La de Mother’s Finest es la historia de una banda perseguida por el encasillamiento, por ese pernicioso proceder de las discográficas de querer ajustar a sus artistas en ciertos cajones, sin dejarlos ser lo que en realidad ellos desean. El originalmente sexteto publicó su debut en 1972 con un álbum homónimo que apenas refrescó las orillas de la playa del funk rock. Un par de versiones llamativas y piezas propias en la línea de Sly And The Family Stone, demostraban que el grupo tenía talento y una vocalista, Joyce “Baby Jean” Kennedy, con verdadero carisma. RCA no les daría una segunda oportunidad, por lo que, una vez que en la segunda mitad de los setenta firman con Epic para los siguientes elepés, Mother’s Finest buscan una reinvención idónea –empezando por el cambio de logotipo–. Vuelven a titular este nuevo vinilo con el nombre de la propuesta, siendo presentado en muchas ocasiones cual su primer trabajo oficial. Sin embargo, la cosa no cambia, esperándose de ellos un desenvolverse en lo musical lejano al rock.
Mother’s Finest pasa por el aro, aunque se toma sus particulares revanchas en directos calientes, poblados de electrizantes partes de guitarra, siempre con el rock en mente. Quedan aires de funky, esa atmósfera penetrante que crea el bajo de Jerry “Wyzard” Seay, pero procuran distanciarse del r&b meloso; de hecho, las dos fotografías que aparecen en la portada de su Live de 1979 son una verdadera declaración de intenciones: saltos, confeti, luces deslumbrantes, humo... todo un show de rock, en definitiva. Para la entrada en los años ochenta, los nuevos representantes del combo, el tándem Leber/Krebs –al que se le ocurre ponerlos a actuar en gira junto a AC/DC–, les consiguen un contrato con la casa Atlantic para que su futuro Iron Age salga bajo dicho sello en Estados Unidos –en Europa continúan con Epic–.
La necesidad de plasmar en un disco de estudio la pasión y pegada que posee Mother’s Finest sobre las tablas puede al fin materializarse, y lo hará en los Axis Sound Studios de Atlanta. Jeff Glixman cubre tanto el puesto de productor como el de ingeniero; sin embargo, una de las piezas clave del hasta entonces sexteto deja el conjunto: Mike Keck. Nadie le echa de manera oficial, pero debido al giro en derrape que realiza el núcleo en pos de afrontar unas canciones más guitarreras, poco a poco se va dejando de lado el teclado de Keck, al igual que sus ideas creativas. Mike, por lo tanto, abandona desolado la que había sido su familia musical, mientras el quinteto restante se apoya en las seis cuerdas de Moses Mo para desmelenarse con una canción de apertura cuyo riff parece inspirado en los que han hecho famoso a Angus Young. Esa misma guitarra que desde el fondo de “Time” luce medidas de la del “Get It On” de T. Rex, aunque aquí el boogie rock es casi pantanoso, como de reptil al acecho de su próxima presa. “Rock ‘N’ Roll 2 Nite” colaría cual single de la Tina Turner más rockera y “Luv Drug” es como llevar al rock melódico a una tan polvorienta como rápida carrera clandestina por la Ruta 66. Posiblemente el momento cumbre en la discografía de Mother’s Finest.
por Sergio Guillén