No sería éste su último disco en estudio, pero sí lo será, en lo que a mí respecta. 1980 es su fecha límite en cuanto a ofrecer algo decente y ya roza peligrosamente esa especie de rock de luxe melódico y anacarado con sabor de jazz-easy listening.
Cuando pones el primer corte titulado “On My On” te llevas una impresión de no querer seguir escuchando el disco porque lo que oyes es exactamente lo que te digo al principio y la voz azucarada de Guus Willemse hace que el donuts de crema se te atragante. Quieren aproximarse o a mí, me lo parece al menos, a una empalagosa mezcla entre Steely Dan, Shakatak o Bob James en ese jazz-rock-muzak tan fino como aburrido y que los amantes de estos estilos me perdonen que no era mi intención. Llegados a esas épocas de neón y plástico, hasta los de Canterbury genuinos hicieron alguna que otra marranada, véase el Land Of Cocayne de unos irreconocibles Soft Machine, el “The Album” de unos Caravan poperos tocando reggae, o el Hatfield gafotas de Dave Stewart con su señora Barbara Gaskin avergonzando tiempos pasados y cantando “It´s My Party”.
Siguiendo con el disco y si no hubiese sido por el segundo track, ”Captain Willie” no habría seguido adelante. Aquí al menos le dan más “punch” al sonido. Llega “Mirror” que es una balada de cuando los Blood Sweat & Tears se ponían tiernos con aquel recio crooner de cantante llamado David Clayton Thomas, salvo que la voz de Guus es de chaval guaperas de bachillerato con granitos y espinillas. El desarrollo instrumental no está mal, pero siguen recordándonos en que año estamos y el funk a lo Earth Wind & Fire también. Algún ramalazo de órgano quiere despistar, pero pronto llega el cantante otra vez mirando embobado a la de la clase de enfrente.
Le sigue “Logic” y el funk, con saxo en ristre abren fuego, más la guitarra de Jan Akkerman que hace su aparición como estrella invitada en una pieza instrumental muy jazz funky que aunque previsible, se deja escuchar y tiene su feeling. Probablemente lo mejor de este registro. Vuelven las lindas canciones y los amores juveniles de septiembre: “It Happened In September” en algo muy próximo al AOR rock-ballad que es como tomarte una insípida Heineken de barril con tofu o tranchetes light. El funk, la chavala de la clase de enfrente y el cantante, se juntan ahora para bailar la canción que da título al álbum. No parecen holandeses, sino chicos neoyorkinos en Central Park haciendo barbacoa, hasta yo la estoy bailando mientras escribo esto y lástima no poder enviaros el vídeo porque parezco Danni Mateo en plena forma. “100 palabras” se titula la última pieza que empieza con un bonito electric piano y me recuerda a cuando los Camel terminaban algunos de sus discos del 76 al 80 con breves y relajadas cancioncillas. La última estrofa es “I Love You” ¡¡cómo iba a ser de otra manera por dios!!.
Alberto Torró