1.977: una fecha clave para muchas bandas de "rock" de la época.
Ted Nugent llegó con su álbum más vendido, el mítico "Cat Scratch Fever"; AC/DC hicieron que los de Atlantic se pusieran de rodillas ante ellos con su "Let There be Rock"; los Lynyrd Skynyrd rindieron tributo a sus caídos con "Street Survivors"; QUEEN conquistaron al mundo con su "We Will Rock You!" y su "We Are the Champions", ambos del "News of the World" y un descontento Ian Anderson se cortó sus barbas y melena, se largó a vivir al campo y creó "Songs From the Wood", uno de sus álbumes más brillantes...todo esto mientras el "punk" que inauguraron Los Ramones, y que explotaron bien los Sex Pistols, dominaba la escena popular de la música.
Pero para una banda original de Birmingham, que tan sólo hizo dos álbumes en una compañía menor como era Gull Records y que se estaba ganando a pulso el tener un puesto privilegiado en el mundo de la música, fue un momento realmente crucial en su carrera.
Y es que Judas Priest rozaron el techo de su creatividad y virtuosidad discográfica con su rompedor y sobresaliente "Sad Wings of Destiny", álbum de álbumes y esencial si se quiere entender las palabras "heavy metal". Puede que Black Sabbath y otras bandas empezaran a darle forma al género, pero fueron Halford y compañía quienes lo inventaron como concepto musical y casi como modo de vida cuando en el '78 aparecieron llevando el cuero negro que representaría la manera de vestir que tenía que llevar realmente ese término musical.
Pero el caso es que en el '77 CBS se interesó por los chicos y les ofreció un nuevo contrato. Estaba claro que Gull no les trataba como se merecían y la oportunidad más grande se presentó de repente, así que ni se lo pensaron.
Lo malo, y a día de hoy es todavía una molestia, es que Gull se quedó con los derechos de los dos primeros discos de la banda ya que el juicio lo perdieron como siempre los músicos y, como siempre, quienes ganaron, fueron los ejecutivos.
Pero todo estaba a punto de cambiar: Alan Moore es despedido, la compañía le propone al bajista de Deep Purple que haga de productor (quien ya había hecho una labor excelente con los "Razamanaz" ('73) y "Rampant" ('74) del grupo Nazareth) y un joven de 19 años llamado Simon Phillips se pone a las baquetas.
Todo esto lleva al mismo destino, grabado en los Estudios Pinewood, uno de los más poderosos, enérgicos y, dicho sea de paso, míticos álbumes de "heavy metal" que se hicieron por aquellos '70, "Sin After Sin".
Y es que, si en "Sad Wings of Destiny" encontrábamos un sonido muy pulido, unas guitarras con sonidos afilados y cristalinos al mismo tiempo y una voz limpia y pletórica, en este disco el ambiente se torna mucho más tenebroso y el sonido cambia ligeramente para hacerse más agresivo, al igual que la voz de Halford, que parece mostrar incluso cierto aire de enfado en sus inflexiones.
Pues agárrense:
-Este periplo comienza con el tema que (practicamente) da título al álbum: "Sinner", una inclemente canción imprescindible en la discografía de la banda y una de las más grandes que hayan hecho.
Lo que nos encontramos es una voz, como ya comenté, más agresiva y rasposa, para que encaje bien con el sonido de unas guitarras corrosivas que realizan espectaculares batallas de "riffs" entre sí, aunque si por algo destaca es por ese solo de K.K. Downing en mitad de la composición y que, sin exagerar, pone los pelos de punta.
-Luego nos vamos con el más comercial del LP, también de ejecución obligatoria en sus conciertos y a día de hoy un verdadero "diamante" musical, "Diamonds and Rust" (que fue decisión de Glover el que acabara en el disco...sabia decisión), una vuelta de tuerca de la recordada canción de Joan Baez que encaja perfectamente entre la primera y la que viene después.
-"Starbreaker", otra mucho más "rockera" donde despuntan su divertida batería del principio y el ritmo tan Purple que tiene.
