Basta con echar una ojeada a la discografía del jerezano José Carlos Sisto, para comprobar que nunca ha parado quieto. Fuzz Machine, Shakti's Delirium, Fuzzy Lady, Astrovudu, Mater Dronic......Puede que el rock psicodélico haya presidido sus proyectos, pero ha sabido siempre buscarse la vida para moldearlo de mil maneras posibles. Porque al fin y al cabo, qué es la psicodelia? Yo diría que, como el jazz, un estado de ánimo, una forma de sentir y entender la música.
En 2021 volvió con otra reinvención, ahora como Lyd Heavyman, de seguras cercanías hard rock, desde variadas perspectivas. Fue en aquel magnífico "Ciclo del Eterno Retorno".
Y ahora se propone otra vuelta de tuerca, que ni al mismísimo Nick Saloman se le hubiera ocurrido. Fusionar hard rock 70s con 80s, y que no parezca pegado a la fuerza con Loctite sonoro. No era fácil la empresa. Porque aunque fueron tendencias paralelas, su naturaleza y filosofía son bien distintas. Desde lo de Opeth con el black y el prog, lo más arriesgado que veo. Pero como éste camaleón andaluz tiene mimbres sobrados, amplia cultura musical y aptitudes probadas, cualquier reto le produce una instantánea erección en el mástil.
Sisto se ha dedicado a arreglar, componer, escribir, mezclar, cantar y tocar la guitarra y el bajo. Rafa Camison fue el batería e ingeniero de sonido. Suficiente? Seguro. Pero querían ofrecer más. José Moares (Surya) aporta guitarras aquí y allá. Lo mismo que Pedro Gago Marin, de los legendarios Tiburón. Éste sí que es un disco "de guitarras". Y no los que anuncian pomposamente como tal, en la cacareada "escena indie", (fichados por multinacionales!). Más indie que esto, fruto de la admiración y aporte de sus seguidores por mediación de crowfounding, no lo hay.
Un carrillon viejuno anuncia la arrolladora entrada de "Miro a las Estrellas" (6'33). Y asistimos a la mutación melódica de Lyd Heavyman. Siempre tuvo fácil acceso a la melodía. Pero ahora son hasta radiables, sus canciones. Qué ha estado escuchando éste hombre últimamente? Dokken? Badlands? White Lion? Blue Murder? Cualquiera de los cuatro grupos me parecen ases de los 80. Y sus guitarristas ni te cuento. Oír para creer, lo del tío Lyd.
Y sigue la juerga retro-hair en "Desde lo más Profundo" (7'27). Su voz es perfecta para éste cometido más melódico, y su manera de vocalizar me sigue pareciendo muy "argentina". Y ésos boludos, para el rock con melodía, son reyes. Las guitarras rugen por todos lados. Y en ése kilombo eléctrico hay sitio para el tapping de Van Halen y para el bending de Hendrix. Ésta última frase creo que da en el clavo. Así se entrecruzan dos décadas mágicas. Ojo con sus líneas de bajo, que invocan a Tim Bogert. O a Rudy Sarzo. Y ésa batería aplasta-cráneos es digna de un Carmine Appice, (hombre comodín en ambas décadas!). Como demuestra en la entrada de
"Pliego en el Tiempo" (7'12). Que es como si Cheap Trick llevara a los tres solistas de The Outlaws, con Richie Sambora haciendo solos. Rozan la gloria, señores. Pero van a tocarla.
"Mientras Duermes" (7'25) es el resultado (im) posible entre Los Socios del Desierto de Spinetta, en un club de Sunset Boulevard en 1986. Duelo brutal entre José Moares y Lyd Heavyman, cambios con sabor a Rush 70s y pasión incontrolable. Esto es música escupida por Antorchas Humanas del rock'n'roll. El solo final es destripante, como un Jack The Ripper de cuero negro, en un homenaje a Frank Marino en posesión infernal (que no por Hendrix!). Se pasan mucho y es de agradecer su incontinencia, en unos tiempos tan jodídos de corrección política y autocensura de mierda.
Aquí llega el hacha de Tiburón para aportar historia y solera. Y más picante a lo cocinado, en "Máscaras de Cielo" (7'47), con un solo personalizado. Además de twin guitars de belleza Lizzy y salvajes pirotecnias de larga exposición guitarrística (observa la duración de los temas, otra conexión con Frank Marino). Nada de relleno aquí.
Al fin unas acústicas en "Si el Mundo se Detiene" (6'15). Y el alma sagrada de Spinetta se me sigue apareciendo con su recordada belleza espiritual. Entre Pescado Rabioso e Invisible anda el juego. Y no exagero nada. Música con puro sentimiento, de la que nunca podrá "escribir" una comPUTAdora.
Rítmica frenética de Moraes como aviso de "Alta Tensión" (4'45). Perfecta descripción. Medio tiempo denso en cuerdas y letras trabajadas (extensible a todo el disco). Hard rock añejo resucitado con ganas de venganza. Steamhammer o Groundhogs del siglo XXI.
Vuelve Pedro Gago abordando "Entre Mil Galaxias" (8'18), como chamán-hechicero que invoca al Tiburón, que acude raudo al olor de su sangre caliente. Magma infernal de hard prog que achicharra corazones y almas con imparable pasión, honesta y sincera. Una auténtica monstruosidad que desafía al mundo rock de ayer y de hoy. Sin más.
Cierran con "Siempre Estaré Junto a Ti" (5'45), donde aporta su voz y coros Antonia Barba Álvarez. Musa a la que de seguro, le debemos la inspiración de éste fabuloso disco.
Una auténtica Sinfonía de Guitarras que juega entre los 70 y 80, dejando la partida en tablas, por su absoluta entrega en ambos cometidos. De verdad, su lectura se sale de parámetros. Lo mejor que he escuchado en hard rock nacional del año, no tengo duda.
J.J. IGLESIAS