Seguimos indagando en las Dark Ages o épocas oscuras para la Berlín School. Y los 80 no fueron nada propicios. Una masa enloquecida de niñatos habían adoptado los sintetizadores como nueva "expresión joven". Y eso no podía traer nada bueno. Entre otras cosas, porque su filosofía se basaba antes en la estética y la moda, que en lo principal, la música. Ésta era claramente secundaria. Y hecha por gente de preparación nula. Aún así hubo notables excepciones.
Por otro lado, estaban los condenados a la sombra, en las catacumbas del underground. Sintetistas y músicos enamorados de las corrientes anteriores, todavía recientes, gente que admiraba a Klaus Schulze, Tangerine Dream o Ash Ra Tempel. Que se negaban a ser arrastrados por aquella turba de engominados figurines salidos de una revista de moda. Y la modesta cassette fue el medio ideal para su salida artística del ostracismo más olvidado.
El canadiense Steve Brenner lo tuvo claro. Pronto un futuro y sólido sintetista, bien en solitario, bien con proyectos como Kolab o Venal Equinox, posee una respetable carrera al margen de modas soplagaitas.
A base de Yamaha CS15, Polivoks, Juno 106, SVC 350 Vocoder, Korg 2DD 1000 Delay y Roland DEPS, se marcó éste primer asalto cassettero lleno de voluntad y buenas esperanzas. La ilusión de los comienzos. Una fuerza irresistible. Y eso ya se nota en las primeras notas de "Signals" (11'11), donde la estela de la Mandarina Somnolienta sigue estando presente en su firmamento estilístico. Nebulosas Froese y rítmica secuencial Baumann, para algo sorprendentemente muy adulto y preparado. Aquí tenemos misteriosas melodías serpenteantes que mutan poco a poco, invadiendo la indefensa psique del oyente en reiteraciones evolutivas de sugerente encanto. Minimal, pero efectivo.
Incorpora elementos synth-rock para "Electronic" (7'00), que aquí se denominó malamente, "tecno".....Hasta Tangerine Dream adoptaron formas en los primeros 80. Nada preocupante, si se tiene el buen gusto de incorporar como un elemento más, sin dejar que la euforia hype te atrape. Como es aquí el caso. Sitúese entre "Logos", "Poland" o "Le Parc". Fiebre secuencial, como columna vertebral del tema.
Cara B de la cinta con "Locomotive" (12'09), de plena exploración espacial kosmische al viejo estilo. Sugiere película de horror en el Ártico, tipo "The Thing". Tiene carácter de score y pudo ser una magnífica banda sonora a lo John Carpenter. Es uno de los puntos álgidos de la K7-album. Adelanta sonidos pre-industriales a la fórmula, y se le ve cómodo dentro de la experimentación berlinesa espacial.
Otro verdadero homenaje tangerino tenemos en la final "Project 707" (7'30), que denota futurismo decadente no exento de amenaza, con un barniz de lirismo debussiano, con acercamientos Kraftwerk y un fuerte sabor alemán.
Steve Brenner tenía claro que ésa herencia no podía perderse, ni aún en los coloridos y horteras 80. Y se marcó un debut de calado sincero, verdadera declaración de principios de un fan defendiendo a muerte su causa perdida.
Morituri Te Salutant.
J.J. IGLESIAS