Recuerdo haber encargado por correo este CD a la tienda Pan y Música de Barcelona a mediados de 1993. Me lo recomendaron efusivamente. El local barcelonés y que yo sepa, fue el único establecimiento en España dedicado por completo al rock progresivo.
Durante varios años tuve bastante buena relación con Esteban Vendrell su dueño y con su secretaria Sandra que nos facilitaron mucho las cosas para mi revista Lunar Suite. Un pequeño santuario por el que desfilamos como diría Jota Iglesias los “Malcolm X” de la defensa racial a ultranza del sinfónico- progresivo. No es broma. Yo nunca tuve que “salir del armario” años después avergonzado de ser un sinfónico de mierda como muchos otros, que solo asomaron la patita cuando despejó la tormenta punkarra y nuevaolera de los años de la “movida”. Aguanté el tirón y las bromas mezquinas de los “amigos” con una convicción a prueba de todo y la música progresiva empezó de nuevo con el tiempo a ser tímidamente aceptada por los antaño chicos duros de bronca, alfileres, peleas y chupa de cuero o bien por los snobs pijohipis modernos bien maqueados y ya adaptados al sistema como votantes convencidos con puesto fijo en la administración o en las empresas. Ya con señora esposa y chavales en la ESO como debe ser todo buen español y muy español. Afortunadamente hoy las nuevas generaciones de chavales respetan lo que mis colegas no hicieron. Yo como buen burgués medio y educado, no fui la excepción a la regla de buscar una cómoda estabilidad y sensatez y cinismo indispensable a toda inteligencia que se precie de ser, pero con la diferencia de que nunca fui contaminado por modas o actitudes generacionales de pose cultureta o contracultureta idiotez a partes iguales. Tampoco me atrajo nunca la política. Todo hoy es de derechas es la moda y lo guay. No soporto la pertenencia a un grupo determinado de tribu urbana. Nunca lo he hecho. Me gusta demasiado la soledad y el individualismo y prefiero a los gatos que a las personas porque son más civilizados. Lo demás me aburre y me da ya mucha pereza porque el mundo, su gente y sus gilipolleces, se repiten más que el ajo.
De toda la peña progresiva tenemos sus diferentes ramas que se han ido desarrollando a lo largo del tiempo. Para el tema de paz y amor y el plus pal salón tenemos a Yes. En el caso de las batallitas épicas estuvieron ELP. Renaissance se encargaron de cubrir toda la cursilería británica clásico-amorosa y principesca. Gente Giant y Jethro Tull de las historias medievales y la ironía de sátrapas y gobernantes imaginarios. Genesis de fantasías surrealistas y personajes bipolares heredados de ambientes victorianos a lo Lewis Carroll. Pink Floyd del mundo lisérgico y cuelgue psicodélico. Los de Canterbury del jazz imaginativo y la broma absurda. Van Der Graaf Generator de la depresión y el hundimiento. King crimson de todo lo paranóico, esquizofrénico y relativo a la psiquiatría. Para lo marciano e inclasificable tendríamos a Magma y para el terror cósmico al Klaus Schulze o a los kraut germánicos pasaos de rosca. Hay comida sonora para todos de lo que consideramos progresivo o avandgarde. El iconoclasta y misántropo Zappa se encargaría de mezclarlo todo y descojonarse también de todo. En fin suma y sigue.
Anglagard fue de las primeras bandas suecas de la promoción de los noventas en tomarse en serio el sonido progresivo clásico setentero. Atrás quedaba el neoprog low cost de los 80´s tan superficial y a veces hasta torpe. Lo primero que llama la atención en “Hybris” su primer disco es el empleo absoluto de instrumentos analógicos y típicos de cualquier grupo prog entre 1969 y 1973. Sonido antiguo de piano y mellotrón, Hammond Organ B3, un pianet, un solina y un korg. Un órgano de iglesia. Guitarras acústicas y eléctricas de nylon y acero, Un Rickenbacker bass, una flauta travesera, y un kit completo de batería con mil caprichos percusivos.
La primera impresión es la de unos King Crimson como muy aventajados y con una música, entre lo sórdido, lo oscuro y lo misterioso. Yo creo que esto fue primordial para que a esta banda se la sobrevalorase casi inmediatamente. Hay que recordar que Fripp y sus carmesís cuya música suena a veces tan tétrica como la fiesta de belzebú, tienen una serie de adoradores y acólitos de los que nunca han gozado otras bandas coetáneas a las que él siempre se refería como la competencia. El mellotrón, ese pesado cajón de madera con sonido rancio y antiguo, siempre ha sido un instrumento perfecto para acompañar exhumaciones: es un sonido de eternidad, de muerte y de desesperanza, que a los maníaco-depresivos y nostálgicos que son otra peña sinfónica, les encanta. El guitarrista de mi banda cuando estaba abatido y triste, que era casi siempre, decía que por su mente pasaban “mellotrones imaginarios” y cuando escuchaba el “Epitaph” de KC siempre vería oscuros carruajes de madera negra barroca tirados por caballos negros acompañando al finado a su descanso eterno.
La portada del “Hybris” ya te lo dice todo y no hace falta explicarlo. La música de Anglagard contiene todos los ingredientes afines, pero está realizada con un alto grado de profesionalidad y clase. La puerta a las bandas escandinavas se abrió de par en par en la década de los 90´s porque su propuesta musical era mucho más interesante que las historias de bufones británicas y los sonidos híbridos plastificados del neo prog.
Al poner la primera pieza “Jordrök” ya te olvidas por completo de la década anterior y enlazas directamente con los primeros setentas. La rítmica es tensa y compleja y la secuencia armónica ya emplea una cadencia de acordes y notas mucho más rica y expresiva, pero el lirismo no es alegría es tristeza. La densidad en la composición y la calidad interpretativa está muy lejos de las fáciles propuestas y estos tipos están muy lejos de ser unos meros imitadores de las viejas bandas progresivas y han cogido el relevo perfecto de lo que un sinfónico veterano espera oír. No te van a entrar a la primera, ni vas a canturrear las melodías pero sin duda van a satisfacer al más exigente. La flauta de Anna Hölmgren va a dulcificar mucho la escucha, así como el empleo de pasajes acústicos de guitarra e incluso algún giro folky y vocal que tiene su particular belleza. Pero en general la frialdad de los fiordos y el carácter austero y gris de esas tierras está perfectamente identificado en su sonido.
Las cuatro piezas que componen este debut son largas construcciones sonoras entre los 8 y 13 mtos y no es ponerte a escuchar y largarte a la cocina a por una birra. Debes estar atento y ofrecerles tu tiempo. Un grupo de culto con el que seguiremos la próxima semana.
Alberto Torró
Temas
1. Jordrök - 00:00 -11:09
2. Vandringar I vilsenhet - 11:10 23:02
3. Infrån Klarhet till Klarhet 23:03 - 31:05
4. Kung Bore - 31:07 - 44:15
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