No sé hasta qué punto ayuda a un virtuoso músico el estar en una banda famosa, cara al editar un álbum en solitario. Recuerdo ahora mismo a Tony Banks. ....Más como un grupo de la ambigüedad de Dream Theater. Donde al menos la mitad de su parroquia, la más metal, no querrá saber nada de éste asunto. Y la otra mitad, tengo mis reservas, si empezamos a separar los que quieren oír hard rock, modern prog o cualquier otra tendencia de nuestros confusos días. Así que definitivamente creo que no, que a un tío como Jordan Rudess eso de sacar discos en solitario no lo lleva por aspiraciones mega-ventas, precisamente. Eso sí, le tiene cogido el gusto, y ya lleva un carrerón por su cuenta. "Wired For Madness" suma el número 13 ó 14 de su apetecible discografía. Algún día habría que analizarla como se merece.
Tampoco me deslumbran los VIP invitados, porque éste hombre por contactos no será : Vinnie Moore, John Petrucci, Guthrie Govan o Joe Bonamassa en las guitarras. James LaBrie y Marjana Semkina en las voces. Jonas Reingold al bajo. Y Marco Minemann, Rod Morgenstein y......Elijah Wood en la batería !!! Sí, hasta Frodo. Toma sinfonismos! Lo que realmente me alucina es la increíble técnica y talento de éste músico, eso sí. Si éste disco hubiera salido en los 70, sería posiblemente un īcono más, a la altura de muchos que todos tenemos en mente. Sólo dos piezas de largo recorrido subdivididas.
"Wired For Madness Part 1" (11'49), que comienza como si fuera la continuación del final de "2112". Y, hala, prepárense para el despegue y despliegue de electrónica turbo en mutación estilística constante. No se pierde una base hard de guitarra, para agradar a algún parroquiano de la banda madre (a todos es imposible). Pero con las filigranas teclisticas como principales protagonistas de la película. Hammond desbocado replicando a algún solo shred, y contestaciones en plan "jota de picadillo" entre guitarras y teclados de todo pelaje y estilo. Desde experimentales hasta swing a la Count Basie, de cuasi-kraut a piano classics, secuenciadores berlineses en lujurioso desfogue de minimoogs wakemaniacos, pompers momentos a la Triumvirat junto a cartoon music (especialidad Rudess).....Da la impresión de que en ésta primera parte se quiera apabullar al oyente, cansarlo con un buen palizón, para que paladee con más calma lo que le espera. Como cuando en un partido de tenis sales arrasando para acojonar al contrario. En su parte final entra voz en melodía floydiana y concluye con una calma impensable en el resto de la pieza. Rudess es imprevisible en sus interpretaciones, no sabes nunca por dónde ni con qué te va a salir, y eso es una baza definitiva para capturar la atención del oyente.
Con la "Part II" entra el plato fuerte en sus 22'40 mts densos y plagados de detalles. Para empezar el inicio vocal femenino está entre Magma y Gentle Giant, y los sonidos sintéticos son esmeradamente inventivos y originales. Batería de formato sonoro hard rock, (al que ayudan las ocasionales guitarras), hacen que el contenido suene a convincente grupo compacto. Más que al disco de un teclista. Concretamente me recuerda su sonido a la factoría 90s de Magna Carta (Dali's Dilemma, Ice Age, Shadow Gallery, Magellan, Cairo.....). Claro que Jordan Rudess tiene un estilo de toque muy fílmico y personal, que miren ustedes, me parece que a éstas alturas todavía no se ha reivindicado como se merece. Éste señor podría estar tranquilamente en su casa creando bandas sonoras, porque le saldrían como churros y no tendría que estar girando como un feriante. Pero eso debe de gustarle. Es un heredero directo de los grandes teclistas de los 70 que todos llevamos en mente. Y en ésta sobradísima pieza despliega todo su arsenal técnico y estratégico. Compone como si jugara al Risk. Arrasando y conquistando territorios sin piedad. En una especie de montaña rusa de matices, texturas, pasajes y momentos anímicos, con especial interés en lo espectacular y grandioso. Siguiendo la escuela prog USA. Podría compararse con Neal Morse, pero no resulta tan empalagoso y repetitivo......GRACIAS A DIOS. Que debe de estar hasta los cojones ya de él. Rudess muestra mucho interés en la selección de sonidos nuevos, y cómo aplicarlos para sorprender hasta el apabulle. De vez en cuando sale por ahí la Semkina para apaciguar algo, y ni aún entonces se está quieto nuestro hombre. Lo que me parece de perlas. Que para eso es su disco. Otros momentos parece que estemos ante un "Karn Evil 9" del siglo XXI, con pretensiones y virtuosismos similares.
No puedo evitar pensar que a Keith Emerson esto le hubiera entusiasmado (en sus últimas producciones, circulaba por carreteras parecidas, con su inseparable Marc Bonilla). Sin él, quizá "Wired For Madness" no existiría, ni los 13 anteriores. El gran Jordan Rudess lo sabe y continúa el buen trabajo a su desmesurada manera. Nunca defrauda.
J.J. IGLESIAS
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