Hace un par de años, me quedé como si hubiera visto una Hydra sobre el escenario, petrificado. Era un concierto de los vascos Sotomonte. Su primer álbum del 2021, "From Prayer to the Battlefield", plasmaba toda la amplia experiencia adquirida por su cerebro, Jokin Salaverría. Autor de letra y música, además de bajista, cantante solista y guitarras.
Ahora vemos su segundo, "Decadence & Renaissance", y cómo va subiendo el listón cuando se creía ya muy alto. He tenido oportunidad de ir siguiendo su gestación mediante valiosas demos recibidas, así que no había factor sorpresa. Sabía que se estaba cocinando algo grande. Aún con todo, volvieron a dejarme de piedra. Continúa la temática "british invasion", y no precisamente musical, en sus cuidadísimas presentaciones artísticas. Un lujo para la vista. Y la alianza con Iñigo Bregel (Los Estanques) se solidifica, continuando como en el debut en producción magnífica, batería, teclados, armonías vocales y percusión. Como un miembro más.
Así como la banda es ya todo un hecho como tal : Miguel Moral y Xabier Badiola a las guitarras, mandolina y acústicas, además de voces. Alberto Trigueros "Trigui" a los teclados. Y Unai G. De Kortazar en la batería.
No creo que haya en el panorama de aquí una banda con aspecto más 70s. Extensible a su música. Mira, hacer las cosas bien siempre es difícil. Y hacer retro-rock, un Arte. Pocas veces me puedo creer lo que oigo sin tener el presentimiento de que hay algo impostado o artificial. Tarea complicada el sonar a algo genuino de ésa década, para unos oídos entrenados.
Con Sotomonte no pasa eso. Comunican ése buscado feeling con absoluta naturalidad. Pinchas "The Nothing" y te trasladas a Londres en un día brumoso de 1973. Humedad, Wardour o Denmark Street, Marquee Club o Speakeasy, Soho, Melody Maker, el Roundhouse o cualquier pub de Notting Hill/ Ladbroke Grove. Piensas en eso porque es lo que sugiere su música.
Las voces en armonía siguen acompañando el sonido Sotomonte. Forman parte imprescindible de él. Cuidadas al máximo. Junto a nítidas acústicas que no son borradas por la electricidad ni el fuerte percutor global. Un milagro de cohesión y de ingeniería sonora. De Unicorn a The Shape of the Rain. Saca conclusiones.
Entran en tromba instrumental en "Gambit", pero se mantiene la estrategia. Ése sentimiento Laurel Canyon llevado al prog británico 70s que tan estupendos resultados dio en gente como Quicksand o Capability Brown. El equilibrio entre música tensa y delicadeza, que puede ser triste, nostálgica, amarga o incluso de odio, sigue ahí. Componer así es un milagro sin que nada se escape de las manos. Y aquí todo está en su sitio. Con una claridad en cada elemento que asombra sin parar.
"The Beauty of Tomorrow" se recrea en su melodía, resguardada por cálido Mellotron. Mientras unas guitarras West Coast acercan posturas de los eternos Man. Arreglos de orfebrería, para variar.
Puro sonido Moog abre "Blind Faith", con un bajo parlante, Hammond de añejo buen gusto y descarriada originalidad grupal. Lo rubrica todo una conversación entre mástiles y teclas casi de vena camelística.
Un sueño (otro) Downer rock propone la segunda cara, con "Montecristo/The Riddle", entre acústicas, Mellotron y la expresiva voz solista. Siempre abrigada por la coral sotomontesa. Que con la incendiaria intervención guitarrera, tocan de lleno la magia de Wishbone Ash.
Sin interrupción, "My Cross to Bear" tiene fuerte sonoridad Hammond, atrapa a los primeros Camel y su hard prog exquisito. Un momento a no olvidar. Continúa enlazada con "Little Vilma" en un irreal efecto armónico casi floydiano, psicodélico, cerca de Pretty Things en "S. F. Sorrow". Emoción en cada estrofa. Mandolina, ambientación folk. Encantamiento y regresión. Asombran.
Como no menos increíble es la maraña arreglista de "What a Game to Play". Casi de tintes genesianos traspasados al genuino estilo Sotomonte. Acogedor Mellotron, omnipresente. Cambios ingeniosos, sutilezas y detalles que no cesan un instante. Majestuosidad e inabarcable elegancia. Desmesurado bello final.....Pero con coda. "The Everything" finaliza ésta joya con acústica textura, glockenspiel, cánticos nananas y vintagismo teclístico, que nos recuerda volver a nuestro aburrido plano existencial.
Sotomonte propone y dispone de universos paralelos ilimitados, para escapar del muermo real a cada nueva escucha. Enorme contribución al prog actual a nivel mundial. Porque ahora no hay bandas como Sotomonte.
J.J. IGLESIAS