Que AC/DC han sido (porque ya no lo son) uno de los mejores y más longevos grupos de “hard rock” que jamás hayan existido se sabe...pero no todos saben que por fantástica que sea una banda no siempre tiene que tener una carrera de lo más impecable.
No es precisamente el caso de los australianos. Lo cierto es que también tuvieron sus altibajos, pero claro, los peores momentos pues no se suelen recordar, sobre todo si hablamos de una formación de tal envergadura.
En 1.981 consiguieron llegar a lo más alto cuando “For those About to Rock We Salute You” era n.º 1 en EE.UU. (el único que obtendrían hasta el “Black Ice”) con Cuádruple Platino y 3 en Inglaterra con Oro. Aunque en realidad parecía un reciclado de lo hecho en el multimillonario “Back In Black” el legendario productor Robert J. “Mutt” Lange supo sacar lo mejor de los integrantes, haciendo que sonaran épicos, grandes e inconmensurables como nunca. A partir de ahí empezarían los primeros errores fatales.
Decidieron despedir a su manager Peter Mensch y al productor Lange, a este último porque, según los propios AC/DC, se hacía insufrible trabajar con él. Claro, todos saben cómo se las gasta “Mutt” para eso de la precisión. Con sus antiguos productores, Harry Vanda y George Young, todo iba bastante rápido, se solían concentrar en las guitarras de los hermanos, eran descuidados; mientras se mantuviera la esencia del “rock” todo iría bien. Lo contrario a todos los niveles de “Mutt” Lange, minucioso a más no poder, empeñado en conseguir la nota perfecta. O eso o ya no seguía con lo mismo y empezaba de nuevo.
Esa ética tan precisa desquiciaba al grupo, que lo único que quería era ver sus discos terminados. La relación no iba a durar mucho más.
Para colmo, Malcolm Young tuvo una pelea a puñetazo limpio en el estudio con el batería Phil Rudd, quizá por lo drogadicto y alcohólico que se estaba volviendo este último. Aquél sería reemplazado por el joven Simon Wright, que venía de un grupo “heavy” al estilo de la N.W.o.B.H.M., AIIZ. El caso es que todo se estaba poniendo muy serio.
Lo que cayó después tuvo una portada blanca donde aparecía dibujado a lápiz Angus Young de espaldas, colocando en una repisa un recipiente encima de otro más pequeño, y que por título llevaba “Flick of the Switch” ('83). Este infame disco significó un punto bajísimo en la carrera de AC/DC, que intentaron retornar a sus raíces “hard rockeras” más básicas, aquellas que les devolvieran a la época del “Dirty Deeds Done Dirt Cheap”.
El problema era que Brian Johnson no era Bon Scott y que el resto no eran los mismos que los de 1.976. El nuevo LP no jugaba en la misma liga que su predecesor, con una producción que se encargaba de intentar cumplir, de hacer que AC/DC siguieran sonando a “rock”, aunque sin ningún atractivo. Las letras de Johnson se veían muy literales (hasta las metáforas eran literales), los chicos facturaban cada canción en cadena, de una a otra sin atisbo de inspiración; en realidad eran revoltijos de todo lo que ya se había escuchado, y los Young creían que sus “riffs” y solos podrían con todo el peso, pero se equivocaban. Quizás se podían salvar “Flick of the Switch”, “Guns for Hire” y “Bedlam in Belgium”, pero más por sus estribillos y “riffs” que por su valor compositivo realmente.
Llegó sólo al 15 en EE.UU. y, como muchos admitirían, ese disco estaría lleno de energía negativa: ni la radio, ni los de Atlantic ni siquiera la propia banda lo querían. Eso sí, ellos juraban que les parecía un buen disco. Pero hubo malas críticas por todas partes, hasta los fans estaban un poco cansados ya. Menudo pasmo se tuvieron que pegar cuando vieron que el “Pyromania” de Def Leppard, producido por “Mutt” Lange, se ponía 2.º en el Billboard.
La gira también fue un desastre, las salas se veían medio vacías, aunque ellos lo daban todo cada noche como si estuvieran en el Monsters of Rock. Su también manager Ian Jeffery iba a ser mandado a la calle junto con todos los demás...y ni siquiera se lo dijeron en persona, fue con una llamada telefónica (que no se crea la gente que AC/DC son tan estupendos, ¿eh?).
