Ya tenemos aquí el álbum póstumo de Klaus Schulze, "Deus Arrakis". Pero, es realmente lo último del más grande sintetista alemán? Llámenme mal pensado, se lo permito. Schulze tuvo una pequeña porción de ése Oscar a Hans Zimmer por su colaboración en el remake de "Dune". Una novela que ya revisitara el propio Schulze y de igual título, en 1979. En aquella ocasión estuvo como invitado Wolfgang Tiepold al cello, (además del mismísimo Arthur Brown!). Tiepold repite con su instrumento en éste "Deus Arrakis". Sospechoso. Más cuando no cabe ninguna duda de que Klaus Schulze habrá dejado cientos de horas de música inédita, grabada para la posteridad. Mediten lo que planteo y saquen sus conclusiones.
"Osiris" (18'28) contiene toda la solemnidad clásica que se puede esperar de la leyenda de la Berlín School. Respira inmensidad poética, pero también una profunda tristeza acorde con lo que se expone. El último álbum en vida del gran Schulze. De diferente textura se presenta "Seth Part 1" (16'24), como una tormenta electrónica de arena en un desolado paraje desértico. La misma sensación de pérdida irreparable vuelve a dominar la pieza. Envuelto en una belleza funeraria sonora que sobrecoge. Aligera la profunda depresión, una bonita secuenciación melódica no exenta de arreglos detallistas.Wolfgang Tiepold con su cello vuelve a sumirlo todo en su parte final, en una tristeza que sugiere inevitable final. Lo que no quita para que sea una parte bellísima, arropada por la electrónica cósmica del maestro.
En su segunda parte, "Seth 2" (15'30), recupera estilo típico berlinés, con lírica secuenciación y cello "planante" y conversador. La habitual solemnidad schulziana preside sus últimos diez minutos. Es música para pedir audiencia ante Odin.
"Der Hauch Des Lebens" también consta de dos partes. En la primera (16'34), la espesa nebulosa kosmische sigue planteando un ambiente de tragedia telepática , transmitiendo un irremisible fin de todas las cosas. O que todo pertenece a ése mismo fin. Una preciosa oda a la introspección filosófica que enlaza en delicada secuenciación. Puro onirismo cíclico desarrollado con la perfección de un maestro. Que encadena con la Parte 2 (10'39), en un final majestuoso , donde toda su elegante grandilocuencia se pone al servicio de un adiós. De una despedida hacia la eternidad.
Les confesaré algo. Tengo mis serias dudas de que ésta música fuera hecha recientemente. Pero lo cierto es, que es el perfecto Réquiem para el más grande.
J.J. IGLESIAS