Intentar colocar cada pieza de un mundo totalmente invertido en su lugar, no es una tarea sencilla, y más aún cuando la etnologia, la investigación y el campo invocan a la sencillez incitando a la inoportuna complejidad como cual prostituta vestida de verde, incita a músicos del talento de Pablo Canalís a saltar de un trapecio al vació de una amplia red, en la que cintos de miles de lombrices mueven el barro a placer.
Ni en tempos pretéritos ni actuales, los investigadores etnologicos que trasladan el folklore a su propia imaginación, hallaran una respuesta visceral ni tan siquiera por el menor de los resquicios de ese añorado destello de cordura, que brilla por su ausencia en el laboratorio del desguace de talentos.
Cuando hablamos de Pablo Canalís, no solo estamos hablando de un músico que ha prestado sus servicios a una amplia diversidad de estilos musicales, cuyo reconocimiento erróneamente se centra en su paso por la banda progresista Senogul, sin que otras formaciones previas como Nitghjar fuesen clave de referente de un cada vez más entusiasta y perseverante músico, que en la actualidad ha enriquecido su concesión creativa reforzando bagaje y aprendizaje para aplicarlo a la investigación universal, siendo esta la parcela en la que más cómodo de se siente como compositor e interprete. Un hecho, que ha quedado claramente manifestado en obras como Folklores Imaginarios, donde el de Otur no reniega del sentido consentido de su bizarro e innato sentido de del humor o inclusive, una ironía que no tienen mayor finalidad que la de excitar aún más tanto cuerdas, como vientos o percusiones. Y desde otro prisma divisado en el mismo vértice, Night Chants, consagra al asturiano en el minúsculo imperio de una cordura que no reniega de un trato tan justo como merecido, teniendo en cuenta que fenómenos como la cultura chamánica entre otros conceptos, son abordados para trasladarlos a un espectro imaginativo cuyo resultado desemboca en un soberbio álbum en el que todos sus ingredientes han sido tratados al máximo detalle, para otorgar al oyente una producción que refleja un exquisito y extremadamente refinado gusto por la interpretación y su trato en vientos, voces, la grabación de campo o las percusiones, donde radica inclusive la sencillez de los propios instrumentos usados en la obra, así como la ejecución de los mismos. Una aventura que para Pablo Canalís ha supuesto conseguir superar el reto que con el que ha estimulado la expectativa de divos de carrillos rosados.
Quizá cada vez sean menos los que tenga claro que Pablo Canalís es un músico multi-instrumentista y autodidacta, educador infantil y licenciado en geología, quien desde prácticamente el año 1995, se inicia en el mundo del Hard Rock y el Metal y las músicas avanzadas y de vanguardia, pasando por la música clásica y géneros latinos (Melange), o las adaptaciones de B.S.O. y temas populares al sonido “surf-rock” como es el caso de uno de sus proyectos sonoros, Otus Scops.
Además del bajo eléctrico, Pablo toca principalmente instrumentos de viento y de pequeña percusión, especializándose en la creación de paisajes sonoros, que han servido de fondo a obras de teatro y documentales.
Coleccionista de instrumentos musicales tradicionales de los cinco continentes, realiza talleres y demostraciones para todo tipo de públicos. Así mismo, organiza aulas y exposiciones de instrumentos, tratando temáticas como los orígenes de nuestro comportamiento musical (“La Prehistoria de la Música”) o los instrumentos de la América Precolombina.
Paralelamente a su actividad como compositor e intérprete, desarrolla labores de investigación enfocadas al origen y utilización de instrumentos musicales en creencias y prácticas religiosas, en especial de las culturas animistas.