Uno de los discos prog de cabecera en éste año 2024, va a ser sin duda el debut físico de Tom Penaguin. Intachable pieza que recrea fidedignamente la magia de Canterbury, desde una asombrosa pureza de formas casi increíble. Azrachel, Egg, Hatfield and the North o National Health resucitados por éste joven multiinstrumentista galo, de Rennes. Un día de éstos lo reseñamos. Aunque ya deberías estar sobre aviso.
Sus inicios fueron en bandas de rock-metal, allá por la naciente década pasada. Siendo todavía miembro del grupo Djin. Hizo un disco con el seudónimo de Captain Blind Chameleon (2020). Y ya a su nombre, se estrenó en formato digital con éste "Soundtrack for Places I'never been Vol. 1". Utilizando únicamente batería real y un Moog Matriarch. Ya demuestra su talento desde éste modesto inicio, en un molde más cercano a la prog-trónica.
"Trampoline Overdrive" (5'03) nos lleva a mundos oldfieldescos vía Philip Glass. Magia melódica de fuerte sujeción rítmica percusiva que aporta fuerza a tan delicadas líneas de sintetizador. Piensa en Tony Banks en solitario y no te irás lejos. Sin pausa alguna, entramos en "Antigravity Lagoon" (12'53), comprobando que la maquinaria de ideas de Penaguin funciona con perfecto engrase. Extrae potencial a puñados de maravillosos sonidos en su Moog Matriarch. Y su toque de batería es de gusto profesional. Alguna esencia de Absolute Elsewhere y su teclista, Paul Fishman, encuentro en paralelo. Pura alquimia que da pie a la fantasía y a la desconexión de la realidad, algo tan necesario. Plantea melodías que invitan a la emoción, muy cerca del sympho clásico, pero con armazón space rock. Adelbert Von Deyen mezclado con Cluster, en su faceta más amable.
De abstracción berlinesa, "Diving Bell" (2'27) juega con delays y crea otoñal nostalgia ambient. Bajamos al planeta con "Stamping Factory" (5'31), de cierta savia jazzy y dinámica lo David Sancious & Tone. Presta mucha atención al bajo sintetizado, que da el pego con mucho acierto. Y vuelve a convencer en su magnífico dominio melódico.
Finaliza con "Flight of an Amphibious Airship" (12'11). Un delicioso paseo emocional con sensibles líneas de sintetizador, efectista enredadera de sonidos y sublime rítmica orgánica. De destacada sensibilidad, a la altura de un Peter Bardens, Tony Banks o Mark Kelly.
Es éste un notable debut, que me recuerda a los primeros trabajos en los 90 de Chris Fournier y su proyecto Fonya. Una pequeña maravilla eclipsada por su tremendo seguimiento físico, entroncado en otras lides progresivas. No despistarse. "Soundtrack....." brilla con su propia luz.
J.J. IGLESIAS