-"Last Rose of Summer" es, posiblemente, una de las baladas más sensibles que el grupo realizó, donde aquí los dulces sonidos que desprenden las cuerdas de Tipton se funden delicadamente con la satinada voz del cantante, aquí mostrándonos la gran versatilidad de sus cuerdas vocales. Inolvidable ese "the last rooose...of the summeeer..." que se va repitiendo a lo largo de los últimos 2:49 minutos y que se mezcla con las finas notas que van apagándose poco a poco para dar paso a la que es mi favorita de todo el álbum.
-"Let us Prey/Call for the Priest", la mejor. Un tema 100% Priest, como puede serlo "Stained Class" o "Tyrant", donde, tras ese primer minuto de introducción, comienza el bombardeo de Phillips, seguido de un contagioso "riff" de guitarra y los fuertes tonos de Halford. Frénetica y sin darte un respiro, es capaz de ponerte a 1.000 por hora las pulsaciones con su ritmo incansable y sus vertiginosos aunque milimetrados solos de guitarras, donde Tipton descarga enfermizas toneladas de notas rapidísimas y Downing le contesta como diciendo "¡¿pero tú qué pretendes, cap***o?, ¿ir más rápido que yo? J***r, te vas a enterar!". Todo se descontrola en esos escasos 50 segundos pero de una manera muy precisa, y e ahí la maestría de los dos guitarristas. Se podría decir que es la primera de "speed metal" de la historia, si no hubiera sido por Armageddon y su "Buzzard".
-Una pieza que se describiría como un corrosivo "blues" viene detrás, "Raw Deal", dicho sea de paso es la primera declaración de Halford de sus tendencias homosexuales (sólo hace falta fijarse un poco en lo que dice la letra), y que sus irreverentes "riffs" con sus cambios de ritmo tan entretenidos conforman una sinfonía áspera y a la vez divertida de escuchar.
-Vamos terminando y nos metemos de cabeza en la más lóbrega del disco, la melancólica balada "Here Come the Tears". Finas cuerdas en el minuto 1:09 nos enseñan la tristeza que el señor Halford quiere impregnarnos para en el 1:59 romper en gritos con su plegaria de dolor seguido de un emotivo y emocionante solo y acabar como acababa "Last Rose of Summer", repitiendo todo el rato el título. Es inevitable que la carne no se ponga de gallina en esos últimos segundos de la canción.
-Pero la delicadeza se va al carajo cuando una tremenda explosión y un juguetón rasgueo, unido a la base rítmica de Hill y Phillips, y el redoble de las baterías que éste hace, trae consigo el agudo chillido del vocalista que presagia el espectacular final: "Dissident Aggressor", la más extrema muestra de "heavy metal" setentero y la primera canción de "thrash metal" de la historia (por mucho que se empeñen en que lo es el "Sheer Heart Attack" de QUEEN).
El más desquiciado de los solos restalla sin control alguno, deseando arañar los tímpanos de los oyentes y la velocidad va creciendo por momentos mientras Rob Halford pronuncia con más ira que nunca los últimos versos.
Certificado como "Oro", y llegando al 23 en los "charts", "Sin After Sin" se convirtió en una piedra angular en la discografía de Judas Priest. Gracias a él pudieron desembarcar en las costas americanas y compartir cartel con grupos de la talla de Foreigner o REO Speedwagon, pero lo mejor llegó cuando el grupo puso los pies en el Oakland Coliseum siendo teloneros de los mismísimos Led Zeppelin y tocando frente a 120.000 fans durante dos días.
Algo que les consagró aún más. Les Binks llegaría poco después y se meterían en el estudio para hacer el no menos impresionante "Stained Class" y darle más orgasmos (musicalmente hablando) al mundo...pero todo el mundo se sabe la historia...poco después ya se habrían convertido en los dioses indiscutibles del "heavy metal".
En este tercer disco daban sus primeros pasos, o más bien zancadas, para, justamente alcanzar ese título. En fin, aquí lo que hay son 40:36 minutos de esplendor que hay que escuchar con los oídos bien abiertos...¡y ya está!
