Durante la década del Renacimiento Progresivo, los 90, fue EL TECLISTA. Con mayúsculas. Éste sueco que tal como vino, (prácticamente) desapareció. Propuso algunas obras maestras para remontar el tiempo que el género había perdido. Una vez conseguido ése objetivo, parece como que su misión terminó. No era un recién llegado. En 1977 estuvo en la banda hard rock, Antenna Baroque. En el 79 en el sympho-trio, Vincebus Ereptum. Y en el 89 con los suecos Manticore.
Suecia estaba apuntalando el futuro del género con Landberk, Anekdoten o Anglagard (algunos miembros ayudarán en éste disco). Y Pār Lindh, como sumo teclista a la vieja usanza, vio que ya era el momento adecuado para desempolvar una música que había creado en los 70. Llevaba demasiado tiempo dormida en un cajón. Sus "Gothic Impressions" eran su venganza en plato frío. Algunos implicados fueron Roine Stolt, Anna Holmgren, Magdalena Hagberg, Bjõrn Johansson (con el que grabó unos maravillosos discos de vena Oldfield-Tolkien), Mathias Johnson, Mattias Olsson y unos cuántos más. Reunidos en su impresionante Crimsonic Studios, un museo del teclado analógico vintage, que le llevó años montar. Para dar a luz a una bestia rugiente en órgano de iglesia asilvestrado y Mellotron bombardero.
"Dresden Lamentation" (2'00) abría con la pompa necesaria para dejar patidifuso y ojiplático al mismo Bach. Ojalá hubiera tenido él, éste arsenal!
"The Iconoclast" (7'04) entra sin silencios y en tromba. La banda es aplastante. Rítmica hard de marcado pulso Rickenbaker y en equilibrio, con vocales de bardo estilo Caravan. Ambiente sacro de catedral llena de insondables misterios y sucios secretos inconfesables. La Camerata Vocalis pone el efecto medievo, para que aún sea más "true". Sobrecoge y maravilla. Es justo el tipo de material con que el crítico hater se frotará las manos. Cuánta tontuna disfrazada de "cultura"!. Mellotron y clave son utilizados en la intro de "Green Meadow Lands" (7'27). Crimsoniano latido que permite una entrada a palacio de "In the Court..." por la puerta de atrás. Todo está aquí. Voz a lo Lake, batería Giles, delicada travesura travesera y un sentimiento de profunda melancolía entre piedras milenarias. Mellotron Kingdom en su más apoteósica gloria.
"The Cathedral" (19'33) enreda el barroco con Emerson. Telemann con Wakeman, Van der Linden o Fritz. Son los 90 y ya se puede. Es un ejercicio de venganza poética. Rebeldía cultural contra una caza de brujas como nunca hubo otra. Y ya termina. Los caducos rock-critics no ejercen ya influencia alguna sobre los más jóvenes. Chavales que vienen del metal extremo y descubren "la música prohibida". A muchos les cambia la vida. Mira a Opeth. "La Catedral" es una pieza monstruosa, que como grito berserk en clave sympho-prog, se rebela y exhibe orgullosa todo su poder.
Aún habrá un tiro de gracia con "Night on Bare Mountain" (13'50) de Mussorgsky. La herencia de los más grandes. Entre medias de ambas, la breve "Gunnlev's Round" (2'50) en pastoral y romántico fluir medieval.
El ambiente de majestuosidad sacra y simbología arcana es palpable en un álbum gigantesco. Que junto al "Hybris" de Angladard fueron el Hiroshima y Nagasaki del prog return.
Pār Lindh Project apenas cuenta con media docena de obras. Cualquiera es importante por lo que significó en un momento clave. Han de tratarse con admiración y respeto. Mucho respeto.
J.J. IGLESIAS