El tren de los australianos no podía ir más descarrilado, y tan desanimados estaban que en lugar de seguir los conciertos por Europa se fueron a componer el siguiente LP tras completar las fechas en EE.UU.. Cuando tocaron en Donington como cabezas de cartel los problemas de Malcolm con el alcohol echaban más leña al fuego. En Italia el guitarrista se emborrachó tanto que chocó contra la batería de Wright, en París tocaron en un estadio de 18.000 localidades y 12.000 estaban vacías, y publicar en Octubre del '84 el EP “'74 Jailbreak” no fue una buena jugada, ya que le recordó al público lo bien que sonaban con Bon Scott en una época de mucho jolgorio y creatividad.
Mientras tanto grababan en Suiza el nuevo disco en los estudios Mountain, de nuevo producido por Malcolm y Angus, con la ayuda del ingeniero de sonido Mark Dearnley y por primera vez sin Phil Rudd en el estudio. Las sesiones fueron poco rigurosas; según Wright la técnica de trabajo de AC/DC era la misma: ellos ensayaban, tocaban, no analizaban mucho las cosas y seguían tocando y ya está. La premisa era también idéntica: mostrar la esencia del “rock” más puro y crudo que pudieran hacer, irónicamente en una época en la que la escena “glam” de EE.UU. estaba en su máximo apogeo.
“Fly On The Wall” se llamó el nuevo disco, realizado el 28 de Junio de 1.985, sin mucha repercusión tampoco, la verdad. Fue el esfuerzo más flojo referente a éxito comercial. Sólo llego a la 32.ª posición en América y a la 7.ª en Inglaterra. Puede que para unos noveles estuviera bien, pero no para los muchachos. Las cifras de ventas eran desastrosas.
Y claro, como dijo Mick Wall, “si la definición de demencia es repetir la misma cosa esperando obtener resultados diferentes, AC/DC deberían haber sigo ingresados durante las sesiones de grabación”.
De todas formas “Fly On The Wall” no sonaba como “Flick of the Switch” ni por asomo. El mantillo mohoso de “rock” genérico y plano que lastraba al anterior aquí se intenta explotar de manera más grandilocuente. Digamos que fue el intento de los Young de crear un segundo “For those About to Rock...” (pero de eso nada). Las guitarras resuenan más afiladas, facturando “riffs” crujientes de un “hard rock” puro y duro, recién salido de la bilis de los que lo tocan, la voz de Johnson, quedándose por debajo de los instrumentos, se torna más áspera, ruda y cazallosa que nunca, el bajo de Cliff Williams se difumina levemente y la batería retumba con un eco atronador. Es lo más cerca del “heavy metal” que jamás estuvieron en aquella década. Las letras sin embargo dejan de ser tan literales y Johnson crea unos guiños muy políticamente incorrectos con doble (o triple) sentido de lo más socarrones y zafios (aunque siguen manteniéndose muy lejos de las fantásticas líricas de Bon Scott, tan endiabladas, pícaras y burlonas).
...y es que a veces las cosas hay que verlas con un poco de perspectiva, porque muchos lo menosprecian incondicional e irracionalmente, tan sólo porque fue compuesto en la peor época para la banda. Pero aunque parezca que no hay nada que examinar, que se puede pasar de largo sin pararse, que se puede ignorar algo por el hecho de que haya sido acuñado con el término “mediocre” por multitud de personas...muchas veces no es así.
Un crítico dijo:
“AC/DC son AC/DC. Siempre lo han sido y siempre lo seguirán siendo. Cuando vas a comprarte un disco de AC/DC sabes perfectamente lo que te encontrarás. O te gustan o no te gustan, y se acabó”.
Mientras el mundo del “rock” y el “heavy” sufría cambios por doquier, con bandas yéndose a terrenos comerciales y americanizándose, con teclados por aquí y por allá, con el “AOR” enfocado en las miras de muchos grupos, con el “glam” que no dejaba de ganarse adeptos, con grupos como Mötley Crüe, Foreigner, Quiet Riot, Def Leppard y MAGNUM consiguiendo cada vez más fans, con toda esa espiral de transformaciones en el gremio AC/DC parecía un dolmen de la prehistoria clavado en el denso barro de la perpetuidad. Hasta dinosaurios como Jethro Tull, ZZ Top, Uriah Heep o Y&T se habían modernizado, pero no los australianos, ellos seguían en sus trece.