Ted Nugent llegó con su álbum más vendido, el mítico "Cat Scratch Fever"; AC/DC hicieron que los de Atlantic se pusieran de rodillas ante ellos con su "Let There be Rock"; los Lynyrd Skynyrd rindieron tributo a sus caídos con "Street Survivors"; QUEEN conquistaron al mundo con su "We Will Rock You!" y su "We Are the Champions", ambos del "News of the World" y un descontento Ian Anderson se cortó sus barbas y melena, se largó a vivir al campo y creó "Songs From the Wood", uno de sus álbumes más brillantes...todo esto mientras el "punk" que inauguraron Los Ramones, y que explotaron bien los Sex Pistols, dominaba la escena popular de la música.
Pero para una banda original de Birmingham, que tan sólo hizo dos álbumes en una compañía menor como era Gull Records y que se estaba ganando a pulso el tener un puesto privilegiado en el mundo de la música, fue un momento realmente crucial en su carrera.
Y es que Judas Priest rozaron el techo de su creatividad y virtuosidad discográfica con su rompedor y sobresaliente "Sad Wings of Destiny", álbum de álbumes y esencial si se quiere entender las palabras "heavy metal". Puede que Black Sabbath y otras bandas empezaran a darle forma al género, pero fueron Halford y compañía quienes lo inventaron como concepto musical y casi como modo de vida cuando en el '78 aparecieron llevando el cuero negro que representaría la manera de vestir que tenía que llevar realmente ese término musical.
Pero el caso es que en el '77 CBS se interesó por los chicos y les ofreció un nuevo contrato. Estaba claro que Gull no les trataba como se merecían y la oportunidad más grande se presentó de repente, así que ni se lo pensaron.
Lo malo, y a día de hoy es todavía una molestia, es que Gull se quedó con los derechos de los dos primeros discos de la banda ya que el juicio lo perdieron como siempre los músicos y, como siempre, quienes ganaron, fueron los ejecutivos.
Pero todo estaba a punto de cambiar: Alan Moore es despedido, la compañía le propone al bajista de Deep Purple que haga de productor (quien ya había hecho una labor excelente con los "Razamanaz" ('73) y "Rampant" ('74) del grupo Nazareth) y un joven de 19 años llamado Simon Phillips se pone a las baquetas.
Todo esto lleva al mismo destino, grabado en los Estudios Pinewood, uno de los más poderosos, enérgicos y, dicho sea de paso, míticos álbumes de "heavy metal" que se hicieron por aquellos '70, "Sin After Sin".
Y es que, si en "Sad Wings of Destiny" encontrábamos un sonido muy pulido, unas guitarras con sonidos afilados y cristalinos al mismo tiempo y una voz limpia y pletórica, en este disco el ambiente se torna mucho más tenebroso y el sonido cambia ligeramente para hacerse más agresivo, al igual que la voz de Halford, que parece mostrar incluso cierto aire de enfado en sus inflexiones.
Pues agárrense:
-Este periplo comienza con el tema que (practicamente) da título al álbum: "Sinner", una inclemente canción imprescindible en la discografía de la banda y una de las más grandes que hayan hecho.
Lo que nos encontramos es una voz, como ya comenté, más agresiva y rasposa, para que encaje bien con el sonido de unas guitarras corrosivas que realizan espectaculares batallas de "riffs" entre sí, aunque si por algo destaca es por ese solo de K.K. Downing en mitad de la composición y que, sin exagerar, pone los pelos de punta.
-Luego nos vamos con el más comercial del LP, también de ejecución obligatoria en sus conciertos y a día de hoy un verdadero "diamante" musical, "Diamonds and Rust" (que fue decisión de Glover el que acabara en el disco...sabia decisión), una vuelta de tuerca de la recordada canción de Joan Baez que encaja perfectamente entre la primera y la que viene después.
-"Starbreaker", otra mucho más "rockera" donde despuntan su divertida batería del principio y el ritmo tan Purple que tiene.
-"Last Rose of Summer" es, posiblemente, una de las baladas más sensibles que el grupo realizó, donde aquí los dulces sonidos que desprenden las cuerdas de Tipton se funden delicadamente con la satinada voz del cantante, aquí mostrándonos la gran versatilidad de sus cuerdas vocales. Inolvidable ese "the last rooose...of the summeeer..." que se va repitiendo a lo largo de los últimos 2:49 minutos y que se mezcla con las finas notas que van apagándose poco a poco para dar paso a la que es mi favorita de todo el álbum.
