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BRIAN WILSON, THE BEACH BOYS Y SMILE: La odisea de una ópera pop de bolsillo

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 El año era 1966 y el grupo dispuesto a la mutación evolutiva no podían ser otros que los miembros de The Beach Boys. Ellos no renegarían jamás de su pasado, aunque había llegado el momento de exclamar aquello de renovarse o morir. Los ritmos frenéticos de guitarra impuestos por Dick Dale And His Del-Tones no sonarían a dinero eternamente, al igual que la caída en el olvido de muchos de sus contemporáneos en hazañas del rock and roll playero resultaban un aviso que no debían pasar por alto. También las huestes de los hermanos familia Wilson terminarían pasando por el aro de lo moderno, de la última moda.

  


Ellos, quinteto que a principios de los 60 se alzaron como la enorme cabeza del movimiento surf estadounidense, parecían estar dispuestos a mudar de piel de una forma casi radical. Aunque el artífice del truco no fue otro que el genio del proyecto Brian Wilson, uno de los compositores más destacados de la cultura pop norteamericana. Él había parido la idea de su Pet Sounds (1966), un salto cualitativo que hasta llegó a avivar las llamas del ingenio de los británicos intocables The Beatles. The Beach Boys estaban en racha y no era momento de desperdiciar el viento para adentrarse en los océanos de la música experimental. Juntando pop con psicodelia y algo del aún en pañales sonido progresivo británico, Brian y el letrista-compositor Van Dyke Parks se prepararon para poner en marcha una obra a la que titularían SMiLE. El disco nacía con la intención de convertirse en una opereta para la década del cambio.

 

Al final el castillo de naipes se derrumbó y el elepé no apareció en las tiendas, aunque Los Chicos de la Playa salvaron los muebles editando Smiley Smile (1967), un álbum que continúa con las ansias de crecer en la psicodelia, aunque lejano al portentoso Pet Sounds. Los pasajes recortados, demasiado abstractos y sin chispa terminarían por apagar el fuego de una hoguera que desaparecía por momentos. Wild Honey se editaría en el mismo año, aunque con un resultado bastante similar. El estilo deja algo de lo psicodélico aunque con un carácter netamente accesible. Un ritmo que ya no podía seguir la cabeza pensante del quinteto, un Brian saturado por su propio mundo de pesadillas, hizo que el grueso de la banda participase más activamente, mostrando con claridad que poco les quedaba por innovar.

 


Entre Pet Sounds y Smiley Smile sucedería algo electrizante. El 11 de julio de 1966 Capitol Records edita el sencillo "Wouldn’t Be Nice" de The Beach Boys, un precioso medio tiempo cuya cara B no era otra que la magnífica balada "God Only Knows". La pieza de la cara A llegaría al puesto número 8 de las listas de éxitos norteamericana, algo que no le pasaría a su siguiente "Good Vibrations". Esta composición ya no pertenecía a Pet Sounds, era algo nuevo, excitante, tan fresco y psicodélico como pop, un invento que atraparía el primer puesto tanto en su país de origen como en Inglaterra o Australia. 



Brian Wilson había llevado al límite su concepción de las grabaciones detallistas. Tomando cada parte de los arreglos e instrumentación, incluyendo pistas de voces, como capítulos inicialmente estancos que luego sí se fundirían o ensamblarían en la traca final, Wilson graba en ese insuperable single su mirada al futuro, a los sonidos del cambio. Sinfonía de bolsillo que pertenecería a una ópera en miniatura para el Verano del Amor, una época que se perdió a la postre aquel elepé jamás editado, aquel SMiLE.

 


Brian Wilson declaró en octubre del 66 que estaba dando vida a una sinfonía adolescente para Dios. Y para poder ofrecerle textos apropiados a tamaña hazaña, superando en su intención los logros de Pet Sounds, necesitaba de un nuevo camarada en el estudio. Van Dyke Parks sería el escogido, un talentoso joven que cual compositor se ocuparía de las letras que finalmente completarían las músicas y arreglos salidos del cerebro de Brian. 



Los experimentos psíquicos que Wilson provocó por medio de intensas sesiones con LSD marcaron de manera incuestionable la estructura que seguiría la obra SMiLE. Un mundo de texturas, detalles, guiños al oyente con tablas y bromas privadas que se comenzó a grabar en agosto de 1966. De una manera poco constante el impulso creativo se mantuvo en marcha hasta los primeros meses del año siguiente. Los retrasos, las dudas, la falta de comprensión ante una obra tan relevante y futurista en métodos, hicieron que tras duros rifirrafes de Brian con su psique y con muchos de los que le rodeaban, el asunto quedase aparcado. No sería hasta 2011 el momento en el que los seguidores de la banda hallarían publicado de manera oficial un álbum ingeniado para cambiar la escena musical poniéndola patas arriba. Nunca es tarde.

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com










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