Durante la sequía progresiva de los años 80 los seguidores del género nos buscábamos la vida en investigar casi compulsivamente algún atisbo de vida sinfónico al post desastre musical acaecido.
El descubrimiento durante esos años de la discográfica francesa Musea fue en cierto modo un alivio, aun conscientes por otra parte de que tampoco íbamos a encontrar algo similar a la década anterior, pero al menos teníamos la esperanza de alguna alegría ocasional. Ya en los 90 llegué a contactar con ellos para promocionar en mi fanzine muchos de sus recientes lanzamientos. Fueron tiempos de cierto entusiasmo verdaderamente. El vinilo estaba desaparecido del mercado, pero empezaban a verse muchas reediciones en CD. Reconozco que fueron años de animadversión al vinilo y el CD ocupaba nuestras estanterías. Hoy lo “vintage” ha vuelto con lo cual volvemos a los mismos vicios que antaño con la diferencia de que hay múltiples formatos donde elegir. Si llegamos a una reducción del asunto el MP3 y otros soportes más modernos nos han permitido ganar mucho espacio y acortar “la espera”. La edición de un disco en los 70´s en mi país podía hacerse interminable en el tiempo como quien esperaba una carta o un regalo de los reyes magos de un sitio lejano. Ahora es instantáneo. Lo obtienes al momento. El sentido práctico de las cosas ha sustituido a la “ilusión” de la espera. Lo que hace la jóven imaginación. Como pasada cierta edad va quedando menos tiempo ante la gran “oferta” digital debemos prescindir de lo innecesario para no volvernos locos y sufrir de ansiedad generalizada.
Recuerdo a grupos franceses principalmente que era lo que Musea rescataba de sus archivos y allí fueron apareciendo nombres desconocidos y músicas ciertamente interesantes. Hay que aclarar que el nivel al que había llegado la música potenciaba la búsqueda de lo poco decente. Hoy probablemente muchas de estas grabaciones no pasarían la prueba del algodón. Por ejemplo, hoy no soporto escuchar cosas como Marillion y otros neo prog de la época, pero era lo que había y ante la escasez uno se agarra a lo que sea.
Elohim fue una banda de un solo disco: “Mana Perdu” luego se convirtieron en Hecenia de los que hablaré en su momento. El disco es una especia de álbum concepto sobre un personaje extraño llamado ELO 666. El sonido de los teclados delata la época híbrida en la está concebido, pero también un trabajo de composición muy aceptable. Yo defino el prog de los 80’s como algo “envasado al vacío” como más “light” pero no le quito su encanto. Algunos discos han envejecido mejor que otros es cierto, pero es lo que había. Este disco tiene un toque prog sinfónico con acentos de fusión-jazz. Puedes escuchar el piano Fender Rhodes y una especie de bajo sin trastes con su ligero contrapunto funk. Voces femeninas haciendo coro y batería sincopada. Colchones de teclado orquestal y melodías cantadas en francés lógicamente herederas del estilo Ange. El cuarteto original lo componían los hermanos Trutet. Volveremos a encontrarlos en su otra banda Hecenia. El disco en general es animado y muy variado con sus cambios de tempo y con agradables momentos que no cargan en absoluto.
Alberto Torró