Días 15, 16 y 17 de agosto de 1969. Festival de Woodstock. Localización: Bethel, Nueva York. Si aquel sábado 16 los Grateful Dead eran uno de los conjuntos veteranos que se consagraban para siempre –y eso que se habían formado cuatro años antes de este evento–, Santana sería la joven propuesta que tomaría la alternativa e iniciaría su escalada hacia el éxito, como finalmente ocurrió. El trío formado por el guitarrista Carlos Santana, el teclista Gregg Rolie y el percusionista Mike Carabello son los únicos supervivientes en 1969 de un iniciático proyecto musical de fusión que desde ese año sería conocido en la escena psicodélica de San Francisco como Santana.
La idea había nacido en el Mission District y el éxtasis de su carrera llega nada más dar el primer paso a nivel profesional. Santana, Rolie y Carabello, junto al bajista Dave Brown, el baterista Mike Shrieve y el percusionista José Chepito Areas, encuentran en su año de debut la chispa que lleva al fogonazo del que se encuentra en el lugar adecuado en el momento justo. Su álbum homónimo y la ardiente actuación del sexteto en la cita obligada de Woodstock fueron credenciales suficientes para poner en lugar preferente a un combo cuyas influencias iban del jazz al rock, y del sonido latino a la experimentación blues.
Con el elepé Santana entraron de cabeza al nº 4 en las listas de álbumes de Billboard en el septiembre de un 69 revolucionario, quedándose el disco pegado en ellas durante 108 semanas. Los sencillos “Jingo” e “Evil Ways” significaron la fuerza de choque del nombrado trabajo, siendo el segundo un acierto por parte del promotor de conciertos Bill Graham que acercó la tonada a la banda. El tema, canción de Sonny Henry, guitarrista de Willie Bobo, era una composición que Graham consideró ideal para que Santana y los suyos le diesen una nueva vuelta de tuerca. Carlos y Gregg, pareja creativa indestructible a lo largo de las tres primeras y fundamentales grabaciones de la apuesta, lograron sacar genialidad del polvo. El conjunto empezó a ascender, apareciendo en el prestigioso Ed Sullivan’s Show y descargando su mixtura sonora por los más variopintos escenarios de Norteamérica. De querer imitar a Grateful Dead a terminar generando un estilo particular al que muchos catalogaron como world beat.
Pero ahora llegaba lo difícil, ya que si la cuesta es empinada a la hora de comenzar camino, en el momento de demostrar que no es cosa de un burrito que toca la flauta por casualidad el asunto se pone la mar de peliagudo. Aun así, y gracias a sus diversas sesiones de improvisación con otros artistas reputados, Santana entra en contacto con el ya destacado Peter Green (Fleetwood Mac). Tendría que ser Rolie el que animó al resto para homenajear a Green repasando su “Black Magic Woman”, canción a la que Carlos añadió el “Gypsy Queen” de uno de sus grandes iconos musicales, el innovador Gabor Szabo. Aquí se escondería la primera gran baza de Abraxas (1970), mientras que del repaso al latino “Oye Cómo Va” de Tito Puente salió la respuesta a una necesidad de ese segundo sencillo apisonadora a la vez que tremendamente bailable (algo que buscaba a toda costa el núcleo bicéfalo de la banda).
Cuando llega Santana III (1971), considerado el álbum más pulido y concreto del combo, el sexteto gana en miembros y colaboraciones. Entran en las filas Neal Schon y Coke Escovedo, aunque el segundo únicamente como acompañamiento para dotar de mayor sonoridad a la sección rítmica de Santana. Fijándonos en la lista de invitados, llama la atención la participación de figuras estelares de la talla de Rico Reyes, los ya mortíferos ejecutores de la fusión del funk Tower Of Power o Mario Ochoa. “Everybody’s Everything”, algo así como el refrito latino y veloz de “Papa’s Got A Brand New Bag” de James “The Godfather Of Soul” Brown, y “No One To Depend On”, posible continuación de “Evil Ways” aunque ahora firmado por el trío Rolie, Carabello y Escovedo, flotan sin reparo durante semanas en las listas de éxitos.
Además, y para seguir buscando el amparo que les ofrece el marcarse versiones de Tito Puente, Carlos incluye la fiestera “Para Los Rumberos” como traca final de redondo. A lo largo de los meses que siguieron a la presentación de Santana III, Gregg y Neal Schon fueron creando un lazo artístico mayor y empezaron a dar vueltas a un proyecto que al poco tiempo (más exactamente, en 1973) vería la forma definitiva bajo el nombre de Journey. Carlos tira entonces de un conjunto que no parará de mutar a lo largo de las décadas, quedando siempre en el recuerdo los tres puntos claves de sus años dorados.
por Sergio Guillén