Discos volanderos y circunstanciales como éste los hubo a patadas en los finales 60. Justo en los días de creación de un Big Bang creativo que aguantaría su estela hasta nuestros días. Tanto musical, como estéticamente. O ésa portada no hubiera sido acaso, típica en un álbum de Porcupine Tree?! Aquí se reunieron una serie de músicos del área de Tallahassee, Florida. Todos veteranos de la escena local rhythm'n'blues y jazz. Junto a la poeta y letrista Linda Hargrove. After All eran Bill Moon (bajo, voz), Charlie Short (guitarra), Alan Gold (Hammond, piano) y Mark Ellerbee (batería, voz). Por lo que fuera, surgió el grabar un disco en Nashville con el productor Rick Powell. Y lo hicieron más que bien. Preponderante sonido de órgano para una pequeña joya olvidada, pero muy valorada por coleccionistas de todo el mundo. Psych music y proto-prog que sorprende por su rotundidad compositiva y seguridad de arreglos e instrumentación.
Demostración plena ya en la inicial "Intangible She" (7'12), que viene a ser una suerte de Brian Auger & The Trinity, Procol Harum o Rare Bird, con un cantante solista (Bill Moon?), al estilo de David Clayton-Thomas o Burton Cummings. Voces bañadas en el imperante soul negro de la Tamla Motown. Por eso también pueden recordar a Rare Earth o Vanilla Fudge. Acidez implícita lleva la guitarra de tendencias Robby Krieger. Estamos hablando de músicos muy experimentados. Con una base rítmica claramente jazzy, dentro de un espectro psicodélico estupendo. La comparación habitual con The Doors se me queda corta. After All son muy musicales, completos. .....mejores? Lástima que sólo nos dejaran una obra para comprobar esto. Una carrera más amplia nos ofrecería más respuestas. "Blue Satin" resulta ambiental, de embriagador piano y jazz guitar que demuestra tremenda clase en éste combo.
De nuevo el piano es el responsable de adentrar "Nothing Left to do" (7'04) en una especie de sombría plegaria al estilo de Paternoster o Van Der Graaf Generator. Sin embargo la construcción es magníficamente jazzistica, plagada de pequeños detalles rítmicos y ése característico sixty feel en su etapa final. De repente, un brusco golpe de timón, y una carrera desenfrenada de Hammond, imperante bajo y cavernosa voz. Próximos a Arthur Brown y su Loco Mundo. La finura del guitarrista para llenar huecos es como para hacer reverencias. Termina éste primer lado y me viene a la mente el nombre de The Másters of Deceit, (curioso, porque Gear Fab se encargaría de reeditar ambos grupos).
Dando la vuelta, "And i Will Follow" es refinamiento nostálgico con eco-vocal y perfecto tándem rítmico con órgano dominante. Rare Bird vuelve a resonar por parecida escritura musical. Lo que deja a After All tan alto en el listón como los comparados. Voces dramáticas y empuje proto-progresivo llenan todo el espacio. "Let it Fly" tiende al acid rock blues psicodélico en similar estrategia que Iron Butterfly. Insisto, sin que parezcan "menores" a su lado. El solo de guitarra es altamente imaginativo, y la respuesta del Hammond llena de chispa inspirativa. Puede que una de las destacadas......Aunque es difícil no caer rendido ante genialidades como "Now What Are You Looking For", y su (ya) sofisticado estilo progresivo. Con un sonido de órgano entre Tony Kaye y Dave Greenslade, que se hace irresistible.
"A Face that Doesn't Matter" también contiene prog naciente (sin el "proto"), y vuelvo a considerar sus curiosas afinidades con VDGG. La final "Waiting" es otra canción con potencial y coral West Coast, (no muy visitado en el álbum), que mira más a San Francisco que a Londres. Algo que ha sido preponderante en casi toda la grabación, pues sorprende mucho su sonido británico.
Poco después de grabar éste álbum, el grupo se disolvió. Linda Hargrove se quedó en Nashville iniciando carrera como Country singer. Y el homónimo de After All se convirtió con los años en un bicho preciado por coleccionistas, que oscila entre los 250 y los más de 400 pavos. Gear Fab lo reeditó en LP y cd en el 2000. Pero han pasado 20 años y una nueva edición vinílica sería más que bienvenida. Una joya, caballeros.
J.J. IGLESIAS