Tras “The Muse Awakes” HTM dejan de ser una banda oficial ya que solo Stan Whitaker y Frank Wyatt deciden seguir con el proyecto pero con otro nombre.
Digamos que Oblivion Sun grabaron dos discos que son la continuación estilística y algo simplificada de los Happy pero con tres nuevos músicos para completar al dúo clásico. En esta ocasión digamos que siguen con la fórmula de doble teclista: Bill Plummer se encargará ahora de los sintetizadores con otros dos recién llegados: Dave De Marco y Chris Mack al bajo y batería respectivamente.
Bien en realidad es una continuación de composiciones dejadas durante la grabación de la musa despierta en 2004. El estilo noto que ha cambiado un poco sustancialmente. Ya en la apertura, aunque volvemos a encontrar esos refinados pasajes entro lo sinfónico y la fusión jazz que tan bien han sabido combinar siempre, no aparecen las ensoñaciones de antaño. Se nota el teclista nuevo. Tiene un estilo diferente a Watkins pero se acopla bien a las composiciones. La segunda pieza se inclina bastante al rock y escuchamos unos riffs de Whitaker bastante más duros que de costumbre y diría que casi casi instrumentalmente me recuerdan algo a los Kansas intermedios. Sin llegar al AOR no me parece una pieza de Happy The Man sino más bien a cualquier grupo de rock americano con estilo. En la tercera vuelven al redil y Wyatt desgrana algunas notas de saxo con esa síncopa rítmica arpegiada característica y una guitarra wah wah que se agradece. Muy superior al tema anterior y muy diferente pero muy breve.
En “Catwalk” nos vamos a los 7 mtos y medio con la voz de Stan y un tema melódico muy en la onda setentera y que no pasa de agradable pero correcto. Algo camelero cuando eran “Caramel” si queréis, pero sin estragos ni grandes espectacularidades. Camel al igual que Caravan nunca hicieron música excesivamente difícil y en este caso pasa lo mismo. La corrección y la finura priman en detrimento de la sorpresa porque siempre hemos considerado lo que son bandas “fluidas” a las que no. Los discos que entran sin necesidad de vaselina sería un ejemplo a lo que digo. Grupos que son como una tranquila y despejada autopista y otros que organizan atascos increíbles.
En “No Surprises” el título lo dice otro rock semi-pesado de tres minutillos que no está mal y el solo de sinte le da algo de vidilla pero poco más. Un corte de relleno. La funky “Re-bootsy” es un poco lo mismo, con algún detallito majo, pero de barra de rock bar “enrrollado” con algún espabilao pidiendo música decente al camarero. En esa tónica se desarrollan los temas que siguen. La tranquilona “Tales of Young Whales” alterna diálogos de guitarra-teclados a trozos atmoféricos y otros tensos, que están bastante bien y equilibran un poco el asunto. Quizás la mejor sea la que finaliza el disco: “Golden feast” la más “happy-classic” y sin dar tanto oído fácil al oyente. Discreto pero elegante. Personalmente no aguantan comparación con otros gloriosos tiempos pasados, es cierto. Pero al menos la escucha es ligera y no molesta lo más mínimo. La próxima semana hablaremos del siguiente “The High Places"
Alberto Torró
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