Si su primer disco fue una toma de contacto, en este hay cierta inclinación al riesgo de jugar con peligrosas modernidades como incluir ritmos de trip hot (¿?) que yo como ya soy muy antiguo no sé muy bien lo que es. Pero ocurre una cosa y son los excelentes arreglos y giros que imprimen a las composiciones.
No soy en absoluto contrario a meter cosas chocantes dentro de la música, siempre y cuando digan algo y despierten la curiosidad. Lo que más aborrezco es el aburrimiento y la pesadez o la falta de ideas. No es el caso, vaya esto por delante. Izz realizan un progresivo de hoy pero utilizan bien las especias. En términos gastronómicos sería una cocina de fusión pero sabrosa. Hay guiños a casi todo lo prog en el sentido tradicional del término, pero dándole la vuelta y evitando lo previsible. Las voces masculinas siguen recordándome a la época psych de los sesenta a medio camino de los Beatles, Byrds o los primeros Floyd. Las primeras piezas de este disco van por esos derroteros incluso en el empleo de órgano añejo a lo farfisa y guitarras con eco muy vintage. Pero a veces los ritmos electrónicos nos traen al presente en esa especie de acid-house. Insisto que no soy partidario de esas músicas horribles, pero todo está en la manera de utilizarlas huyendo de la simpleza.
“I Move” va ganando conforme avanza porque van desarrollando cosas muy agradables: “I Already Know” es un buen ejemplo. Hasta el tema 7 no se adentran en longitudes de tiempo. Hay una cosa que no se tiene a veces en cuenta y es la importancia en cualquier álbum de música de no empezar con lo más flojo del programa. Esto es relativo lo sé. Un músico puede pensar que su canción de apertura es cojonuda y a mi parecerme una mierda aunque en líneas generales los primeros temas de un álbum deben ser interesantes, porque meter lo mejor al final puede suponer que el oyente tire prematuramente la toalla.
La instrumental “Star Evil Gnoma Su” ya no tiene nada que ver con las “ocurrencias” iniciales. Los teclados ya nos meten en complejidades prog y los sintes solistas toman protagonismo. Parece otro disco distinto de todo lo anterior. La batería ya empieza a meter ritmos cruzados y complicados para que la guitarra solista se luzca y las teclas entren en la conversación. Fusión jazz rock en esencia y fuerza expresiva llena de cambios. Podían haber empezado por aquí. La canción “Another Door” cambia por completo el estado anímico. Bonita estructura. En la breve “Something true” aparecen tímidamente voces femeninas de apoyo. Han entrado en el grupo las cantantes Laura Meade y Anmarie Byrnes que colaboran de momento en tan solo tres piezas.
Los 11 mtos de “Comming Like Light” nos llevan a los pianos emersonianos y las debilidades ELP en pasajes enrevesados también próximos a los Crimson con hermosas alternancias melódicas. En definitiva, es un disco que pisan terrenos variados y entretenidos y lo suficientemente atractivos para cualquier prog con pedigrí.
Alberto Torró
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