-"Let us Prey/Call for the Priest", la mejor. Un tema 100% Priest, como puede serlo "Stained Class" o "Tyrant", donde, tras ese primer minuto de introducción, comienza el bombardeo de Phillips, seguido de un contagioso "riff" de guitarra y los fuertes tonos de Halford. Frénetica y sin darte un respiro, es capaz de ponerte a 1.000 por hora las pulsaciones con su ritmo incansable y sus vertiginosos aunque milimetrados solos de guitarras, donde Tipton descarga enfermizas toneladas de notas rapidísimas y Downing le contesta como diciendo "¡¿pero tú qué pretendes, cap***o?, ¿ir más rápido que yo? J***r, te vas a enterar!". Todo se descontrola en esos escasos 50 segundos pero de una manera muy precisa, y e ahí la maestría de los dos guitarristas. Se podría decir que es la primera de "speed metal" de la historia, si no hubiera sido por Armageddon y su "Buzzard".
-Una pieza que se describiría como un corrosivo "blues" viene detrás, "Raw Deal", dicho sea de paso es la primera declaración de Halford de sus tendencias homosexuales (sólo hace falta fijarse un poco en lo que dice la letra), y que sus irreverentes "riffs" con sus cambios de ritmo tan entretenidos conforman una sinfonía áspera y a la vez divertida de escuchar.
-Vamos terminando y nos metemos de cabeza en la más lóbrega del disco, la melancólica balada "Here Come the Tears". Finas cuerdas en el minuto 1:09 nos enseñan la tristeza que el señor Halford quiere impregnarnos para en el 1:59 romper en gritos con su plegaria de dolor seguido de un emotivo y emocionante solo y acabar como acababa "Last Rose of Summer", repitiendo todo el rato el título. Es inevitable que la carne no se ponga de gallina en esos últimos segundos de la canción.
-Pero la delicadeza se va al carajo cuando una tremenda explosión y un juguetón rasgueo, unido a la base rítmica de Hill y Phillips, y el redoble de las baterías que éste hace, trae consigo el agudo chillido del vocalista que presagia el espectacular final: "Dissident Aggressor", la más extrema muestra de "heavy metal" setentero y la primera canción de "thrash metal" de la historia (por mucho que se empeñen en que lo es el "Sheer Heart Attack" de QUEEN).
El más desquiciado de los solos restalla sin control alguno, deseando arañar los tímpanos de los oyentes y la velocidad va creciendo por momentos mientras Rob Halford pronuncia con más ira que nunca los últimos versos.
Certificado como "Oro", y llegando al 23 en los "charts", "Sin After Sin" se convirtió en una piedra angular en la discografía de Judas Priest. Gracias a él pudieron desembarcar en las costas americanas y compartir cartel con grupos de la talla de Foreigner o REO Speedwagon, pero lo mejor llegó cuando el grupo puso los pies en el Oakland Coliseum siendo teloneros de los mismísimos Led Zeppelin y tocando frente a 120.000 fans durante dos días.
Algo que les consagró aún más. Les Binks llegaría poco después y se meterían en el estudio para hacer el no menos impresionante "Stained Class" y darle más orgasmos (musicalmente hablando) al mundo...pero todo el mundo se sabe la historia...poco después ya se habrían convertido en los dioses indiscutibles del "heavy metal".
En este tercer disco daban sus primeros pasos, o más bien zancadas, para, justamente alcanzar ese título. En fin, aquí lo que hay son 40:36 minutos de esplendor que hay que escuchar con los oídos bien abiertos...¡y ya está!
Temas
0:00 Sinner
6:44 Diamonds and Rust
10:11 Starbreaker
15:02 Last Rose of Summer
20:39 Let Us Prey/Call For The Priest
26:51 Raw Deal
32:52 Here Come The Tears
37:29 Dissident Aggressor
40:37 Race with The Devil
43:44 Jawbreaker
Formación
Rob Halford: voz
K.K. Downing: guitarra eléctrica
Glenn Tipton: guitarra eléctrica y coros
Ian Hill: bajo
Simon Phillips: batería
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