“Fly On The Wall” se componía de diez trallazos, simples, con mucho estribillo, con una ética de clase obrera y sin muchas experimentaciones. Seguían siendo AC/DC, y lo demostraban:
-Abría con el clásico “riff” del tema que da título al LP. Se notaba la rudeza en la guitarra de Angus, era cruda, tosca y sin paliativos, inmediatamente después las rasgadas cuerdas vocales de Johnson, que parecían estar tratadas con un leve “reverb” (cosas que sólo se hacen en estudio), despedían un “¡Fly!”. Empezaba con un ritmo lento, con los baquetazos de Wright resonando con un particular zumbido, hasta que cogía fuerza en los coros y en el solo tan brutal y breve de Young.
Lo malo es que se emparentaba con el “Bedlam in Belgium” de “Flick of the Switch” y pretendía asemejarse al “What do You do for Money, Honey?” (y ni por allá pasó).
-“Single” con más o menos suerte en los “charts”, ya que se quedó 24.º en las listas inglesas, “Shake Your Foundations” puede pasar por ser el mejor del disco.
Con el sistema de tocar unos cuantos gruesos acordes que iban seguidos de dos trastazos en la batería comenzaba la primera parte hasta que la guitarra repetía el “riff” de entrada para meterse en la segunda, más animada pero eso sí, con un ritmo más perezoso que el anterior “Fly On The Wall”.
Así se desarrollaba este tema que hablaba de alcohol, mujeres y diversión con un estribillo de lo más repetitivo y un solo que en realidad no lo parecía; Angus casi se limitaba a repetir la estructura de la parte inicial de la canción con algunas variantes.
Por otro lado, aunque AC/DC estuvieran en contra de seguir la moda americana, sus textos bien se asemejaban a los de aquellos grupos, donde Johnson, con su particular sentido del humor, predicaba: “Mírame recostado en la barra, con mi cabeza en una jarra de whiskey. Sintiéndome bien porque la ciudad está viva, estoy preparado para “rockear” y hacer el tonto. Me levanto y me deslizo a través del suelo; quieres venir, así te conoceré frente a la puerta. Nadie puede pararnos porque nos sentimos muy bien, nos escabulliremos esta noche. ¡Tiemblan tus Estructuras!, se sacuden hasta caer. ¡Tiemblan tus Estructuras!”.
-Muy dicharachera entraba “First Blood”, con un divertido “riff” que pretendía devolvernos a los tiempos del “Powerage”, pero con un “feeling” más “metálico” y agresivo; bien oída no encajaría mal en el “Metal Health” de Quiet Riot. El solo de Angus sorprende precisamente por lo feroz que suena y Johnson sigue maltratando su garganta a base de aguardentosos berridos.
-Primer “single” del LP, y con no tanta suerte como el anterior “Shake Your Foundations”, “Danger” sólo llegó al 48.º puesto en los “charts”, guardando un sentimiento más “bluesero” y siendo la más pausada del álbum. El desgaste de las cuerdas vocales de Johnson aquí se nota también más que en las demás; cantada por Bon Scott habría sido otra cosa, ya que no desentonaría en un disco como “Dirty Deeds Done Dirt Cheap”.
-También fue “single”, pero no se posicionó.
“Sink the Pink” era divertida como “First Blood”, sólo que más “rockera” y menos “metálica”, con estribillos muy coreables y un “riff” de lo más “boogie”, de esos que luego llenarían el disco “Stiff Upper Lip”.
La letra seguía con la juerga, dobles sentidos de lo más chacoteros y los guiños sinvergüenzas (que quizás harían soltar alguna risilla al público más juvenil, pero no a los fans serios y veteranos del grupo).
