal mixtura de lo añejo y lo nuevo por aterrizar. Bastiaan Peeters clona la técnica de Andrew Latimer y la lleva a otros terrenos, creándose una fama de experto guitarrista capaz de crear adicciones en los oídos más reacios. Temas como “Scream” recogen los fundamentales cambios de tempo que convierten la música en montaña rusa, trasformando al oyente en cazador de sensaciones; mientras, y con sutileza supina, agarrados a “Senran” enardecen las papilas gustativas viajando por el delicioso pollo al curry de lo asiático o el agridulce de lo oriental.
La lástima supuso su perdida como grupo hacedor de sueños en estudio. Se prometió para 2004 un trabajo fresco y continuador del gracejo mostrado en Impression. Nada de eso. A la espera se avivó el fuego reeditando aquel mini CD de 1996, Moon Drive, pero el resto quedó en agua de borrajas. Al menos ese lavado de cara de su antigua carta de presentación, titulado ahora Moon Drive Plus, ofrecía dos creaciones extra a las cuatro de base: “Losing Her” y “Power Loc”. Además el coleccionista podía disfrutar de un corte multimedia. Finalmente, y cuando se creía todo perdido, en el año 2010 el sello Cyclops (donde se publicó Impression) los recuperaría para las grabaciones de estudio por medio del disco compacto Silence.
por Sergio Guillén
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