El problema eterno con los Flower Kings es que te exigen mucho tiempo y piden que les prestes mucha atención. Este es su noveno registro y nuevamente doble CD para variar. 126 minutos de música es mucho tiempo y si te digo la verdad no me explico de donde sacaban tanto espacio para componer.
Si os fijáis desde 1995 van casi a disco por año, aunque conforme avanzan van alargando ligeramente. Con todo han compuesto y grabado una barbaridad de música aparte de numerosos bonus en las reediciones, discos especiales para su club de fans y numerosos lives, amén de sus actividades en solitario que también son un generoso paquete a escuchar y descubrir, lo cual no precisamente fácil de asimilar por la cantidad de material que agregan y lo recargado que supone cada largo tema. Que por lo general es lo habitual en todos ellos. Aunque su estilo es reconocible no son en absoluto previsibles. Al igual que les pasa a sus colegas de The Tangent beben de una cantidad enorme de influencias progresivas y ambos están a un nivel similar. Las composiciones de Tillison o Stolt son por supuesto muy diferentes, pero les une ese afán de complicarle la vida al oyente porque parten de ideas compositivas muy abarrocadas y llenas de detalles. Es cierto que todo lo que oímos de ellos nos es familiar y no es original porque es un recuerdo vivo de las bandas sinfónicas de los años 70. Son buenos continuadores de los clásicos del género, pero nada más.
Reconozcamos también que son mentes inquietas llenas de ideas y porque no, a veces también tienen su parcela personal y hay creatividad. Ambos poseen una técnica envidiable en sus respectivos instrumentos y ambos no paran de componer porque son dos adictos al trabajo musical como lo fue Zappa, salvando las distancias naturalmente, porque el de Baltimore fue un genio en originalidad y un compositor a otro nivel muy superior. Entiendo a las mujeres que tengan que estar casadas con tipos insoportables de este calibre. El egocentrismo de un artista o un creador de lo que sea llega a extremos donde la convivencia se puede hacer insoportable. No eran santos varones ninguno de los grandes compositores de la historia de la música donde el egoísmo y la potenciación del ego llegaba a extremos insufribles. Mahler fue un personaje intratable. Alma su esposa lo aguantó lo justo y la cornamenta no tardó en llegar. Si hay algo en los genios y no tan genios en el mundo de la música es que no se enteran de nada de lo que pasa a su alrededor. Su sensibilidad para con los demás es nula, así como su capacidad de empatizar. A veces siento pena por los fans por su estupidez al elevar a los altares a su objeto de veneración. Casi nunca he encontrado naturalidad y humildad en un músico consagrado. Puedes extenderlo a pintores, escritores, cineastas, arquitectos, actores y creadores de lo que sea. La estupidez en ellos es distinta a la de los demás porque parte del engreimiento. Tengo alguna anécdota divertida al respecto: Alguien muy conocido me dijo en una ocasión: “…es que no sabes quién soy?... yo le contesté: Sí, y qué…?. Nunca me han impresionado los famosos.
Bueno el Hotel Paradox está dividido en dos historias. El primer CD parte de una trama argumental titulada habitación 111 dividida en diez cortes, uno de ellos una suite de 21 mtos titulada “Monstruos y Hombres”. No sé donde mister Stolt ve la diferencia entre unos y otros. A la larga nuestro comportamiento no difiere en nada de los monstruos. La música es la misma que puedes desear en un disco de los TFK y sus habituales contrastes de estilos. Para algunos tremendamente pesado y aburrido y para otros una maravilla sonora. Lo mejor es que los escuches, pero ya te digo que necesitaras un tiempo. La pieza larga promete lirismos desde el principio. Da la sensación de que se han relajado algo y también vuelve cierto encanto cercano a sus primeros discos. Hay una larga secuencia de acordes y charla de guitarra hasta que la voz entra de forma épica. Lo que no sé es porque me recuerda al Rod Stewart en plan baladista y juro que solo llevo dos cervezas mientras escribo esto. Es una pieza de tempo medio mucho más lineal y cohesionada de lo habitual en ellos. Bonito piano de Bodin y algún mellotrón siniestro por debajo con órgano a la Wakeman. La cosa se anima de la mitad hasta el final. Cuando Stolt pisa el wah wah sube la adrenalina. Luego vienen diversas canciones bastante majas y la tónica sigue siendo más tranquila de lo habitual. Lo encuentro todo agradable y no me atrevería a ir mucho más allá de esta apreciación. Tan solo que la música no moleste es algo que yo valoro mucho. Bodin está más pianístico de lo habitual y hasta hay pasajes francamente tiernos (Jealousy). La instrumental “pioneros de la aviación” es un interesante paseo dentro de los mejores momentos del grupo sueco y en general salvo un par de piezas más anodinas como son la 6 y la 7 todo el primer CD es sumamente agradable y melódico.
La segunda parte del programa o el CD 2 lleva como título “Sala 222”y se inicia con una impresionante pieza llamada “Minor Giant steps” donde todos se lucen de lo lindo y la tónica sigue siendo sumamente melódica sobre todo a partir de la mitad del tema. Luego hay de todo. Partes más oscuras, ensaladillas muy condimentadas, guiños zappacrimsons vertidos como un pouring acrílico en “Unorthodox Dancing Lesson” y otras macedonias que van del funk al hard o a la fusión y hasta baladas hímnicas para terminar en la bonita y sinfónica “Blue Planet” para no dejar un sabor de boca demasiado bizarro al final. Este segundo CD es más recargado que el primero. Vuelvo a lo que comentaba al principio cada disco de TFK es una bomba de calorías y el lado opuesto a todo minimalismo y contención. Si tuviera que describirlos de forma arquitectónica son como una recargada vidriera catedralicia. Son tantos los caminos y las vertientes en su música que es casi imposible ofrecer una definición exacta. Por supuesto si te gusta la música más lineal o de construcción más concreta y controlada olvídate de ellos. Yo disfruto con toda la exageración y colorido que pueda ofrecer la música porque me divierte y entretiene toda grandilocuencia y pretenciosidad habida y por haber y estos señores no tienen ningún inconveniente en ofrecerla. Todo a lo grande y a vivir que son dos días.
Alberto Torró
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