Después de Cluster y brevemente, Lilienthal, Dieter Moebius comenzó carrera en solitario en 1980, al igual que Roedelius. Discos que son pequeñas obras de arte del abstraccionismo minimalista. Finalizando siglo, en 1999, editó el más que interesante "Blotch".
Moebius se encargaba principalmente del Korg Prophecy y E-mu Orbit. Siendo asistido en controles de mesa, piano preparado y pedal steel guitar (muy tuneada!), por Tim Story.
De inmediato escuchando "Ondulation" (4'00) puede uno asemejar la extraña música resultante a base de loops, con futuristas viñetas del otro Moebius (Jean Giraud), el supremo dibujante francés. Demonios, se compaginan ambos perfectamente! Parece un portal hacia las páginas de "El Incal".
"Metalway" (6'02) mezcla cierta sonoridad maquinal, industrial o de gélida apariencia, con filosofía Dŭsseldorf aparente. Todo muy evolucionado desde los 70. Exploración constante para la psique más reflexiva. Cuidado, nada de "música relajante" aquí. El espíritu progresivo es evidente. También el transgresor. Rock alemán con denominación de origen.
Capas de mercurio líquido aparecen en "Temperate" (3'46), sin desdeñar posibles líneas melódicas contemporáneas y subliminales. Ocultas, fascinantes, pero existentes. Con una rítmica cuasi tribal de un arcano poblado Watusi en Alpha Centaury.
Abrazo sonoro de apabulle cyberpunk trae "The Tracker" (8'34). En reiteración industrial looper y desasosegante sensación de trabajo en cadena de montaje. Poca humanidad reside ahí. Dieter Moebius era un alquimista del sonido, y hasta en ése tipo de frías emociones conseguía verdadero arte.
Como un score de fanta-terror, "Im Raum" (12'04) se comporta exactamente. Sonidos retorcidos y modelados para el suspense mental y la imaginación más fértil. Pulsación drónica que transmite vida artificial independiente y siniestro futuro latente. Lo que atemoriza, claro. Y lo convierte en pieza estelar.
Incomparable electrónica de investigación con "Kohlzug" (9'40). Esto sí que es psicoanalizar al oyente con algo fuera de lo común. Algo así como Gamelan cósmico que vibra por sí sólo.
"Balistory" (8'26) usa guitarra de manera sui generis pero de suprema inteligencia minimalista. Lo que sigue luego es una orgia de impredecibles sonidos, aunque todos en su sitio. Música cuántica aparentemente en anarquía, con un orden natural inconcebible en nuestra dimensión. Y me encanta.
La final "Neues" (5'27) es como una rave imposible dentro de un hormiguero con "sold out" en la puerta. Lo imagino tal cual.
Nos dejó Dieter Moebius en 2015, y el dadaísmo electrónico ya no ha vuelto a ser el mismo. Se le echa de menos.
J.J. IGLESIAS