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LA DÉCADA DE SEQUÍA Y EL NEOPROGRESIVO 5: TWELFTH NIGHT

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 Si no me equivoco creo que esta palabra en el imaginario cristiano significa “Noche de reyes”. Tengo que reconocer que Duodécima Noche como nombre de grupo de rock es bastante original y además es una obra cómica de William Shakespeare. Los nombres rebuscados en el progresivo tienen su cosa: Gigante Gentil, Jethro Tull, Van Der Graaf Generator, Premiata Forneria Marconi, Banco del Mutuo Soccorso, Happy de Man, Hatfield and The North etc. Hay otros más grandilocuentes o sosos como: Génesis, Sí, Renacimiento, Camello, Caravana etc. Naturalmente es lo de menos. Lo importante es que su música sea interesante o entretenida. El nombre en una banda solo es un indicativo o un simple registro. 



Los Noche de reyes eran originales de Reading y empezaron casi antes que algunos de sus colegas. En 1978 se llamaban Andy Revell Band y ganaron un concurso de bandas de rock, Una especie de Talent, cosa curiosa, aunque imagino que de prog no tenían nada todavía. Recordemos que en Inglaterra el Punk estaba en plena efervescencia de la época y lo destrozaba todo, pero estos chavales ya empezaban a experimentar con extraños temas y arreglos. Tampoco hay que olvidar que por entonces los sonidos agresivos, metaleros y violentos empezaban a estar de moda y el ambiente de decadencia socio cultural. La tendencia escatológica y agresiva de imperdibles y hierros faciales estéticos era la norma y forma de rechazo a todo principio de educación. 

Por otra parte. De alguna forma como he leído recientemente se han definido estas dos últimas décadas y media de lo que va de siglo XXI como el tiempo contemporáneo más infeliz de todos los que tenemos memoria y vivencias. La desconfianza en el sistema, las enfermedades mentales en auge, el embrutecimiento cultural y el auténtico vacío existencial del presente sin visos de futuro, han superado muchas expectativas y augurios que ya de por si se preveían negativos. 

Ciertamente hace cuarenta años tampoco estaba el mundo y el panorama para alegrías. Pocos se libraron en las postrimerías de la guerra fría de la mala hostia y cabreo socio político en ese contexto, pero aun así todavía quedaban ideas basadas en la razón y el humanismo. Sin embargo, hoy eso ya no existe. la mentira es la norma para todo y en todos los frentes. Ya no hay escrúpulos ni piedad para nada y esto se acepta como normal.

En la década de los 80 el neoliberalismo sin filtros, factura de firma Thatcher- Reagan (hoy ya desbordado a peor) empezaba a reinar. Inglaterra en 1982 estaba en guerra en las Malvinas y aunque el absurdo conflicto tan solo duró unas semanas, el malestar generacional, social y laboral era pan de cada día. Recordemos que una más de las tantas “pseudo-revoluciones” cool-punk juveniles que como comedia de enredo quería parecerse a aquel revoltijo del mayo francés del 68 y finalmente inocua, eran verbena habitual en las calles del Reino Unido y que como era previsible solo acabaron en el negocio de la moda y tendencia comercial y además para más inri, acelerar la muerte de muchos de sus inteligentes acólitos por sustancias.

 En los 80 fue entre patético y glorioso ver como la gente se martirizaba y autodestruía y no llegaba en muchos casos a los 25 años. También es cierto que aquello ha sido superado de manera “cum laude” por las actuales generaciones virtuales estupendamente preparadas para la “cuántica” pos-verdad de la vida moderna.

Los neo progres remaban por su cuenta y tampoco eran del todo ajenos a las tendencias del momento la forma de vestir era similar a cualquier otra tendencia del momento. Imagino o quizás sea una ocurrencia mía que el famoso festival ochentero de Reading estuvo principalmente originado por la aparición de esta banda. Con la entrada del bajista Clive Mitten en 1979 la cosa cambia. Mitten fue y es un músico competente y muy aficionado a la música clásica por algunos recientes trabajos por su cuenta. Al principio el guitarrista Andy Revell junto con el batería Brian Devoil y el teclista Rick Battersby hacían temas instrumentales sin una línea o estilo que pudiera denominarse progresivo. Las composiciones y arreglos entran con Mitten e incluso las primeras canciones son cantadas por una chica llamada Electra McLeod. Esta época se limitó a una casette de baja calidad. En 1981 editaron su primer Lp en vivo: “Live at the Target” en un estilo algo indefinido con una guitarra llena de eco y teclados ambientales próximo al space rock pero con ocurrencias propias. Con la entrada del cantante Geoff Mann que ya anteriormente estaba de fijo discontinuo, consiguen un estilo más original y peculiar sacando dos discos un tanto teatrales y extraños: “Smiling at Grief” 1982 y su obra más conocida: “Fact and Fiction” del mismo año. Esta formación duraría hasta 1983 con el live en el Marquee londinense. Lo cierto es que esta banda no sonaba como ninguna otra del neo-progresivo. Su música era sinuosa. Entre lo vital y lo enérgico, con oscuros vericuetos y letras cargadas de drama y tristeza cuando no de horror directamente. Al principio no me gustaron nada. Lo reconozco. Se me antojaban confusos y se me hacían ásperos y tuvieron que pasar años para darme cuenta de que fueron una banda sumamente original con todos los pros y contras de la época que les tocó. Esto duró muy poco. Geoff Mann se volvió cura anglicano y estas son cosas que una mente racional científica como la mía no las puede comprender. Me vienen al caso, el japonés Damo Suzuki de Can que se hizo testigo de Jehova, incluso Jamie Muir el percusionista del Larks Tongues… de Crimson que terminó budista o el de Neal Morse y su conversión al cristianismo más radical. Hay todo un movimiento curioso de rock cristiano dentro del progresivo.



Con la entrada de Andy Sears en la voz la música cambia ligeramente a un sonido más AOR-pop comercial y ochentero, aunque sin perder calidad. Con él graban “Art and Illusion” y “XII” mejor sonido, pero diferente estilo. Muchos de sus trabajos en directo y en estudio han sido nuevamente editados en ediciones ampliadas y remasterizadas así como grabaciones de archivo como la fantástica “Sequences” de 25 mtos. Incluso el cibernético y ultra moderno Steven Wilson les ha hecho algún que otro apaño sonoro. Es curioso que con el paso de las décadas esta música me suena diferente a como me sonó en su momento y me produce cierta nostalgia porque el mundo, aunque desastroso como siempre, no era tan jodidamente malo, deshumanizado, peligroso y falso como lo es ahora.

Alberto Torró



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