Escuchar a Versus Five me produce la misma sensación placentera que cuando descubrí a la formación asturiana Senogul. En 2010 había todavía sitios en los que pararse para sentir la emoción de algo que se crea con imaginación, con esa firma característica y poco vista en la nueva década de unos “progenitores” cuyo pensamiento musical logra plasmarse en desarrollos instrumentales con forma de laberinto.
The Paths Behind Music –o lo que es lo mismo, “los caminos tras la música”– es un título que dice mucho más de lo que pudiese parecer, un título que describe el viaje al encanto del instante en el que se abren los departamentos antes estancos y las catalogaciones estilísticas pierden su peso o rigor. Versus Five proponen al comprador algo que se sintió tangible en la década de los 70 pero que pasó a ser entelequia durante quinquenios: tomar la fusión como partida para retomar tradicionalismos progresivos bañados con jazz irreverente, aspecto de funk seguidor del pulso cardiaco de unos dejes aflamencados que pareciesen querer llamar a Cai o a la escena en pleno de la experimentación andaluza del ayer.
La nobleza de sentirse indómitos los crece en su arrojo cual instrumentistas realmente dotados para la pericia necesaria que requiere una obra totalmente grande y con sustancia como The Paths Behind Music. Todo lo que necesitaban decir con esta obra está grabado en cada uno de sus segundos, por lo que sus intenciones quedan bien expuestas y no se dejan nada en el plato que luego el oyente pudiese echar en falta. Jugosos.
por Sergio Guillén
sguillenbarrantes.wordpress.com