En este último trabajo de mediados la década de los 80, los italianos se habían convertido en una potente banda de jazz-rock con nueve miembros.
Por aquel entonces los discos más “funk-comerciales” de Miles Davis se repartían a veces escenario con la novedosa Elektric Band de Chick Corea o con la banda de Pat Metheny o incluso el propio Carlos Santana que seguía viendo a los ángeles y al creador en el palco de butacas pero siempre con buena música. Todo era una especie de Jazz deluxe que optaba más por un elegante sonido para gente sentada tomando una copa que por los desvaríos y el pulso más carnoso e interesante de la década anterior donde la música asumía muchos más riesgos. Ahora todo era previsible, pulcro y agradable. Durante esos años parecía que nadie quería molestar demasiado al oído medio para asegurarse unas cómodas ventas dentro de una audiencia poco exigente. Pasó en la mayoría de los estilos, salvo los locos marginales que parecían reservados para universitarios o progres comprometidos con toda ruptura cultural. Con todo, la calidad de la música en el mundo de la fusión era alta, eso es innegable y pululaban por entonces una ingente cantidad de agrupaciones por todo el globo con la intención de comercializar un “jazz” audible que entrase incluso en las listas de éxitos. En muchos casos eran híbridos extraños que ya empezaban a coquetear con lo que al poco tiempo se empezó a llamar “world music” y sus diferentes mestizajes. En Italia géneros como el jazz gozaban de un buen nivel con extraordinarios instrumentistas. Digamos que una buena parte de lo que etiquetamos como rock progresivo italiano (RPI) compartieron en muchos momentos ambos mundos. Recordemos que la mayoría de los grandes músicos venían de la clásica o el jazz que en combinación con el rock o la música popular crearon esa alquimia que denominamos “progresivo”. La receta ya estaba en las cocinas, pero en los tiempos malos, y los 80´s lo fueron, no estaba el horno para experimentos sonoros: Muchas de esas bandas llegado el momento o bien se pasaron al pop facilón, a la tecno music, al disco o simplemente por no caer en la vergüenza como una gran mayoría, se conformaron con hacer jazz, funk o rock pero siempre dentro de una estandarización mucho más asequible por si las moscas.
Afortunadamente Arti e Mestieri no cayeron nunca en la trampa de lo excesivamente comercial, aun así, lo comedido siempre era la primera opción porque el poder de las discográficas así lo exigía sin ninguna duda. En este blues para los niños todo es tan impecable como aséptico, incluso podemos disfrutar de piezas medianamente largas y naturalmente una calidad musical asegurada. Pero no deja de ser un disco para escuchar en el automóvil o en el pub de un amigo. Previsible es la palabra. No hay sorpresas, ni te levantarás del asiento. Buenos solos, buena intervención de vientos, teclados, guitarra y todo muy limpio, muy pulcro. Demasiado diría. Es jazz y algo de blues, con algún pequeño acento africano percusivo, ni más ni menos, pero no esperes que te caliente la sangre o altere tus pulsaciones con sonidos excitantes. No obstante, bastante hicieron para los tiempos que corrían.
Alberto Torró
Temas
1 Mulele 8:51
2 Eby 1:51
3 Children's Blues 10:04
4 Ouagadougou 6:48
5 Next Time 3:42
6 Waiting For Laura At Banfora Hotel10:30
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