Procedentes de Génova, Latte e Miele son tres chavales muy jóvenes que se fundan en 1971. Fueron un trío que de alguna forma parecen emular a sus compatriotas Le Orme y por supuesto a ELP que eran en ese año las estrellas sinfo-progresivas del momento.
El estilo de este trío genovés en nada se parece a otros de sus compatriotas del momento. En realidad, son un trío clásico muy influenciados por la música barroca y romántica, es decir completamente sinfónicos. El líder de la banda el batería Alfio Vitanza solo tenía 16 años cuando formó la banda, pero esto no es nada extraño, muchos de los que venimos de aquella época empezamos a aporrear instrumentos siendo imberbes y estando en el colegio. Yo tenía 13 años (1967) y ya di la tabarra por conseguir (y lo hice) una vieja y destartalada batería polvorienta de probablemente antes de la guerra del 36, abandonada en un viejo local de baile del pueblo de mis abuelos. Madera muy basta y apolillada hasta en las gruesas baquetas, con parches de tripa, crótalos de madera de diferentes tamaños, caja muy estrecha de tres bordones metálicos oxidados, plato de latón muy sucio y charles terrible con un enorme bombo muy alto, el pedal estaba roto y lo apañé. Solo faltaba un poster sepia desgastado de Josephine Baker en bolas y la mambo orquesta de Perez Prado. Todo horrible de sonido, pero yo más contento que un niño con juguete nuevo. Ya lo creo que hice ruido, naturalmente todavía no sabía tocar, y evidentemente ya no recuerdo donde acabó ese trasto, entre residuos de algún descampado supongo. Hoy sería pieza de museo.
Volviendo al tema los otros dos componentes de leche con miel serían Marcello Giancarlo a las guitarras, violín y bajo y voz solista y el teclista Oliviero Lacagnina con un buen despliegue de piano, hammond, moog, clavecín, celesta, mellotrón, Solina strings y ARP, con lo cual iba bien surtido el mozo. No me explico, como y de que manera, conseguían todo ese material a esas edades.
En 1972 se meten en el estudio y editan “Passio Secundum Mattheum”, tema bíblico para variar y prácticamente un álbum concepto. Empiezan fuertes los chavales y se les nota que han estudiado y han hecho los deberes. El nivel técnico musical es muy académico y la épica está servida, así que los sinfónicos recalcitrantes como yo, a disfrutar toca. Se combinan recitados, cánticos renacentistas, sonidos de clavecín y ambientes de peluca, rape y bisoñé.
Entre una mezcla de Mozart, Bach y Emerson, los 12 cortes transcurren elegantemente realizados y muy bien interpretados. Pueden recordar a los New Trolls en algún momento, aunque sin llegar a tanta afectación algo cursilona. Hay bonitas melodías y gráciles pasajes y la música muy delicada, hay que colocarla en ese contexto del sinfónico italiano de la época.
El siguiente disco “Papillón” de 1973 es una continuación estilística del anterior, pero las piezas están más desarrolladas y ahora sí que suenan bastante a ELP o incluso a Triumvirat. Los amantes de las cabalgadas de teclado tienen aquí una buena tarta de queso cremoso para degustar. “Papillón” es una suite de 19 mtos con siete cuadros que no le hacen ascos a las carreras de cuadrigas y a las legiones romanas avanzando por la Vía Apia: moog, piano y órgano desatados y hermosos momentos sinfónicos que tan solo una voz demasiado afectada y algo ñoña desentona a veces, pero lo perdonamos porque las melodías están muy conseguidas y aún con su toque algo demodé y a veces cursilón consigue alegrarnos la escucha. Resulta bonito y a mí lo bonito no me molesta nunca. Es lo que tiene la esquizofrenia de escuchar a CAN nuevamente en estos días y luego a estos benditos monaguillos con alitas y mofletes sonrosados. La vida es un frenesí…jejeje. Con todo, estos chicos tienen una encantadora forma de hacer las cosas y lo “clásico-modernista” de principios-mediados del XX, que a mí en verdad y lo confieso de corazón, es lo que realmente me gusta por encima de casi todas otras músicas, está presente constantemente en el estilo del grupo.
Tras un divertimento jazz-mellotrónico, la otra gran pieza del disco es otra suite llamada “Patética” en tres partes muy chopiniana al comienzo y muy Nice-ELP para variar en su desarrollo. Hay muchos cambios rítmicos como a mí me gusta y la sombra de Pior Tchaikosky está por ahí revoloteando así como el Barroco y el señor Vivaldi con sus estaciones y algún que otro compositor encumbrado lo que certifica la base académica que tenían estos músicos.
Llegan hasta 1976 y aparece “Aquille e Escoiattolli” la trilogía setentera con algún cambio de formación y algunos músicos nuevos más. Probablemente su mejor disco. El más elaborado y donde el sonido ha cambiado para mejor. Bonitas melodías y algún Floyd-Génesis temprano me suena por ahí. Pero el tema estrella es “Pavana” nada menos que 23 minutos de rock sinfónico en toda regla con todos sus ingredientes master chef del estilo y múltiples cambios para no aburrirte. Su masterpiece sin duda y recomendable para el sinfónico con pedigrí. Las alusiones a las diferentes formas musicales del género son constantes, incluso pasajes a la “canterbury” están presentes. Super agradable de escuchar.
Temas
01 Aquile e scoiattoli
02 Vacche sacre~Falso menestrello
03 Menestrello
04 Opera21
05 Pavana
Latte e Miele se separaron. La cagaron con otro disco en los 80´s para no ser menos horteras que los demás, pero es perdonable. Volvieron a juntarse en 2009 por el corno de llamada de las viejas musas progresivas y con la alineación original con un disco sobre Marco Polo. Muy decente es cierto. Incluso revitalizaron su primera obra la pasión de San Mateo con nueva música. Grupo fino donde los haya y no solo para fanáticos del RPI.