-Tras lanzar Johnson un carrasposo bramido abría la segunda cara con quizás la más políticamente incorrecta del LP. “Playing with Girls” no se aparta de los esquemas fijados, aunque es más enérgica que la anterior y con un ritmo de lo más desenfadado y disfrutable. Otra vez se entrevén las ganas de querer imitarse a sí mismos en “For those About to Rock We Salute You”, más que nada por ese “riff” principal que parece regurgitado del “Let's Get It Up”. Las chicas son esta vez el tema del musculoso cantante, y descritas lo más impúdicamente posible:
“Esas mujeres que beben whiskey con soda se ponen calientes al tocarlas, sus piernas crean la conversación, presagiando su lujuria. Mira a los empalagosos papás amantes de lo dulce y sonriendo, mira lo que le está colocando, como un niño necesitado. Ahí es donde me encontrarás, con mucho orgullo. ¡Jugando con las chicas, voy a pillarte caliente; jugando con las armas, voy a dispararte! ¡Jugando con fuego, voy a encenderte; jugando conmigo lo tendrás todo!”...y seguía así la cosa.
- Otro de esos “riffs” característicos de Angus Young iba “in crescendo” en “Stand Up!”, similar al “blues” que llevaba “Danger”, pero más animosa, casi de aires “funk” y también más ligada a un crudo “heavy metal”. Estribillo otra vez para corear en alto, textos con mucho descaro, un solo descarnado y gritos enardecidos, resultado de una garganta acostumbrada a mezclar bourbon y cristales rotos.
-Muy, pero que muy festiva sí se destapaba “Hell or High Water”, con el sentimiento de “For those About to Rock...” y despidiendo rabia por los cuatro costados de su composición. Pasa por ser una de las más “heavies” del disco y con coros otra vez machacones a más no poder.
-La más bailable, chula, “funkie”, disfrutable y entretenida es “Back in Business”. Hubiera quedado muy bien como “single” por lo comercial que resulta.
La letra reitera el cliché de un tipo agresivo tras una mujer. Johnson siempre muy poético...
-Los últimos rudos “riffs” llegan con “Send for the Man”, una casi imitación del “Evil Walks”, para terminar el disco con este tema mitad “blues” mitad pildorazo “metálico”, donde Angus se marca un fiero solo de guitarra y destaca la poderosa base rítmica de Williams/Wright (que, por cierto, es la única del álbum que no acaba con un golpe en la batería).
Para promocionar mejor el disco fueron realizados vídeos de las canciones “Fly On The Wall”, “Shake Your Foundations”, “Danger”, “Sink the Pink” y “Stand Up!”. Todas formaban un conjunto; en el vídeo AC/DC actuaban en un local sucio y bastante cutre, siendo acosados por un reportero con las mismas características, y mediante pasaban las canciones el número de fans aumentaba hasta convertirse aquello en una fiesta monumental, mientras que se desarrollaban algunas historias paralelas, las de los clientes del pub (una camarera, unos tipos del Gobierno, un tipo que siempre intenta ligar con mujeres y que fracasa, etc.). Pero tampoco es que tuviera mucha repercusión.
Y la poca que mantenían se disipó cuando el salvaje asesino en serie Richard “El Acechador Nocturno” Ramírez fue arrestado y se le encontró en posesión de material de AC/DC, como gorras, camisetas, etc., declarando que además era seguidor devoto del grupo. AC/DC no pudieron tener peor publicidad entonces.
Conciertos cancelados, radios que no querían saber nada de ellos, protestas de grupos conservadores, en fin, todo fue un descontento general. Menos mal que un año más tarde se restablecerían gracias a unos cuantos que decidieron echarles una mano, porque realmente la necesitaban.
Así, en 1.986 llegaron a componer la banda sonora de la película “La Rebelión de las Máquinas”, una gamberrada de lo más ochentera dirigida por el escritor Stephen King y basada en un relato suyo. De todas formas fue muy complicado sacar al veterano grupo de aquel profundo bache en el que se encallaron, uno que les estuvo atormentando cuatro años.
Que no haya temas ni de “Flick of the Switch” ni de “Fly On The Wall” en los recopilatorios que se han ido realizando prueba que de aquella época no están nada orgullosos.
Para la posteridad queda esta rareza compuesta en uno de los momentos más oscuros y desventurados de los australianos.
(Mejor canción: “Shake Your Foundations”).
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