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Lars Fredrik Frøislie – Fire Fortellinger (2023/ Karisma)

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 Raza invencible la de los músicos. Que en tiempos generadores de miedos y paranoias, de confinamientos y represiones ilegales y absurdas, (hoy ya reconocidas), no solo no se vinieron abajo, sino que les vino estupendamente para crear en total libertad de movimientos y tiempo, liberados de las responsabilidades a que obliga la vida cotidiana. Hasta yo saqué dos discos en el 2020, cosa que no pienso repetir.



El primer álbum del teclista noruego Lard Fredrik Frøislie, "Fire Fortellinger", pudiera muy bien haber sido material para su grupo, Wobbler. Pero ha acabado siendo su debut, al ser compuesto y creado por él mismo en tan odiosos días. Álbum de scandi-prog con denominación de origen,  "old is cool" hasta la médula.  De los que no abundan. Lars se encarga de batería y arsenal analógico  de destrucción masiva : Hammond+Leslie, Mellotron M400, MiniMoog, Chamberlin, Hohner Clavinet, Yamaha CP70, vintage ARPs, Solina String Ensemble, Rhodes, Wurlitzer.....Un museo anti-plug ins. Nada de "sintetistas de salón" , aquí. Le acompaña el salvaje Rickenbaker del bajista Nikolai  Haengsle. No hace falta más. 

Suficientes mimbres para atrapar el escurridizo pokemon de lo genuinamente auténtico. El verdadero espíritu del prog 70s, ya en la sobrada "Rytter av dommedag" (16'56). La voz de Lars es de ésas calmadas, de viejo mago druida ermitaño en un bosque lleno de hadas cabreadas y ninfómanas. La verdadera acepción "gothic rock" debió de ser aplicada a ésta música,  mucho más acorde con lo que representa. Bo Hansson, Rick Wakeman, Pär Lindh, Trace, Wigwam, Camel, Greenslade......muchos recuerdos  cada nota. Eso de oír un Hammond en trotada libre estilo "Fragile", correteando por el verde prado seguido de un Rickenbaker alegre y retozón, nos pone a los progheads más berracos que una porno de Scarlet y Charleze juntas. Aquí hay energía y empuje dramático hercúleo, nada de blandenguerias melancólicas de emo proggers advenedizos y despistados. Para eso trata el tema sobre el Ragnarok, cosa seria para un noruego vikingazo. Eran días apocalípticos,  sí...... O querían que lo fueran.

Lo barroco (curioso que significara "grotesco"!) resplandece en "Et sted under himmelhvelvet" (6'53) de tratamiento medieval, y es que va del Renacimiento en la Arcadia o Florencia. Eso siempre inspira. Clave y Mellotron proponen y una explosión mooger dispone. Espléndida catarata de sensaciones downer, con la apropiada balanza de un Rickenbaker al estilo Lemmy. Que ya es balancear. Sueño húmedo de cualquier aficionado al único legado prog posible. Nada de "retros" ni palabrejas ideadas desde pijísimos altares de lujosas oficinas de marketing. Maravilla barroca con juglaresca voz y ambiental encantamiento. Como si Gryphon o Amazing Blondel llevaran de teclista a un joven Wakeman. Una preciosidad.

Imposible la empalmada mental al escuchar las primeras notas de "Jærtegn" (6'27), en avalancha de arrasadora tecladina majestuosa que haría palidecer de envidia a Woolly Wolstenholme . Coral vikinga y ariete rítmico imparable. Lo medieval  vuelve con el clavinet afinado en dependencias de palacio y bien pertrechado  por la fiel Guardia Moog. Espadas en alto para otra delicia. Termina el festín analógico-del-de-verdad con "Naturens Katedral" (16'36). Avasallante y acorazada armada teclística con tragedia melódica como estandarte en primer plano. Terminan como empezaron. Con toda la grandeza del que no engaña. 



Resalto lo valeroso de sacar un disco artesanal como éste, (en los estudios de Frøislie) en el 2023. Donde ni siquiera los autodenominados supuestos "progresivos", ni saben, ni lo intentan. Esto no admite postureos , hay que nacer con el adn prog en las venas.

Oscar a la mayor autenticidad.

J.J. IGLESIAS




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